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Un museo en coma

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Dedicábamos la pasada semana la entrega de esta columna al Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO), y es que no se puede hablar del Museo de Santa Cruz sin haber visto antes los pormenores del compromiso del Gobierno regional para con el señor Polo previo a la firma del convenio de cesión de su obra para ser exhibida en la región. 

Y, aunque Cuenca fuese la ciudad idónea para instalar dicha colección, el mecenas y coleccionista prefirió a la concurrida Toledo y el emblemático espacio de Santa Fe. Nos imaginamos que en la visita al lugar también le enseñaron, o le sugirieron, la oportunidad de extender su actuación hacia el crucero superior del Museo de Santa Cruz o al espacio que ocupara la Biblioteca Pública del Estado, conocida popularmente por los toledanos como “del Miradero”. Y con esa ubicación de la Colección Polo quedó deslavazado el proyecto museístico que los distintos directores del Museo de Santa Cruz habían ido pergeñando a lo largo de los últimos años. 

No hay que olvidar que el Museo Provincial de Toledo es uno de los mejores de su clase en nuestro país, no sólo por sus riquísimas colecciones (en parte por el depósito que el ‘Cabildo de catedral’ y el ‘Cabildo de curas’ de la ciudad de Toledo tienen hecho, y que en cualquier momento puede retrotraerse si se vuelve a abrir un museo Diocesano), sino también por el magnífico edificio que ocupa, el Hospital de La Santa Cruz, excepcional y emblemática obra del Renacimiento inicial en nuestro país. 

Además, sus ricas colecciones y la disponibilidad de otros espacios han hecho que el museo provincial cuente con otras sedes, como el Museo de los Concilios y de la Cultura Visigótica instalado en la iglesia de San Román o el Museo del Taller del Moro, destinado a exhibir piezas árabes y mudéjares, ambas colecciones museísticas ubicadas en la capital, mientras que en la provincia se encuentran el Museo ‘Casa de Dulcinea’ de El Toboso, destinado a colecciones etnográficas y el Museo Ruiz de Luna en Talavera de la Reina, dedicado monográficamente a la producción cerámica de la ciudad y de Puente del Arzobispo, hoy declaradas Patrimonio de la Humanidad. 

También con personalidad jurídica existe otra filial, el Museo de Arte Contemporáneo de Toledo, que se encontraba instalado en la casa de las Cadenas, de la calle de las Bulas, desmantelado desde hace décadas y cuyas piezas se encuentran en los almacenes del museo.

Los museos provinciales, por ley, reciben las piezas arqueológicas que se encuentren en la provincia, ya sean halladas a través de excavaciones arqueológicas, encontradas fortuitamente o decomisadas tras intervención policial o judicial. 

También, son fruto de depósito de aquellas donaciones que premeditadamente realicen personas que, fruto de la Ley de Mecenazgo o de su propia generosidad, lo determinen así. Por último, el Estado –titular del establecimiento y de parte de sus colecciones- o la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha pueden, en el uso de su potestad, determinar el depósito de aquellas piezas compradas en el mercado del arte y que a su juicio merezcan estar entre sus colecciones, ya sea de Bellas Artes, de Etnografía o de Arqueología.

El problema para el Museo de Santa Cruz es la falta de espacio expositivo, que exhibe solamente el 10 % del total de sus colecciones. Si bien tiene las salas que se articulan en las fachadas Sur y Este destinadas a exposiciones temporales, la parte superior se encuentra ocupada por la instalación de la Colección Carranza, conjunto valiosísimo de piezas cerámicas que el autor de la cesión, Vicente Carranza, determinó que fuese en Toledo, aunque su mejor ubicación sería el Museo Ruiz de Luna, destinado a ser monográfico de esa expresión artística. La muerte del donante y la finalización del periodo hace conveniente plantearse el futuro de tan magnífica colección.

La colección permanente también tiene hipotecado su programa museográfico. Mientras el crucero inferior mantiene una digna exposición permanente de las mejores piezas de la colección de Bellas Artes del museo, el uso del crucero superior está vinculado al convenio firmado con el señor Polo, por lo que se dedica a exposiciones temporales. Esta falta de espacio expositivo hace que las colecciones de arqueología y de etnografía se encuentren prácticamente ignotas en los depósitos, -la experiencia de hacer visitable parte de estos fue temporal-. 

Decíamos al celebrar el Día Internacional de los Museos que los gestionados por la Viceconsejería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha sufren de falta de autonomía y de presupuesto, ya que los recortes los afectaron significativamente a estas instituciones, suprimiéndose los servicios didácticos y de divulgación, limitando las intervenciones de restauración o los montajes de exposiciones temporales, que se vieron notablemente afectados. Así seguimos. 

Prueba de la dejadez por parte de las administraciones tutelares de edificio, colecciones y gestión del museo y de la falta de coordinación entre el gobierno central –titular del edificio y de gran parte de los depósitos- y el Gobierno autonómico, que lo gestiona, es la permisibilidad ante la infracción de la norma urbanística que supone la elevación de medianeras, como observan los lectores en la fotografía que acompaña este artículo, de edificios vecinos, máxime cuando se trata de un edificio –el del museo- declarado Bien de Interés Cultural.

Lo grave para nuestro Museo de Santa Cruz no solo es la carencia de recursos -factor al que malamente ya estamos acostumbrados-, sino la falta de autonomía que merma la capacidad de gestión. 

Esta situación genera, con las decisiones tomadas desde instancias superiores, un hondo malestar que se extiende desde la dirección, los técnicos y trabajadores del museo a la asociación de Amigos del ‘Museo de Santa Cruz, ¡Vivo!’ y a los propios usuarios del mismo. Un ejemplo: El Hércules romano hallado en Talavera que, ante la petición de autoridades talaveranas de llevarlo al Museo Ruiz de Luna, los técnicos desaconsejaron su depósito hace unos años, cesión que ahora se realiza por mor de una decisión superior.

De ahí que sea incomprensible que no pueda el museo articular un discurso expositivo centrado en sus colecciones y en la provincia que le da la titularidad. La riqueza de las colecciones del museo, la Historia del Arte de nuestra ciudad y de nuestra provincia, de las manifestaciones culturales de sus pueblos o del gran número y significación de excavaciones arqueológicas, o la gran cantidad de artistas que actualmente realizan propuestas, nos debiera hacer pensar que continuamente perdemos oportunidades de dar a conocer nuestras colecciones, nuestra historia o nuestra creación contemporánea.

Por el contrario, vemos que en las salas de exposición temporal se exhiben obras de artistas internacionales o regionales, la última, una ocurrencia de Pedro Almodóvar que, gracias a su buen hacer cinematográfico y la admiración que genera, consigue todo el crucero superior para exponer 30 obras de gran formato que ha improvisado con el artista Jorge Galindo. Exposiciones que tendrían su justa cabida en un Museo Regional de Arte Contemporáneo o en el mismo Museo de Santa Cruz una vez cubiertos los objetivos que le son propios. 

¿Durará mucho esta situación? Esperemos que no. Hemos de creer que la sensatez y el decoro se impondrán tarde o temprano para una institución que atiende a la etimología de “Templo de las Musas”, lugar sagrado para venerar el arte, profanado ya tantos años por tanta incompetencia y desatino.

Dedicábamos la pasada semana la entrega de esta columna al Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO), y es que no se puede hablar del Museo de Santa Cruz sin haber visto antes los pormenores del compromiso del Gobierno regional para con el señor Polo previo a la firma del convenio de cesión de su obra para ser exhibida en la región. 

Y, aunque Cuenca fuese la ciudad idónea para instalar dicha colección, el mecenas y coleccionista prefirió a la concurrida Toledo y el emblemático espacio de Santa Fe. Nos imaginamos que en la visita al lugar también le enseñaron, o le sugirieron, la oportunidad de extender su actuación hacia el crucero superior del Museo de Santa Cruz o al espacio que ocupara la Biblioteca Pública del Estado, conocida popularmente por los toledanos como “del Miradero”. Y con esa ubicación de la Colección Polo quedó deslavazado el proyecto museístico que los distintos directores del Museo de Santa Cruz habían ido pergeñando a lo largo de los últimos años.