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Siempre amanece (que no es poco)

Vicente Casañ - Alcalde de Albacete

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Este Día de Albacete no es como los demás. Es diferente porque ya todo es diferente. Vosotros lo sabéis muy bien. Sabéis que no exagero si digo que este maldito virus ha puesto patas arriba esa bendita normalidad que ahora tanto añoramos. Siendo importante, tal vez lo de menos sea lo mucho que echamos en falta la despreocupación en la reunión social, el contacto físico, el gentío. Esa manera tan nuestra de relacionarnos. Ese verano tan raro. Esa Feria que no pudo ser. Esa Navidad que ya veremos. Con todo, lo más grave es, sin duda, que este 2020 está siendo un año negro desde el punto de vista sanitario y social.

Son muchos los albaceteños que en este año han fallecido a causa de la Covid-19. Muchas familias rotas. Demasiadas. Y eso son palabras mayores, dramas incomparables. Son muchos también los que, a causa de los devastadores efectos económicos, han perdido sus puestos de trabajo, han echado la persiana de sus negocios o viven con angustia la incertidumbre de nuestros días. Como vecino de Albacete y, desde luego, como alcalde, siento el dolor de esta ciudad en mitad de una pandemia mundial ante la que debemos seguir luchando.

A los albaceteños nadie nos regaló nunca nada. Todo cuando conseguimos, cada avance, cada paso en la modernización de nuestra ciudad fue el fruto del esfuerzo, de la determinación. Del trabajo compartido. No lo digo desde el victimismo, claro que no, sino en la constatación de una realidad que todos conocemos: Albacete es el producto de la voluntad de los albaceteños, que no sabemos lo que significa rendirse. Por eso sé que saldremos adelante también en esta ocasión, aún con las enormes dificultades que ahora lastran nuestro ánimo.

Por eso sé que puedo confiar en vosotros cuando apelo a la responsabilidad individual, a la prudencia. Al sentido común. Cuando pido que no nos relajemos, que cumplamos de manera estricta las indicaciones de las autoridades sanitarias para frenar la propagación de esta pesadilla. Sé que puede llegar a ser desagradable y cansino, pero tened por seguro que la mascarilla salva vidas y empleos. Que la limpieza de manos salva vidas y empleos. Que la distancia social salva vidas y empleos. No penséis en términos estadísticos, pensad en víctimas con nombres y apellidos: sí, cuidémonos nosotros para proteger a nuestros familiares y amigos. Para cuidar lo que más queremos.

Hoy conmemoramos el 645 aniversario de la concesión, firmada en la localidad conquense de Castillo de Garcimuñoz, del Privilegio de Villazgo a Albacete por parte de Alfonso de Aragón, primer Marqués de Villena. Aquel nueve de noviembre de 1375 Albacete pasó de aldea a villa, iniciando un camino de lucha y de progreso que a través de seis siglos nos ha traído hasta aquí. Nos gustaría celebrar esta efeméride como la ocasión merece, pero qué os voy a contar. Hoy en día no hay mayor solemnidad que la prudencia, y con prudencia actuamos.

He visto la generosidad en todos aquellos que de una u otra manera, desde vuestros puestos de trabajo, habéis plantado cara al virus cuando más apretaba

Vivimos días históricos que serán recordados. Días de dolor y angustia. Pero también días de ejemplaridad cívica. Os confieso que durante los últimos meses me he sentido más orgulloso que nunca de ser albaceteño. He visto la bondad pura, encarnada en los ojos exhaustos de cada uno de los profesionales sanitarios que os habéis dejado la piel en esas salas de urgencias, en esos centros de Atención Primaria, en esas residencias de mayores. He visto la determinación en los efectivos de nuestra Policía, de nuestros servicios de Emergencias. He visto la generosidad en todos aquellos –cajeros y reponedores de los supermercados, taxistas, trabajadores de los servicios esenciales de transporte y limpieza, farmacéuticos, repartidores– que de una u otra manera, desde vuestros puestos de trabajo, habéis plantado cara al virus cuando más apretaba.

Cómo no va a sentirse este alcalde tan tremendamente orgulloso de compartir ciudad con vecinos de esta talla moral. Quiero deciros, en este Día de Albacete, que os admiro y os respeto cada día más. Y que vuestro compromiso cívico es una permanente motivación e inspiración para este Equipo de Gobierno que tengo el honor de liderar. Nuestro empeño, estad seguros, es el de trabajar cada día por poner a esta ciudad donde se merece. Una ciudad moderna, próspera, inclusiva. Un Albacete de todos y para todos.

Un espacio de libertad, de igualdad de oportunidades, de diversidad, de convivencia entre distintos, de concordia y respeto. Una ciudad dinámica, abierta al conocimiento, la innovación y la cultura, orgullosa de su historia y esperanzada con su futuro. Y con las ventanas siempre abiertas a Europa y al mundo. Nuestro Nueva York de La Mancha que dijo Azorín.

Ese ejemplo ciudadano nos ha empujado a hacer realidad el Pacto por Albacete, reflejo del consenso que habita en la sociedad, mucho más sensata y práctica que la clase política. Y es que fuera de la burbuja en la que a menudo caemos en el error de encerrarnos los cargos públicos, en el mundo real, poco importa el color del voto cuando se trata de resolver problemas. Porque, legítimamente distintos, nos une la voluntad de poner todo cuanto esté en nuestra mano para lanzar un salvavidas a quienes peor lo están pasando: autónomos, pequeños empresarios de la hostelería y del comercio local, familias con pocos recursos. Solo podremos hablar de superación de esta crisis si salimos adelante sin dejar a nadie atrás.

Nunca olvidaremos a quienes ya no están entre nosotros. Serán una herida que siempre acompañará a este alcalde, os lo puedo asegurar. Como tampoco podremos ni querremos olvidar el sufrimiento que en estos meses han padecido de manera especialmente intensa nuestros mayores y nuestros niños, con toda probabilidad los colectivos sociales más afectados. Pero esta crisis pasará. Más tarde o más temprano saldremos adelante. Y solamente desde la unidad, la solidaridad, la comprensión mutua y la responsabilidad ciudadana lo haremos. Os invita y os anima a seguir luchando este alcalde que hoy, en el día de nuestro querido Albacete, os admira más que nunca. Con toda sinceridad. Recordemos siempre que, a pesar de los pesares, siempre amanece. Que no es poco.

Este Día de Albacete no es como los demás. Es diferente porque ya todo es diferente. Vosotros lo sabéis muy bien. Sabéis que no exagero si digo que este maldito virus ha puesto patas arriba esa bendita normalidad que ahora tanto añoramos. Siendo importante, tal vez lo de menos sea lo mucho que echamos en falta la despreocupación en la reunión social, el contacto físico, el gentío. Esa manera tan nuestra de relacionarnos. Ese verano tan raro. Esa Feria que no pudo ser. Esa Navidad que ya veremos. Con todo, lo más grave es, sin duda, que este 2020 está siendo un año negro desde el punto de vista sanitario y social.

Son muchos los albaceteños que en este año han fallecido a causa de la Covid-19. Muchas familias rotas. Demasiadas. Y eso son palabras mayores, dramas incomparables. Son muchos también los que, a causa de los devastadores efectos económicos, han perdido sus puestos de trabajo, han echado la persiana de sus negocios o viven con angustia la incertidumbre de nuestros días. Como vecino de Albacete y, desde luego, como alcalde, siento el dolor de esta ciudad en mitad de una pandemia mundial ante la que debemos seguir luchando.