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Reconozco que soy una de esas raras personas que, antes de opinar a la ligera sobre cualquier asunto, prefieren informarse y documentarse sobre el tema en cuestión, analizar y contrastar toda la información disponible y, finalmente, con todo ello en la cabeza, emitir un juicio siempre desde la prudencia y consciente de que la subjetividad -incluso cuando te has esforzado en esa búsqueda de información- lleva consigo implícitamente el riesgo de estar equivocado. Detesto los prejuicios, los apriorismos y las medias verdades, y siempre suelo desconfiar de las personas que, con mayor o menor vehemencia, aseguran estar en posesión de la verdad absoluta.
Vengo observando desde hace unas semanas algunas opiniones (en realidad son muy pocas, pero se retroalimentan autocitándose para dar la impresión de ser más) de personas que se oponen al proyecto del parque histórico-cultural 'Puy du Fou' que está en estos momentos en fase de estudio antes de su aprobación.
Vaya por delante que respeto todas las opiniones, faltaría más, y que alguno de ellos es buen amigo desde hace años (y lo seguirán siendo) pero me veo en la obligación de escribir estas líneas pues las críticas se están centrando en aspectos sobre los que pienso que puedo arrojar algo de luz como licenciado en Ciencias Ambientales e Ingeniero Técnico Agrícola. Decía antes que no soporto los prejuicios y los apriorismos, y sinceramente creo que las opiniones que han expresado las personas que se oponen al proyecto están plagadas de ellos. Intentaré en las próximas líneas aportar datos que hagan ver al lector por qué considero errados los argumentos esgrimidos por estas personas.
El proyecto tiene tres aspectos fundamentales que hay que analizar por sus posibles implicaciones, impactos y repercusiones: el económico, el cultural y el ambiental.
Con respecto al económico, creo que es evidente que en la actual situación socioeconómica que atraviesa España, muy distante de poder dar como mínimamente superada la última y tremenda crisis, hace que pocos proyectos puedan suponer para Toledo y su área de influencia una oportunidad mayor que Puy du Fou. Es claramente esperanzador para nuestro futuro económico la llegada de un proyecto que, hasta donde he podido conocer en esa búsqueda de la mayor información de la que al comienzo hablaba, en absoluto es humo o promesas vanas, sino un plan estudiado y bien trabajado en base a la experiencia acumulada en 30 años en Francia, donde han conseguido lograr un modelo único capaz de hacer interesarse por la historia y la cultura a un público masivo.
La magnitud del proyecto supera a lo meramente local, y puede en un futuro a medio plazo reactivar de modo notable la economía de buena parte de la provincia. En especial me gustaría hacer hincapié en el futuro de los Montes de Toledo, comarca a cuyas puertas se sitúa el proyecto. Las proyecciones demográficas de esta comarca son pavorosas, con un descenso estimado de población dramático en los próximos años debido al envejecimiento de su población, la ausencia de nacimientos y la escasez de oportunidades laborales.
No cabe ninguna duda de que el éxito de Puy du Fou mitigaría en parte los efectos de esta situación, atrayendo inversiones y dando a conocer la comarca a miles de personas que probablemente no pasarían por allí de otro modo. Algo parecido se puede decir de la zona oeste de la provincia, con las comarcas de Talavera y La Jara afrontando un futuro nada esperanzador. En muchas zonas del interior de España, especialmente en toda Castilla (salvo Madrid) la verdadera especie en peligro de extinción a mediados de siglo será el 'Homo sapiens', y debemos como sociedad afrontar esta situación con responsabilidad. Esa responsabilidad incluye saber detectar y aprovechar las oportunidades que se presenten para frenar esta dinámica. En lo que afecta más directamente a la ciudad de Toledo, económicamente el proyecto Puy du Fou puede suponer realmente el hecho diferencial que se lleva persiguiendo desde hace décadas: conseguir incrementar las pernoctaciones en base a un producto atractivo ligado a nuestra cultura e historia. Ello es un anhelo histórico del sector turístico toledano, que siempre ha lamentado la baja tasa de pernoctaciones con respecto a visitantes de la ciudad.
Además, el proyecto no plantea la construcción de hoteles por lo que será la oferta externa la que se beneficie directamente de este probable incremento de pernoctaciones. Sumado a ello, está el hecho de que la ubicación elegida posibilitaría amortizar la millonaria inversión que supuso la variante suroeste, hoy claramente infrautilizada, que permitiría la llegada de los visitantes al parque desde Madrid sin interferir en el tráfico de la ciudad de Toledo de modo significativo. Por todo lo expuesto, creo que desde el punto de vista económico, podemos estar ante una oportunidad que será difícil que vuelva a repetirse.
En el terreno cultural, la verdad es que es en mi opinión muy notable y digno de agradecer que el modelo que plantea Puy du Fou sea único en Europa, y diría que en el mundo, en el sentido de que el protagonismo del parque se centre en la Cultura y la Historia. Muy alejado del concepto de parque temático que a todos nos viene a la cabeza al oír ese término (y probablemente causa de los prejuicios y apriorismos que algunos esgrimen al criticar negativamente el proyecto), en Puy du Fou llevan muchas décadas en Nantes demostrando que hay un público interesado en disfrutar aprendiendo y conociendo su historia y su cultura. No necesitan montañas rusas, ni personajes de comic, ni muñecos basados en dibujos animados. Se centran en explicar la cultura y la historia de un modo ameno, vistoso y destinado a un público que acude en familia dispuesto a salir del parque conociendo un poco mejor su pasado tras haber disfrutado bastantes horas en un entorno en el que el paisaje, la gastronomía y las actuaciones en directo también están explicando y enseñando cultura e historia.
Evidentemente, en el caso de Toledo y la historia de España, será nuestra obligación estar atentos para vigilar que las explicaciones y contenidos de los espectáculos sean rigurosos y fieles a la historia para asesorar y, en su caso, poder corregir las inexactitudes que pudieran darse. Me consta que los responsables del parque ya están en contacto con las personas que garantizan la elaboración y supervisión de esos contenidos de nuestra historia para que sean veraces y fidedignos: los historiadores y arqueólogos locales y nacionales de acreditado prestigio.
Me centraré por último en el terreno ambiental, en el que sinceramente creo que tengo algo que aportar. Me he esforzado en las últimas semanas por conocer hasta el último detalle del proyecto en este sentido: he visitado la finca con detenimiento, he estudiado qué propone el proyecto, he leído las críticas que algunos le han hecho, me he interesado por el parque ya implantado en Francia, he hecho cálculos de consumo de agua y he leído con atención las alegaciones que se han presentado por algunos colectivos e instituciones en la fase de estudio anterior.
Lo primero que quiero dejar claro es que, frente a lo que algunos quieren vender, la Administración (en este caso la Junta de Comunidades) está siendo especialmente exigente con el proyecto de Puy du Fou, de lo cual me congratulo como ciudadano y como ambientólogo. He llegado a leer que al proyecto le han puesto una “alfombra roja” para su fácil aprobación y he podido constatar, con satisfacción, que ello es absolutamente falso y que, muy al contrario, se le están exigiendo todos los requerimientos, documentos, estudios e informes que la ley establece para este tipo de proyectos, como es por ejemplo la elaboración de un informe de evaluación ambiental estratégica, al máximo nivel de los requerimientos ambientales que contempla nuestro ordenamiento jurídico. Que los funcionarios públicos cuenten con la ingente cantidad de información relativa al proyecto solicitada solo puede ser motivo de alegría y garantía de que, muy lejos de dar facilidades, en lo ambiental se está siendo rigurosísimo con Puy du Fou.
Algunas voces, las habituales, indican que la finca Zurraquín no es el lugar adecuado para emplazar el proyecto por su supuestamente alto valor ecológico. En mi opinión, tras haber estudiado a fondo el proyecto y la propia finca, Zurraquín sí es un lugar idóneo para ubicarlo. De modo resumido citaré las razones que me llevan a esa conclusión:
En definitiva, estamos ante un proyecto que supone una excelente oportunidad no solo para Toledo, sino para todo el centro peninsular, por descontado en lo económico, indudablemente en lo cultural y también, y esto es lo que me gustaría recalcar, en lo ambiental. Una oportunidad de poder poner en valor para el disfrute de la ciudadanía nuestra cultura e historia en un entorno mimetizado con el medio que le rodea, que cumpla con las recomendaciones internacionales, que integre el paisaje adehesado (presente en una porción de la parcela) como uno de los mejores ejemplos de convivencia sostenible entre el ser humano y naturaleza, con sus implicaciones para nuestra cultura paisajística y gastronómica, que plantee un espectáculo de cetrería que ya en Francia es una referencia y del que en Toledo carecemos y que promueva un uso racional y razonable del agua.
Creo honestamente, tras estudiar a fondo el proyecto, que todo ello se conjuga en Puy du Fou, por lo que considero una labor de responsabilidad ciudadana publicar este artículo. Espero que el parque salga adelante y agradezco a sus responsables las facilidades que me han dado para acceder a la información del proyecto y conocer la finca Zurraquín.
También les agradezco su predisposición a escuchar y aceptar sugerencias técnicas, integrando en el proyecto muchas de las alegaciones razonables que algunos colectivos, instituciones y particulares formularon en la anterior información pública. Estoy seguro de que el proyecto final será ejemplar, tanto por las exigencias que planteen los técnicos de la administración que tramiten los permisos, como por el mencionado carácter abierto y dialogante que he encontrado en los promotores del parque.
Para finalizar, quiero recalcar que escribo estas líneas desde una posición de absoluta independencia, únicamente movido por ese sentimiento de responsabilidad que, como toledano y como ambientólogo, me motivó a interesarme a fondo por el proyecto antes de emitir un juicio (lo contrario hubiera sido un pre-juicio).
Permaneceré vigilante, si el proyecto sale adelante, para comprobar que la ejecución de los trabajos se corresponde con el espíritu que emana del proyecto y con las exigencias que, en su caso, la administración le imponga. La ocasión lo merece, estamos a ante una gran oportunidad.
Reconozco que soy una de esas raras personas que, antes de opinar a la ligera sobre cualquier asunto, prefieren informarse y documentarse sobre el tema en cuestión, analizar y contrastar toda la información disponible y, finalmente, con todo ello en la cabeza, emitir un juicio siempre desde la prudencia y consciente de que la subjetividad -incluso cuando te has esforzado en esa búsqueda de información- lleva consigo implícitamente el riesgo de estar equivocado. Detesto los prejuicios, los apriorismos y las medias verdades, y siempre suelo desconfiar de las personas que, con mayor o menor vehemencia, aseguran estar en posesión de la verdad absoluta.
Vengo observando desde hace unas semanas algunas opiniones (en realidad son muy pocas, pero se retroalimentan autocitándose para dar la impresión de ser más) de personas que se oponen al proyecto del parque histórico-cultural 'Puy du Fou' que está en estos momentos en fase de estudio antes de su aprobación.