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En 2019, y tras un estudio que se prolongó desde la celebración en 2014 del IV centenario de la muerte del Greco en Toledo, los museos de Glasgow atribuyeron el cuadro de su propiedad mal llamado La dama del armiño al pintor Alonso Sánchez Coello. Contaron para ello con la colaboración del Museo del Prado. Pero la atribución es sorprendente porque omite algo fundamental en el resbaladizo mundo de las atribuciones de obras de arte como son los datos de procedencia, la historia documentada de esta pintura.
Los museos de Glasgow anunciaron la publicación de un libro con todos los análisis realizados al lienzo pero a día de hoy todavía no se ha publicado, por lo que no se puede comprobar en que basan su atribución a Sánchez Coello. Sus estudios preliminares pueden verse en la página web unwrappinganicon.org.
Que el cuadro no lo pintó el Greco era ya algo en lo que casi había consenso entre los especialistas. También la hipótesis de Sánchez Coello, como la de Sofonisba Anguissola, tenía cierta antigüedad, pero en ambos casos se trataba de conjeturas basadas en que la modelo, la mujer que posaba, era la infanta Catalina Micaela, segunda hija del rey Felipe II. Por eso llama la atención que el estudio de los Museos de Glasgow descarte ahora que la modelo sea la infanta o cualquier otro personaje de la realeza o la nobleza y patrocine sin embargo una modelo desconocida y la autoría de Sánchez Coello. A falta de que publiquen el libro anunciado, sus argumentos parecen basarse en siempre escurridizas impresiones visuales comparativas y poco más.
El dato fundamental que han omitido los propietarios del cuadro es que esta pintura está relacionada con el Greco desde que se vio por primera vez públicamente en enero de 1838 en París, donde se llevó tras ser comprada en España para formar parte de la galería española del Louvre del rey Luis Felipe. Con el título La fille du Greco (La hija del Greco) figura en el catálogo francés elaborado cuando se abrió la galería en aquel año. La Notice des tableaux de la galerie espagnole exposés dans les salles du Mussée royal au Louvre está digitalizada y puede verse en la web Gallica de la Biblioteca Nacional de Francia. La información correspondiente al Greco está en las páginas 66, 67 y 68. En esta última página y con el n. 259 del catálogo puede leerse: Portrait de la fille du Greco. Curiosamente, el siguiente cuadro con el n. 260 dice: Le portrait du Greco, que ahora se sabe no era el suyo sino el de su hijo Jorge Manuel.
Escritores franceses de la época como Théophile Gautier o Baudelaire dieron por hecho que el cuadro La fille du Greco era obra del genial pintor griego de Toledo. Paradójicamente, con esta pintura que ahora se sabe que no era suya comenzó la fama internacional del Greco. Prueba de ello es la reinterpretación que hizo del cuadro en 1885 el pintor Cézanne y que tituló La femme à l’hermine, muy posiblemente la causa de que por entonces se le cambiara el nombre a La fille du Greco y se la empezara a llamar La dama del armiño.
Antes de eso, y con su título inicial, el cuadro pasó de París a Londres, donde fue subastado por la casa Christie’s en 1853. Se sabe por el archivo de la casa de subastas que salió a la venta en 133 libras, más del triple que el retrato de Jorge Manuel, un greco auténtico, y que fue rematado por 1.857 libras, doce veces el precio de salida. Lo adquirió el coleccionista e hispanista escocés William Stirling Maxwell, razón por la que el cuadro pasó luego a los museos de Glasgow.
Pero lo que hace a esta pintura uno de los misterios más apasionantes de la historia del arte es que, dos años antes, en 1851, la misma casa Christie’s subastó un cuadro que aparentemente no tenía nada que ver con aquel, porque la modelo era otra y no se adornaba con una piel, pero llevaba también el título de la hija del Greco, esta vez en inglés, y este cuadro sí estaba firmado por El Greco.
Se trataba de la ahora conocida como ‘Dama con una flor en el pelo o en el cabello’. Otra pintura que ha perdido su título original, porque al salir a subasta su titulo era The daughter of Domenico Gecco (sic), como puede comprobarse en la página web de Christie’s
Esta página de Christie’s nos informa de algunas cosas. Primero que el propietario de este cuadro auténtico del Greco era John Meade, que durante muchos años fue cónsul general de Gran Bretaña en Madrid y que atesoró una gran colección de pintura española, y segundo que fue también Stirling Maxwell el que se quedó con el cuadro en la subasta.
La identificación de la modelo en este caso no es complicada. Hay cierto consenso entre los expertos (así lo dijeron entre otros Sánchez Cantón, Camón Aznar y José Gudiol) en que se trata de Alfonsa de los Morales, la primera mujer de Jorge Manuel, el hijo del Greco. La modelo lleva el mismo tocado que lleva puesto Alfonsa en el cuadro titulado La familia del Greco, obra de Jorge Manuel, y es evidente que la nuera posó para El Greco en algunas de sus Vírgenes.
Y aquí es donde tropezamos con lo que fue el motivo para que acabaran modificándose los títulos de los cuadros, uno en francés y otro en inglés, que supuestamente retrataban a la hija del Greco. En la investigación sobre la vida del pintor se descartó que hubiera tenido ninguna hija, lo que es correcto, pero es que se pasa por alto algo obvio: primero, que El Greco podía llamar hija a su nuera. La ternura con que está retratada Alfonsa de los Morales da pie a creerlo, pero segundo y más importante es que el título del cuadro firmado por El Greco está redactado en inglés, y en este idioma nuera se dice daughter in law. Al poner título al cuadro en la casa Christie’s simplemente se abrevió en daughter. Y así es como debía titularse cuando lo compró en Madrid el cónsul John Meade, quien lo adquirió por las mismas fechas, la década de 1830, en que el barón Taylor compró La fille du Greco para la galería española del Louvre. El vendedor de este último cuadro fue el coleccionista y marchante Serafín García de la Huerta, quien probablemente también vendió el primero y es una figura fundamental para desenredar el ovillo.
Parece evidente que hay una relación entre las dos obras y no solo por llevar el mismo título. Hay más cosas, como veremos luego. En todo caso se sabe documentalmente que Jorge Manuel y Alfonsa de los Morales se casaron en 1603. Por tanto, el cuadro auténtico del Greco, que es muy especial dado que sus retratos femeninos son casi inexistentes, es aproximadamente de esa fecha, porque Alfonsa esta retratada con esa especie de velo blanco, como de novia, y con una flor blanca en el pelo, una flor de seis pétalos que seguramente es un lirio o azucena, la flor de la pureza.
Si La fille du Greco, mal llamada La dama del armiño (es una piel de lince lo que lleva) es una reinterpretación del cuadro auténtico del Greco que retrata a Alfonsa de los Morales es entonces por fuerza posterior a 1603, lo que deja fuera de juego cronológicamente a Alonso Sánchez Coello como su autor, dado que falleció en 1588. Que éste antes de su muerte hubiera pintado un cuadro del que nadie supo nada hasta 1838, dos siglos y medio después, y que entonces alguien tuvo el capricho de titularlo La fille du Greco por su cierto parecido con el cuadro firmado por el Greco parece un tanto disparatado. Lo lógico es que La fille du Greco se pintara teniendo a la vista el retrato de Alfonsa y recogiendo algunos de sus rasgos.
El parecido existe. No es solo la igualdad de los títulos originarios de los lienzos, uno en inglés y otro en francés. No importa quién lo pintó, ni cuándo ni quién es la modelo de La fille du Greco. Fuera quien fuese su autor se inspiró en Alfonsa. Los ojos de la modelo son grandes como los de ella y está peinada como ella, con alto copete, moda de la época, como bien supieron ver en su momento Maria Kusche y Carmen Bernís.
La desconocida modelo lleva un rebozo blanco que le cubre la cabeza y el pecho, como el tocado y la gorguera de Alfonsa. Incluso lleva como ella una flor en el pelo, en este caso una pequeña flor roja, aunque también podría ser una cinta.
Obviamente, hay diferencias. La más evidente es que Alfonsa no va cubierta con una piel de lince, pero también esa piel le sirve al autor de la otra para no tener que pintar el vestido. A Alfonsa no se le ven las manos. A la otra, solo una de ellas enjoyada. Y curiosamente, un detalle de lo más sospechoso. En esa única mano vemos un puño pintado a brochazos hecho todo de hilo de oro, lo que resulta sorprendente porque en los cuadros del siglo XVI y XVII los puños almidonados de lechuguilla eran blancos y podían llevar entretejido hilo de oro pero dejando siempre el blanco de la tela a la vista. Aquí no, aquí todo el puño está pintado en color oro viejo.
Es algo que no vemos en Sánchez Coello, el supuesto autor de la obra según los Museos de Glasgow. En su cuadro La dama del abanico, en el Museo del Prado, vemos a la retratada con cuello y puños de lechuguilla con hilos de oro entretejidos, pero siempre vemos el blanco de la tela y la perfección del dibujo.
Lo que parece claro es que no hay una imitación sino una reinterpretación. El autor de La fille du Greco reinterpreta al Greco, que es el autor de The daughter of Domenico Gecco (sic), el retrato de Alfonsa de los Morales. Lo reinterpreta dándole otro sentido.
Mi teoría es que La fille du Greco es una pintura de un autor romántico de alrededor de 1830 y que la modelo representa un personaje teatral que encarna a la reina judía de Toledo, de ahí la riqueza del atuendo. Que Alfonsa hubiera vivido con su familia en el barrio judío de Toledo pudo inspirar al autor. Pero no quiero extenderme en ello porque lo único que pretendo con este artículo es poner de relieve que los Museos de Glasgow, al atribuir este cuadro a Sánchez Coello, han omitido los fundamentales datos de procedencia de la obra y su relación con el retrato firmado por el Greco.
Pero hay otro dato fundamental que ha sido obviado, que es que el vendedor del cuadro en Madrid en 1836 fue Serafín García de la Huerta, nieto de Vicente García de la Huerta, el autor de Raquel, la obra teatral más popular de las que recreaban la leyenda de la judía de Toledo. Y que Serafín era descendiente de Sebastián García de la Huerta, poderoso personaje retratado por Velázquez y de quien el marchante heredaría su amplia colección de pinturas. Amigo de pintores, Sebastián fue secretario de Felipe IV y, más importante, capellán perpetuo del convento de Santo Domingo el Antiguo, de Toledo, donde fueron enterrados el Greco y Alfonsa.
La mal llamada dama del armiño no es del Greco desde luego, pero por tantas razones atribuir el cuadro a Sánchez Coello es como amputar al genial pintor de Toledo, es quitarle algo que le pertenece. No solo por haber hecho posible con el suyo que ese cuadro se pintara, sino también porque, paradójicamente, con esta obra que no era suya es como comenzó a alcanzar renombre internacional en la Europa romántica.
Si los Museos de Glasgow quieren dar credibilidad a su atribución tendrán que publicar ese libro que anunciaron hace más de dos años con sus análisis científicos. El no hacerlo es dar pábulo a pensar que simplemente quieren dar como autor a un pintor antiguo de prestigio para que el cuadro cobre más valor, sin reparar en que para apreciar y saborear una obra de arte, y ésta es una gran obra de arte, no es necesario conocer a su autor ni siquiera la época en que se hizo. Solo deleitarse con su contemplación.
En 2019, y tras un estudio que se prolongó desde la celebración en 2014 del IV centenario de la muerte del Greco en Toledo, los museos de Glasgow atribuyeron el cuadro de su propiedad mal llamado La dama del armiño al pintor Alonso Sánchez Coello. Contaron para ello con la colaboración del Museo del Prado. Pero la atribución es sorprendente porque omite algo fundamental en el resbaladizo mundo de las atribuciones de obras de arte como son los datos de procedencia, la historia documentada de esta pintura.
Los museos de Glasgow anunciaron la publicación de un libro con todos los análisis realizados al lienzo pero a día de hoy todavía no se ha publicado, por lo que no se puede comprobar en que basan su atribución a Sánchez Coello. Sus estudios preliminares pueden verse en la página web unwrappinganicon.org.