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El reto político para 2024. O la política del reto

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Se acerca ya el final de 2023. Año complicado en el que, después de innumerables avatares, y algunas sorpresas, ya hay un nuevo Gobierno funcionando en nuestro país. Más allá de las dificultades para obtener el respaldo de la mayoría del Congreso de los Diputados, que el presidente ha sabido articular con su habitual habilidad política, toca ahora ponerse en marcha. Y establecer las prioridades y los retos para el año que estamos a punto de iniciar.

Y no es sencillo. Es difícil establecer el reto más importante. O los retos. Y la forma de alcanzarlo, es decir, la política, se convierte también, por su parte, en otro reto muy complejo. De ahí el título que encabeza esta columna.

Parece que las cuestiones territoriales van a ser importantes, básicamente porque es perentoria una nueva financiación autonómica, que ahonde en más igualdad entre todos los españoles y españolas, vivan donde vivan. El acuerdo es sin duda una de las cuestiones a abordar en 2024 y requerirá de mucha habilidad y temple. Como también ha de pasar con la tramitación, y posterior aprobación, de la famosa Ley de amnistía. La negociación o los acuerdos para su implementación, una vez aprobada, salvaguardando la independencia judicial y cuidando el relato, serán también fundamentales.

Pero el año 2024 debe poner en el foco a los ciudadanos, cuidando a las personas que más necesitan de que exista una administración fuerte, y un Gobierno progresista. Para ello, debe seguir aumentándose el salario mínimo interprofesional, incrementar las prestaciones por desempleo o impulsar una política fiscal más redistributiva y justa, haciendo que aquellos que más tienen, las grandes empresas y los fondos de inversión, se sientan concernidos por la necesidad de aumentar la recaudación para garantizar mejores servicios públicos para todos, y, sobre todo, para ayudar, de manera colectiva, a los que menos tienen.

Estas prioridades, o retos, deben figurar en los presupuestos generales del estado para 2024, que deben ser aprobados por las Cortes. Aquí también, a pesar de la teórica predisposición al acuerdo de todas las fuerzas políticas, habrá que hilar muy fino para que todos se sientan cómodos en el resultado final. Y no será nada fácil a la vista de los diferentes planteamientos ideológicos de las distintas fuerzas políticas y de las elecciones gallegas, europeas y vascas, todas ellas en 2024, y las catalanas, previstas para 2025, cuyo impacto en la política nacional puede ser enorme en esta ocasión.

Dejo para el final la acuciante renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que debe ser resuelta de inmediato. El PP no puede impedir su renovación como lleva haciendo cinco años. Su posición es sumamente inconstitucional e interesada. Y cuestiona permanentemente el funcionamiento de la justicia en nuestro país. Igual que cuando ha gobernado el PP el CGPJ se ha renovado sin problemas, ahora debe suceder lo mismo. Ni más ni menos.

Retos en definitiva para 2024. Los asuntos, y las políticas para alcanzarlos.

Se acerca ya el final de 2023. Año complicado en el que, después de innumerables avatares, y algunas sorpresas, ya hay un nuevo Gobierno funcionando en nuestro país. Más allá de las dificultades para obtener el respaldo de la mayoría del Congreso de los Diputados, que el presidente ha sabido articular con su habitual habilidad política, toca ahora ponerse en marcha. Y establecer las prioridades y los retos para el año que estamos a punto de iniciar.

Y no es sencillo. Es difícil establecer el reto más importante. O los retos. Y la forma de alcanzarlo, es decir, la política, se convierte también, por su parte, en otro reto muy complejo. De ahí el título que encabeza esta columna.