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Soy vecino de la localidad de Beteta (Cuenca) desde el año 1986, año en el que, por cuestiones de trabajo, me establecí en dicho municipio. Cuando me empadroné, el censo de población rondaba los 500 habitantes, una población que poco a poco he visto reducirse hasta rondar los apenas 200 vecinos que somos actualmente.
Hemos perdido el 60% de la población en 36 años. Mientras, nuestras autoridades solo hablan de lo mucho que trabajan y aportan al problema de la despoblación, aplaudiéndose a sí mismos por el crecimiento de la misma en la Región y, por supuesto, ignorando que la provincia de Cuenca pierde población año tras año.
Solo centrándonos en la Serranía Alta de Cuenca, las cifras de despoblación asustan, sin que nuestros responsables políticos muevan un dedo para intentar solucionar dicho problema.
En 2005, los vecinos de Beteta y su comarca, y yo mismo, acogimos con inmensa alegría la noticia de la instalación en dicha ciudad de una residencia de mayor, ya que, por una parte, solucionaba un problema asistencial de primer orden y, por otro lado, suponía para nosotros un salto de calidad en la atención de nuestros vecinos de más edad, pues en caso de necesidad íbamos a tener este recurso sanitario cerca, y no como ocurre actualmente que somos, según mis datos, la única comarca de la provincia que carece de dicho servicio.
Por otra parte, y no menos importante, el hecho de abrir una residencia en Beteta supondría la creación de unos 35 puestos de trabajo directos que serían de gran ayuda para revertir la curva de despoblación que estamos viviendo.
Por desgracia, mi alegría empezó a enfriarse en el año 2011 cuando se paralizaron las obras (no es el momento de desmenuzar el problema que motivó dicha paralización), pero sí de exponer las razones que me hacen incomprensible la no continuación de dicho proyecto:
Hace casi una década que el problema que motivó del cese de las obras quedó judicialmente resuelto y, por otro lado, nos gobiernan los mismos que iniciaron la construcción de la residencia, tanto a nivel regional como provincial y son ambas instancias las que se comprometieron a dotar a nuestra comarca de este recurso tan necesario.
En el momento de la paralización de la obra se había invertido la no desdeñable cantidad de 7 millones de euros y faltaba menos de la quinta parte de dicha cantidad para su terminación.
Vivo en el extrarradio de Beteta, dirección el Tobar, justo debajo de donde se encuentra la inacabada residencia y tengo la suerte o desgracia de verla a diario desde mi ventana, lo que conlleva que me cuestione casi todos los días lo que pudo ser y no tiene visos de serlo, mis vecinos tienen a sus mayores en residencias de Cuenca e incluso en Carrascosa del Campo, y cuando hablo de vecinos incluyó a todos los municipios que forman el área de Salud de Beteta, incluyendo los municipios de Cuenca y de Guadalajara.
Cuando manifesté la ilusión que me produjo el anuncio de la instalación de una residencia de mayores en Beteta, pensaba en lo bueno que sería para los vecinos de mayor edad de la comarca y en 20 años después me entre los mayores No puedo dejar de pensar todas estas inversiones de dinero público en proyectos esenciales para la población que más lo necesita, y que luego son abandonadas antes de su puesta en marcha, son una de las formas más lamentables de prevaricación que existen en nuestro país.
Lo que sí me resulta evidente, es la falta de voluntad política y el desprecio que veo en el día a día por parte de nuestros responsables políticos hacia las zonas menos pobladas de nuestra provincia, supongo que debe ser porque aportamos pocos votos y esta es su única preocupación.
Termino mi carta, solicitando a nuestros responsables políticos, tanto provinciales como regionales, empatía con todos los vecinos que formamos parte de la comarca más despoblada de toda Castilla-La Mancha,, con el objeto de que realicen el pequeño esfuerzo que supone la terminación de esta obra paralizada desde hace más de 13 años, al fin de que se pueda incluir de una vez por todas la residencia de Beteta en la red regional de Residencias de la Región, lo que completaría la red regional de asistencia a nuestros mayores.
Soy vecino de la localidad de Beteta (Cuenca) desde el año 1986, año en el que, por cuestiones de trabajo, me establecí en dicho municipio. Cuando me empadroné, el censo de población rondaba los 500 habitantes, una población que poco a poco he visto reducirse hasta rondar los apenas 200 vecinos que somos actualmente.
Hemos perdido el 60% de la población en 36 años. Mientras, nuestras autoridades solo hablan de lo mucho que trabajan y aportan al problema de la despoblación, aplaudiéndose a sí mismos por el crecimiento de la misma en la Región y, por supuesto, ignorando que la provincia de Cuenca pierde población año tras año.