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Somos afortunados en Castilla-La Mancha por el gran legado patrimonial que poseemos. Nuestra comunidad autónoma es una de las regiones más ricas en patrimonio cultural de toda Europa. Esta circunstancia implica una gran responsabilidad para todos, pero especialmente para las Administraciones Públicas, que no debemos de entender como una carga o una obligación legal sino más bien como una oportunidad para convertir nuestro territorio en un referente, desde los monumentos, yacimientos, áreas arqueológicas y, de una manera especial, los museos.
Parece que calificar un edificio de ‘museo’ le otorga una categoría y protección especial y que sobre el contenido y el continente ya está todo hecho de por vida. En estos días, en los que hemos celebramos el Día Internacional de los Museos, quiero hacer hincapié en que, precisa y desgraciadamente, así está ocurriendo en nuestra región. Crear un museo es fácil, lo difícil es mantenerlo, darle vida y ponerlo al servicio de la ciudadanía.
Los museos están pasando por una difícil situación, en especial el Museo de Santa Cruz de Toledo, ante la dejadez de la Junta de Comunidades y el draconiano contrato que implica la cesión de parte de sus espacios, en especial aquellos destinados a ampliar el museo y dotarle de servicios modernos, a la exposición de la colección personal de Roberto Polo un capricho de Page y su Gobierno a costa de uno de los museos de Bellas Artes, Historia, Arqueología, Artes Decorativas y Etnografía más importantes de España.
Se supone que explicará algún día el actual presidente de Castilla-La Mancha, en ello tenemos esperanza, qué le debe a Polo, para que anualmente le regale de los presupuestos de los castellanomanchegos 1.500.000,00 euros, además del uso de espacios privilegiados de titularidad pública como el Museo de Santa Cruz de Toledo, la antigua Biblioteca Pública del Estado del Paseo de Miradero o, en Cuenca, la Iglesia de la Santa Cruz, destinada originalmente a ampliar el museo provincial en su sección de Bellas Artes.
Este es un ejemplo de cómo se están gestionando los espacios museísticos de la región, con una carencia dramática de presupuesto que vele por el cumplimiento de los objetivos del Plan Estratégico de Cultura de la Junta, sin atender a mejoras tecnológicas o a las necesidades de recursos humanos y sin resolver los serios problemas de infraestructuras arquitectónicas que afectan a los museos de Guadalajara, Cuenca y Toledo.
Especialmente grave es el caso de Cuenca, donde lejos de aprovechar el privilegio que supone contar con la mayor densidad de museos por metro cuadrado de Europa en su casco histórico (Museo de Semana Santa, Arqueológico, Diocesano, Museo de las Ciencias, Arte Abstracto, además de la Fundación Antonio Pérez y del Espacio Torner), todo ello en un conjunto con la calificación de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el Museo Provincial lleva años a la espera de una ampliación, en estado de abandono, sin director/a desde 2019 y no pudiendo exponer sus cientos de bienes culturales de primer orden para disfrute de la sociedad.
Los museos atesoran nuestro pasado, la identidad, lo que somos, basado precisamente en el legado que hemos recibidos de nuestros predecesores, pero los antiguos museos provinciales muestran, en la actualidad, un presente desolador y desalentador. Esta triste evidencia nos debería de animar a que, en esta semana que los hemos recordado especialmente por celebrarse su día internacional, establezcamos el punto de inflexión para que la responsabilidad de las administraciones públicas se materialice en hechos e inversiones que nos haga posible disfrutar del gran patrimonio de nuestra tierra, con recursos técnicos y humanos a la altura de la calidad de sus fondos. Espero que en el año 2022 haya motivos para celebrar el Día Internacional de los Museos en unos espacios dignos y dotados, dónde albergar con orgullo las señas de identidad de nuestra Historia.
Somos afortunados en Castilla-La Mancha por el gran legado patrimonial que poseemos. Nuestra comunidad autónoma es una de las regiones más ricas en patrimonio cultural de toda Europa. Esta circunstancia implica una gran responsabilidad para todos, pero especialmente para las Administraciones Públicas, que no debemos de entender como una carga o una obligación legal sino más bien como una oportunidad para convertir nuestro territorio en un referente, desde los monumentos, yacimientos, áreas arqueológicas y, de una manera especial, los museos.
Parece que calificar un edificio de ‘museo’ le otorga una categoría y protección especial y que sobre el contenido y el continente ya está todo hecho de por vida. En estos días, en los que hemos celebramos el Día Internacional de los Museos, quiero hacer hincapié en que, precisa y desgraciadamente, así está ocurriendo en nuestra región. Crear un museo es fácil, lo difícil es mantenerlo, darle vida y ponerlo al servicio de la ciudadanía.