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El compromiso de Podemos Castilla-La Mancha con la reforma del Estatuto de Autonomía ha sido claro desde nuestra llegada a las instituciones. Así se recogía, por ejemplo, en el Acuerdo de Investidura elaborado y firmado en junio de 2015 en el que se proponía una reforma integral del Estatuto.
La reforma del Estatuto es, sin duda, el gran desafío político-legislativo de lo que resta de legislatura. Lo que nos jugamos en su reforma es la herencia de una legislatura que apostó por implementar una tendencia política y social progresista para nuestra tierra, reflejada en el blindaje efectivo de derechos fundamentales de y para la ciudadanía, en el reconocimiento real de la soberanía popular y de nuestra pluralidad política. Todas ellas cuestiones cruciales de nuestro desarrollo como sociedad y que, en consecuencia, no pueden ser tratadas desde la lógica de los intereses particulares de un Gobierno o partido político.
Ahora más que nunca las gentes de Castilla-La Mancha necesitamos que se dejen a un lado las luces cortas del interés partidista, el maquillaje propio de los retoques, las componendas electorales y la política de baja intensidad. Los grandes retos, precisan de grandes soluciones. Por encima de las siglas y de las inquietudes o cálculos electorales de cada cual, está el presente y el futuro de nuestra tierra. Castilla- La Mancha importa, y nos importa mucho más que lo que pueda importar Podemos o cualquier otro partido.
En esa dirección, y sin dejar de reivindicar el papel que la Cámara autonómica debe jugar en este proceso, es necesario que todas las formaciones entiendan que no se puede reducir un debate de tal calado y relevancia al asunto específico del modelo electoral. El alcance de nuestro Estatuto va mucho más allá que el de la ley electoral. Nos jugamos mucho más que el color del gobierno.
¿Qué vamos a hacer respecto a la infamia del trasvase Tajo-Segura? ¿Cómo nos vamos a proteger frente a las tentativas de futuros “recortes” de los derechos sociales o las libertades públicas? ¿De qué manera vamos a poner en valor a Castilla-La Mancha respecto al resto de territorios y a los gobiernos centrales de turno? Necesitamos un Estatuto que proteja a Castilla-La Mancha del constante maltrato al que la han sometido los sucesivos gobiernos desde que obtuvimos nuestra autonomía. Necesitamos crecer y hacernos respetar frente al gobierno central, no siendo más que nadie, pero tampoco menos que nadie.
En consecuencia, y para lo que resta de legislatura tenemos a una doble oportunidad. En primer lugar, avanzar en el blindaje de los derechos sociales de la gente de nuestra región para que nadie en ella carezca de un lugar donde vivir, de los suministros básicos para mantenerlo, de una renta que garantice una vida digna, de acceso al trabajo, a la sanidad y a la educación. El actual Estatuto ya recoge algunas de esas aspiraciones, sin embargo, las declaraciones de intenciones han ido convirtiéndose en papel mojado Y una reforma que no asegure que las declaraciones de principios se van a cumplir, que no sea realmente vinculante, de obligatorio cumplimiento, solo sería un brindis al sol.
Nosotros entendemos el Estatuto como un instrumento político básico para defender derechos, libertades y seguridades jurídicas; así como para garantizar las condiciones de igualdad de oportunidades de todas y todos. En consecuencia, no basta con la redacción de un pulcro y pomposo texto. El reto es crear y garantizar las condiciones de su cumplimiento efectivo.
En segundo lugar, y no de manera excluyente, reformar nuestra muy desequilibrada, desproporcionada e injusta ley electoral para ganar en democracia, recuperando -al menos- el número de diputados previos al pucherazo de Cospedal. Se trata de valorar hasta qué punto es necesario que nos equiparemos a otras comunidades autónomas de similares características a la nuestra y apostar por una verdadera pluralidad y representatividad de las fuerzas políticas de la región. No se entendería que la nueva reforma siguiera los mismos patrones que guiaron la reforma exprés e interesada del anterior ejecutivo.
Todo ello sin olvidar que el camino para reformar el Estatuto no puede enclaustrase en la negociación entre partidos propia de la actividad de las Cortes regionales. El proceso ha de abrirse a la participación de expertos y estudiosos, a instituciones, a la sociedad civil y a la ciudadanía en general. Y es que la democracia no se declama, se practica. Por todo ello, a partir de mañana mismo contaremos con una ocasión inmejorable para ensayar lo que el propio Estatuto reconoce: que la representación política se sostiene sobre una práctica democrática real.
Podemos CLM sigue un camino, el de la superación de diferencias y la búsqueda de acuerdos. Así entendemos la política y así la seguiremos practicando porque entendemos que la Castilla-La Mancha del siglo XXI no puede quedar lastrada por un Estatuto del siglo pasado. Hay que poner al día nuestro principal marco legal. Hay que dar los pasos que sean necesarios, demostrando la ética política que la ocasión merece.
El compromiso de Podemos Castilla-La Mancha con la reforma del Estatuto de Autonomía ha sido claro desde nuestra llegada a las instituciones. Así se recogía, por ejemplo, en el Acuerdo de Investidura elaborado y firmado en junio de 2015 en el que se proponía una reforma integral del Estatuto.
La reforma del Estatuto es, sin duda, el gran desafío político-legislativo de lo que resta de legislatura. Lo que nos jugamos en su reforma es la herencia de una legislatura que apostó por implementar una tendencia política y social progresista para nuestra tierra, reflejada en el blindaje efectivo de derechos fundamentales de y para la ciudadanía, en el reconocimiento real de la soberanía popular y de nuestra pluralidad política. Todas ellas cuestiones cruciales de nuestro desarrollo como sociedad y que, en consecuencia, no pueden ser tratadas desde la lógica de los intereses particulares de un Gobierno o partido político.