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Un día para escuchar a la infancia

El interés de Naciones Unidas por los derechos de la infancia viene de lejos. Ya en 1954 la Asamblea recomendó celebrar todos los 20 de noviembre un día llamando a la fraternidad entre los niños y las niñas y a la promoción de su bienestar con actividades sociales y culturales. Unos años más tarde, en 1959, se aprobó la Declaración Universal de los derechos de los niños, pero que, aparte de sus buenas intenciones, al carecer de fuerza vinculante no logró los loables objetivos que perseguía.

Hubo que esperar hasta 1989 para que se aprobara la Convención de los derechos de los niños que, ahora sí, es vinculante para los Estados. De hecho, esta Convención ha de ser respetada a la hora de promulgar leyes y aplicar políticas.

Si uno echa la vista atrás, nuestros mejores recuerdos, por lo general, los encuentra en la infancia. ¿Quién no recuerda esas vacaciones en familia, esas cenas de navidad, esos juegos con hermanos y primos? Sin embargo, no todos los niños y las niñas gozan de las mismas oportunidades. Esa es también nuestra labor como Gobierno: dotar a todos los castellano-manchegos, y a la infancia en especial, de las mismas oportunidades, de las mismas posibilidades de desarrollar su proyecto de vida.

Al analizar el contenido de la Convención nos encontramos con 54 artículos que se sustentan en cuatro pilares esenciales: la no discriminación, el interés superior del menor, el derecho a la vida, la supervivencia y el pleno desarrollo y la participación infantil.

De entre sus artículos quiero resaltar el ya mencionado derecho a la vida, pero también el derecho a la educación, a la sanidad, a la protección contra los malos tratos, los derechos de los niños con discapacidad, el derecho a las prestaciones sociales, a un nivel de vida adecuado, a la protección de las minorías o el derecho al juego y al descanso.

Afortunadamente, Castilla-La Mancha y España, a la que nos enorgullecemos de pertenecer y contribuir a su desarrollo en el marco de la Constitución del 78, vienen disfrutando del período de la historia más prolongado de paz y progreso. Estos últimos cuarenta años representan, sin lugar a dudas, el período de éxito colectivo más prolífico de la historia y donde, a priori, estos derechos están garantizados y promovidos.

Pero, a pesar de lo anterior, aún existe mucho margen de mejora. Mucho trabajo por realizar si del respeto por los derechos de la infancia hablamos, a escala mundial, por supuesto, pero también a escala local.

En nuestra tierra hay cerca de 380.000 niños y adolescentes menores de 18 años; por ello, desde el Gobierno de Castilla-La Mancha, y siendo plenamente conscientes de las dificultades a las que las familias se enfrentan -materiales y de otra índole- venimos desarrollando, desde el comienzo de esta legislatura, múltiples actuaciones encaminadas a dar oportunidades a las familias y, por tanto, a los niños y las niñas. Una de ellas, fundamental, es el Plan Cuida, un conjunto de programas encaminado a cuidar a las familias con hijos e hijas.

Este plan aborda tres situaciones muy distintas con soluciones adaptadas: el programa #TúCuentas, para prevenir y actuar contra el acoso y el ciberacoso; los programas para prevenir la transmisión intergeneracional de la pobreza, para la que hemos aprobado recientemente una estrategia para luchar en su contra y en contra también de la desigualdad Social en Castilla-La Mancha, que aprobamos en octubre; y, por último, las Aulas de Familia para prestar asesoramiento y guía a las familias en la crianza de sus hijos en las diferentes etapas de la misma.

Hoy, 20 de noviembre de 2017, Día Universal de la Infancia, quiero hacer una llamada al diálogo intergeneracional, a escuchar y ser escuchados, a romper las barreras y a reclamar con toda nuestra fuerza nuestro futuro, un futuro representado por los niños y las niñas.

Hoy se trata de oír la voz de los niños y niñas, de escucharlos y de entenderlos. Que su mensaje llegue a todo el mundo. Hoy es el día en el que su voz debe ser alzada, hoy es el día en el que toman el mando.

El interés de Naciones Unidas por los derechos de la infancia viene de lejos. Ya en 1954 la Asamblea recomendó celebrar todos los 20 de noviembre un día llamando a la fraternidad entre los niños y las niñas y a la promoción de su bienestar con actividades sociales y culturales. Unos años más tarde, en 1959, se aprobó la Declaración Universal de los derechos de los niños, pero que, aparte de sus buenas intenciones, al carecer de fuerza vinculante no logró los loables objetivos que perseguía.

Hubo que esperar hasta 1989 para que se aprobara la Convención de los derechos de los niños que, ahora sí, es vinculante para los Estados. De hecho, esta Convención ha de ser respetada a la hora de promulgar leyes y aplicar políticas.