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La COVID-19 ha venido a cambiar nuestra sociedad, es un virus contra el mundo moderno

Francisco Agarrabeitia Ramírez

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El mundo estaba advertido, pero no hizo caso. En 2004 el Instituto de Medicina de EEUU, tras analizar las circunstancias del brote de SARS-CoV-1 de 2003, avisó que “la veloz contención del SARS es un éxito de la salud pública, pero también una advertencia … si el SARS sucede de nuevo … los sistemas sanitarios de todo el planeta recibirán una presión extrema … una vigilancia continua es de vital importancia”.

 La del COVID-19 no es la primera pandemia reciente, Hendra en 1994, Nipah en 1998, SARS en 2003, MERS en 2012, y Ébola en 2014. Todas estas pandemias se iniciaron en los animales para dar el salto al ser humano. La COVID-19 es una variante del SARS.

La pandemia que estamos sufriendo se está cebando en los países más avanzados, afecta menos en los países muy pobres. A diferencia de otros virus más conocidos como la viruela o el sarampión, la COVID-19 hace estragos en los países más desarrollados, y dentro de cada país en las zonas o regiones más ricas, Wuhan es el centro económico, financiero, comercial cultural y político de China, el norte de Italia concentra la mayoría de la riqueza del país, lo mismo sucede en España con Madrid (y su zona de influencia) o Cataluña. En Francia están desbordados los hospitales del Noreste, el Gran Este, Alsacia y la región de París, las más ricas y afectadas. En Reino Unido ha afectado mucho más a Inglaterra que a Gales, Escocia o Irlanda, y en EEUU los estados más afectados son Nueva York, New Jersey, Michigan y California, los más ricos.

 Las zonas más afectadas, tanto en número de afectados como de fallecimientos por habitantes, las de mayor letalidad, son precisamente las más ricas y de mayor densidad de población. Si además tienen gran cantidad de población de riesgo las circunstancias están servidas a favor del virus, más aún si es zona turística con mucho tránsito de personas.

Los cinco países que más turistas recibieron en 2018 fueron: Francia 89 millones, España 83, EEUU 80, China 63 e Italia 62.

La población de riesgo son personas mayores con alguna enfermedad, que no pueden valerse por sí mismas, muchas de ellas agrupadas en residencias de mayores, agrupadas y expuestas. En España, con 375.000 plazas de residentes, dos tercios de los fallecimientos se dan en las Residencias de Mayores, Madrid con 6.000 fallecimientos, 2.400 en Cataluña, Castilla-La Mancha con 700.

Las residencias de mayores han sido los grandes focos de la pandemia, por delante de los centros sanitarios. Occidente no podía imaginarse la tragedia que nos asolaría en cuestión de días, pero hemos creado un mundo, una forma de vivir, que favorece la llegada, extensión y los estragos de este virus. Ya no hacen falta años, como en la Edad Media, para que un virus recorra la Tierra, es suficiente con unas semanas.

Un objetivo del “mundo avanzado” es aumentar la población de las ciudades, las grandes ciudades crecen a costa de reducir la población de las ciudades o pueblos pequeños. Grandes ciudades con cada vez más densidad de población, millones de personas que usan transporte público, metro, cercanías, autobuses, son millones de personas que en las calles y plazas coinciden con cientos o miles de personas. Se organizan eventos donde el objetivo es atraer cada vez a más personas, jornadas y ferias de todo tipo, fiestas, conferencias, competiciones deportivas, conciertos o festivales de todo tipo, y un largo etc.

El objetivo siempre es atraer más gente. El turismo en una forma de bienestar, cada año llegan a España más de 80 millones de personas, y cada vez más españoles viajan al exterior, esta es una esencia de los países más desarrollados, entrar y salir; también se hace por motivos educativos, españoles estudiando fuera, o extranjeros estudiando aquí; también por motivos laborales, hay españoles por todo el mundo, y aquí trabajan personas de otros países, esto provoca millones de viajes. Estos movimientos también se producen de forma interna, dentro del mismo país. Esto es lo que diferencia al “mundo avanzado” del “mundo pobre”, la interconexión, en los países pobres la lucha es esquivar cada día la miseria, no se planten hacer turismo o viajar a ver un partido de fútbol. El estilo de vida del “mundo avanzado” favorece la propagación del virus.

En los países avanzados es alarga la vida, con un buen sistema sanitario se evitan fallecimientos de personas que sufren enfermedades graves, a más desarrollo más esperanza de vida, personas con algún tipo de deterioro tienen esperanza de vivir, al contrario que en los países pobres donde no tienen esa sanidad sin la cual es imposible mantener la vida.

En España tenemos una esperanza de vida de 83,33 años, en Italia de 82,54 años, pero hay países, con bastante población, que no llegan a 80 años de media, como Brasil y Méjico con 75 años, Rusia 72 años, La India 69 años, Sudáfrica 63 años, Uganda 62 años, Nigeria 53 años, Centroáfrica 52 años, etc, con menos esperanza de vida baja la población de riesgo.

En los países donde el virus ha sido contenido ha sido muy importante el vector de la pirámide de la población, donde la pandemia estalló en zonas de mucha población joven fue posible pararlo, donde estalló en zonas con población de avanzada edad la enfermedad se ha descontrolado. Esta pandemia del coronavirus, a diferencia de “la gripe española”, se ceba en las personas que tienen una salud débil, lo que llamamos grupos de riesgo, personas mayores, enfermedades cardiovasculares e hipertensión arterial, diabetes, enfermedades pulmonares crónicas, cáncer o inmunodepresión, obesidad, tabaquismo, y estos grupos de riesgo son mucho más numerosos en lo que llamamos el “mundo avanzado”, precisamente el mundo donde es más fácil extender y propagar el virus.

En Occidente se dan las condiciones que necesita este virus, se lo hemos puesto fácil, hemos creado un mundo interconectado, con mucha población de riesgo a la que en gran parte agrupamos en residencias de mayores, se lo ponemos fácil al virus, pero además nos hemos ido poco a poco desarmando y reduciendo nuestras defensas, no disponemos de los medios para producir los materiales de protección, hemos soportado recortes en el sistema sanitario que no han sido recuperados.

En 2014 la pérdida media era de 11,87% en gasto sanitario, destacando Castilla La Mancha con más del 20%; en Gasto de Personal el recorte había sido del 11% de media nacional, Madrid llegaba al 12,58%. Estábamos sin medios, en febrero se deberían haber hecho acopio de mascarillas, geles desinfectantes, guantes, batas, etc., tanto en centros sanitarios como en residencias de mayores, dependientes ambos de las comunidades autónomas. El personal de sanidad y de servicios sociales estaba indefenso, expuesto a contagiarse y a producir contagios.

El auge de la pandemia tomó desprevenidas a todas las administraciones, a todas las comunidades autónomas, a todos los países occidentales, sin medios de protección y sin poder producirlos, la globalización provocó que se cerraran la mayoría de los talleres de confección para trasladar la producción a Asia, donde la mano de obra era más barata, con el mercado inflado por la demanda, pues el resto de países de Occidente, junto con EEUU, tenían la misma necesidad. Pasaron varias semanas para que se empezasen a ver con regularidad los medios de

protección, pero ya era tarde, el daño ya estaba hecho. También hay que reconocer logros, en sólo 10 días se aumentó en un 40% el número de camas y se multiplicaron las plazas de UCI, no hubo un colapso general del sistema, pero a finales de marzo y primeros de abril sí hubo hospitales que estuvieron varios días colapsados, en Madrid y su zona de influencia, La Mancha, Albacete, Soria.

El resto es bien conocido, un virus que se desata en China, que no es detectable pues pasan días en tener síntomas, o no tenerlos nunca, mientras tanto se produce un contagio exponencial, sin olvidar que los síntomas son similares a una gripe o alergia dificultando su detección. Turistas italianos llevan el virus a Italia, país que tiene gran relación o conexión con España, y de allí salta rápidamente a nuestro país, otros países tuvieron más tiempo para prepararse. Al principio los casos eran importados, extranjeros o turistas nacionales que volvían, hasta que llegaron contagios locales, se crearon focos, los más peligrosos en residencias de mayores y centros sanitarios, a mediados de marzo se declaró el estado de alarma y el confinamiento, a finales de marzo y primeros de abril llegó el nivel más alto de contagios y fallecimientos.

Esta situación, distinta en función de cuantas circunstancias coincidan, se ha ido extendiendo al resto de países de nuestro entorno y al mundo entero.

Debemos estudiar las causas de esta tragedia y poner los medios para que no vuelva a ocurrir, la siguiente pandemia podría ser más mortífera. Tenemos dos opciones, le podemos hacer el juego al mercado para que nada cambie, creyendo teorías que sólo sirven para distraernos y apartarnos de la realidad, que si el virus lo ha creado un laboratorio para luego hacer negocio, algo imposible pues un laboratorio puede duplicar un virus ya creado por la evolución o la naturaleza pero no puede crear un virus nuevo, y menos un virus tan complejo genéticamente como este.

Otros dicen que el gobierno lo sabía y prefirió no hacer nada, qué casualidad que el Gobierno de España lo supiera mientras que no lo sabía el gobierno de ningún otro país o que tampoco lo supiera ningún gobierno de Comunidad Autónoma, pues ninguno tomó medidas, y todos tenían competencias para actuar, como la Sanidad o los Servicios Sociales que estaban sin medios.

Nos jugamos mucho como para no tener clara la realidad, es el peor momento para dejarnos engañar con bulos o teorías de oportunistas o lunáticos.

La plaga Antonina hizo desaparecer gran parte del ejército romano matando al emperador Lucius Verus, y el nombre de su coregente, Marco Aurelio Antonio, dio origen al brote, en Roma provocó hasta 9.000 muertes diarias masacrando a un tercio de la población; esta plaga hizo caer al Imperio Romano al quedar Roma a merced de los bárbaros.

Las grandes crisis, las grandes pandemias, provocaron grandes cambios, esta no será menos, este es el primer peligro, la situación es muy grave, a nivel nacional y mundial, esto no es un problema de meses, ni de un año, de no encontrar rápidamente una vacuna (que se espera en unos 18 meses) se avecina  una crisis sanitaria, social, económica y política de incierto final, este es el momento que aprovechan los extremos, de uno u otro signo, para establecerse en el poder.

Una vez que la pandemia se comience a controlar, que no eliminar, y pueda el sistema sanitario ir absorbiendo los nuevos casos se irá reduciendo el confinamiento, de forma gradual, mientras no aparezca vacuna la sociedad, no se parecerá en nada a lo que habíamos vivido o conocido, tenemos que aprender a vivir o convivir con el virus.

Mientras tanto la sociedad tiene que marcarse unos objetivos, con calma y tranquilidad, sin extremismos, razonando y analizando las causas de esta crisis, y encarando la forma no sólo de resolverla sino de evitar otra, tal vez mucho más grave, en el futuro. Para ello tendrán que producirse muchos cambios, sociales, laborales, legales, económicos, … Hay que darle a la sanidad, a los servicios sociales, a los servicios públicos, el valor que realmente se merecen, han sido los servicios públicos los que han hecho frente a esta pandemia, sanitarios, personal sociosanitario, fuerzas y cuerpos de seguridad, etc, no se puede invertir para viajar a Marte sin tener medios para defendernos de un pequeño virus.

 Habrá que declarar como esenciales actividades como la investigación, o sectores productivos como la confección de equipos de protección, no podemos depender del exterior, ni de las donaciones, las cuales son de agradecer y reconocer que han salvado vidas. Los cambios que deben producirse son contrarios a lo que marca el mercado, la globalización, no será fácil, la mayoría de agentes económicos ponen sus objetivos en el corto plazo, pero el hecho de que no sea fácil no puede hacernos desistir, nos jugamos mucho, nos jugamos el futuro, el nuestro y el de las nuevas generaciones. Es un pequeño virus que ha venido a cambiar nuestro mundo, y más vale que lo cambiemos.

El mundo estaba advertido, pero no hizo caso. En 2004 el Instituto de Medicina de EEUU, tras analizar las circunstancias del brote de SARS-CoV-1 de 2003, avisó que “la veloz contención del SARS es un éxito de la salud pública, pero también una advertencia … si el SARS sucede de nuevo … los sistemas sanitarios de todo el planeta recibirán una presión extrema … una vigilancia continua es de vital importancia”.

 La del COVID-19 no es la primera pandemia reciente, Hendra en 1994, Nipah en 1998, SARS en 2003, MERS en 2012, y Ébola en 2014. Todas estas pandemias se iniciaron en los animales para dar el salto al ser humano. La COVID-19 es una variante del SARS.