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Reivindicamos unir el presente con el futuro en dignidad y derechos de las personas

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El 1 de octubre, celebramos el Día Internacional de las Personas de Edad, aprobado por resolución de la Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) el 14 de diciembre de 1990. Este año coincide con el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por ello, como objetivos de esta conmemoración se pretende asegurar una vida digna y el disfrute de sus derechos, reconociendo su contribución en el desarrollo económico y social, subrayando su papel como parte fundamental de las familias. Como es conocido, este insiste en la imprescindible colaboración, protección y aprendizaje entre generaciones. 

En efecto, sólo mediante la colaboración entre todas las partes, y todas las generaciones, es posible continuar progresando en el cumplimiento de los derechos básicos de todas las personas del mundo.

El mayor reto social del Siglo XXI es el envejecimiento de la población, con repercusiones significativas en todos los aspectos de la sociedad. La vejez no puede ser considerada como una enfermedad sino como una etapa con necesidades preventivas que deben estar consideradas adecuadamente en los planes y políticas sociales y económicas de todos los gobiernos. En consecuencia, la sociedad está obligada a ofrecer soluciones optimas al envejecimiento de todos ciudadanos que, cada vez son más mayores y reivindicativos. Como indica António Guterres, las personas de edad son fuentes inestimables de conocimientos y experiencia, y tienen mucho que aportar a la paz, al desarrollo sostenible y a la protección de nuestro planeta. En consecuencia, cualquier persona o institución que no valore adecuadamente sus profundos conocimientos y experiencias, están cerrando, en gran medida, las puertas a la paz y al progreso social.

Resulta preciso subrayar que, a nivel mundial, cada año unos 58 millones de personas llegan a los 60 años y las proyecciones revelan que, en 2050, la proporción será una de cada cinco personas. Es evidente que el envejecimiento de la población es un fenómeno que ya no puede ni debe ser ignorado. Por ello, las organizaciones internacionales, los gobiernos locales y nacionales, las comunidades y las entidades de la sociedad civil se deben comprometer en la construcción una sociedad inclusiva adecuada a las realidades y retos demográficos. 

Razonadamente, es preciso reflexionar sobre las deficiencias y vulneración de derechos y, al tiempo, ofrecer recomendaciones sobre del camino a seguir, a fin de conseguir una sociedad para todas las personas, sean jóvenes o mayores, que consigan contribuir al desarrollo, compartir sus beneficios y vivir con dignidad.

Subrayamos que el Estado de Bienestar se ha convertido en el bien más apreciado por nuestra sociedad actual. Defendemos un Estado de Bienestar en el que, a pesar de los avances conseguidos en estos últimos 20 años, se redefinan las fronteras entre estado y sociedad, entre el sector público y el privado, que deben colaborar, tras haber pasado de un modelo de Estado prestacional a un modelo de Estado garante, cuyas debilidades de han evidenciado con la pandemia de la COVID-19. En consecuencia, resulta imprescindible una mayor intervención y control de las Administraciones públicas, más inversión pública, mejorar los servicios públicos y más garantías del cumplimiento de los derechos humanos. Una vez más, debemos incidir en la importancia del ODS 16 de las Agenda 2030 de Naciones Unidas (Paz, justicia e instituciones sólidas) para lograr sociedades inclusivas y pacíficas que promuevan el desarrollo sostenible e impulsen el estado del derecho a nivel nacional e internacional. Como subraya el Secretario General de las Naciones Unidas debemos construir sociedades inclusivas basadas en la transparencia y el buen gobierno, con instituciones públicas transparentes y responsables; el respecto a los derechos humanos, con ciudadanos que disfruten con las libertades y condiciones básicas para vivir en dignidad.

Responsablemente, tenemos que considerar que el envejecimiento de la población también ofrece desafíos económicos, sociales y culturales a las personas, las familias, las sociedades y la comunidad mundial. En efecto, sus repercusiones sociales y económicas son profundas y exceden del contexto de la propia persona mayor y de su familia, involucrando a toda la sociedad y a la comunidad mundial. Consecuentemente, las iniciativas y actuaciones que formalicemos para responder a los desafíos y optimizar las oportunidades de una creciente población de personas mayores, determinarán si la sociedad avanzará y conseguirá los beneficios de la longevidad. Lógicamente, se precisa analizar tanto a los desafíos como las oportunidades para optimizar el éxito en un mundo que envejece. 

En el año 2023, como objetivos principales se pretende aprender, compartir y desarrollar modelos intergeneracionales que ayuden a proteger los derechos humanos en todo el mundo. Para ello, es fundamental una nueva cultura basada en los Derechos Humanos de las personas de edad y un cambio de mentalidad y de actitudes sociales con respecto al envejecimiento y las personas mayores, que no deben ser consideradas meros receptores de medidas de bienestar social, sino miembros activos que contribuyen a la sociedad. Además, se deben generar compromisos entre las partes interesadas para la protección de los Derechos Humanos en personas mayores, tanto las actuales, como las que lo serán en el futuro, impulsando la formulación de instrumentos internacionales de Derechos Humanos y traducirlos en leyes y reglamentaciones nacionales y medidas afirmativas que contrarresten la discriminación por motivos de edad y reconozcan a las personas de edad como sujetos autónomos.

Coincidimos con Facundo Cabral: “Nos envejece más la cobardía que el tiempo. Los años sólo arrugan la piel, pero el miedo arruga el alma”. No tengo miedo en la defensa de los Derechos Humanos de todas las personas independientemente de su edad, lugar de nacimiento u otras condiciones personales, porque avanzar en derechos es garantía para la paz, la solidaridad y la tolerancia entre las personas y los diversos pueblos en un mundo mejor.

El 1 de octubre, celebramos el Día Internacional de las Personas de Edad, aprobado por resolución de la Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) el 14 de diciembre de 1990. Este año coincide con el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por ello, como objetivos de esta conmemoración se pretende asegurar una vida digna y el disfrute de sus derechos, reconociendo su contribución en el desarrollo económico y social, subrayando su papel como parte fundamental de las familias. Como es conocido, este insiste en la imprescindible colaboración, protección y aprendizaje entre generaciones. 

En efecto, sólo mediante la colaboración entre todas las partes, y todas las generaciones, es posible continuar progresando en el cumplimiento de los derechos básicos de todas las personas del mundo.