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Nuestros castillos

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Hace ahora veinte años dedicábamos en La Tribuna de Toledo un artículo monográfico a los castillos, el 22 de julio de 2004. Diez años más tarde, 6 de febrero del 2014, colvíamos a llamar la atención sobre los mismos con otra columna titulada 'Castillos en el aire', o con 'Las defensas', el 26 de marzo de 2015. Es un tema que nos ha preocupado siempre. Recientemente, un artículo publicado en la prensa nacional firmado por José María Sadia nos recordaba una asignatura pendiente en la gestión del patrimonio cultural en nuestro país: la de los castillos. Tenemos el país con más fortalezas históricas del mundo. Y, desde 1949, todos están declarados monumentos histórico-artísticos, “cualquiera que sea su estado de conservación”. Si en un principio eran fortalezas medievales, pronto se entendió que muchas de ellas ofrecían estratos que dificultaban la catalogación por épocas, ofreciendo la alternativa de suponerlas simplemente como “construcciones militares”.

La Asociación Española de Amigos de los Castillos actualiza su inventario, denuncia el estado de muchos de ellos y difunde su conocimiento, presentando un total de 10.000 estructuras. Pero el número no está cerrado, a la incorporación de nuevos hallazgos al inventario se añade aquellos que afloran gracias a las excavaciones arqueológicas.

En el portal de Castilla-La Mancha se destacan como declarados 42 castillos. En Albacete aparecen los castillos de Alcaraz, Almansa, Chinchilla, Letur, y Lezuza. En Ciudad Real, los de Alhambra, Calatrava la Nueva, el de Doña Berenguela en Bolaños de Calatrava, el de la Estrella en Montiel, el de Montizón en Villamanrique el de Peñarroya en Argamasilla de Alba y el de Salvatierra en Calzada de Calatrava. 

En Cuenca, el de Belmonte, el de Paracuellos de la Vega, el de Villaescusa de Haro, el de Reillo, el de Garcimuñoz o el de Uclés. Doce castillos se sitúan en la provincia de Guadalajara: El de Atienza, el de Don Íñigo López de Orozco en Guijosa, el de Malasombra en Establés, el de Pioz, el de Riba de Santiuste, o el de Concuerde, el de Sayatón Anguix, el de Sigüenza, o los situados en Torija, Zorita de los Canes, Jadraque y Palazuelos, que incluye a todo el recinto amurallado.

Finalmente, otros doce están declarados en la provincia de Toledo. Los de Almonacid, Barcience, Casarrubios del Monte, Escalona, Guadamur, Manzaneque, el de la Vela y el de San Silvestre en Maqueda, el de Oropesa, el de Puñoenrostro en Seseña, el de Montalbán y el de San Servando en Toledo. 

Pero deberían individualizarse, en el catálogo del patrimonio de Castilla-La Nueva, los castillos de Alcalá del Júcar, en Albacete Peña Bermeja de Brihuega, en Guadalajara, Consuegra, amparado en el ámbito de protección del cerro Calderico, en Toledo. Asimismo, hay conjuntos, como el de la ciudad de Vascos, en Toledo, que presentan una de las alcazabas andalusíes más imponentes del país, o destacar otras que, por su situación, resultan difícilmente reconocibles, como el recinto fortificado de la misma Talavera de la Reina. Y reconocer como BIC otros muchos como el emblemático de las Guadalerzas en Los Yébenes (Toledo), el literario de Rochafrida, en Beteta (Cuenca).

Del Plan Nacional de Arquitectura Defensiva sabemos poco. Hay decenas de castillos en Castilla-La Mancha que necesitan urgentemente intervenciones de restauración y consolidación. Muchos de ellos son particulares, pero la mayoría son de propiedad municipal, y algunos de propiedad autonómica o estatal. En la lista roja de Hispania Nostra están los castillos en Cuenca de Santiago de la Torre en San Clemente, de Haro en Villaescusa de Haro, de Luján en Saelices y el de Puebla de Almenara. En Toledo se suman los citados en peligro por la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas, como los de Almonacid, de los Laso en Cuerva, Villalba (Cebolla), Santiesteban (San Martín de Pusa), Malamoneda (Hontanar), Peñas Negras (Mora de Toledo), Monreal (Dosbarrios), las fortalezas de Bayuela, de Gálvez, de Caudilla, el de Oreja, en Ontígola. Además, se incluye en la provincia el colegio de Gramáticos en Cuerva. O los declarados de Barcience y Montalbán. 

Hemos repetido una y otra vez la necesidad de que la Consejería de Educación, Cultura y Deporte tenga un catálogo actualizado de cada una de las fortalezas de la región que incluya sus datos y documentación, titularidad, estado de conservación etc., estableciendo un Plan Regional de conservación de estructuras militares -que incluyan también las trincheras de la Guerra Civil-, con las prioridades en excavaciones, conservación e intervenciones preventivas y conservadoras y paliativas. No podemos seguir mirando hacia otro lado en este tema tan crucial para Nuestro Patrimonio.

Otro capítulo son las intervenciones, no siempre afortunadas. Fue lo que ocurrió con el malogrado proyecto del archivo de la Guardia Civil en el castillo de Maqueda, que ha dejado una estructura desbaratada, o la increíble intervención en el castillo de Don Manuel en Garcimuñoz realizada por Izaskun Chinchilla y cuyos efectos ha intentado enmendar recientemente Fernando Olmedilla. Evidentemente, no vamos a pensar que todos los recintos de cierta amplitud deban dedicarse a Paradores de Turismo, como lo han sido el de Alarcón, Oropesa, Sigüenza o, recientemente, el de Molina de Aragón. En todo caso, debemos de pensar en que una determinada función ofrece la posibilidad de una correcta conservación del monumento y de uso por parte de la ciudadanía.

Hace ahora veinte años dedicábamos en La Tribuna de Toledo un artículo monográfico a los castillos, el 22 de julio de 2004. Diez años más tarde, 6 de febrero del 2014, colvíamos a llamar la atención sobre los mismos con otra columna titulada 'Castillos en el aire', o con 'Las defensas', el 26 de marzo de 2015. Es un tema que nos ha preocupado siempre. Recientemente, un artículo publicado en la prensa nacional firmado por José María Sadia nos recordaba una asignatura pendiente en la gestión del patrimonio cultural en nuestro país: la de los castillos. Tenemos el país con más fortalezas históricas del mundo. Y, desde 1949, todos están declarados monumentos histórico-artísticos, “cualquiera que sea su estado de conservación”. Si en un principio eran fortalezas medievales, pronto se entendió que muchas de ellas ofrecían estratos que dificultaban la catalogación por épocas, ofreciendo la alternativa de suponerlas simplemente como “construcciones militares”.

La Asociación Española de Amigos de los Castillos actualiza su inventario, denuncia el estado de muchos de ellos y difunde su conocimiento, presentando un total de 10.000 estructuras. Pero el número no está cerrado, a la incorporación de nuevos hallazgos al inventario se añade aquellos que afloran gracias a las excavaciones arqueológicas.