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La pandemia es lo más difícil de gestionar y vivir que toda una generación mundial vamos a tener que vivir, sufrir y gestionar. He visto tomar decisiones entre lágrimas a distintos dirigentes políticos, también de partidos diferentes al mío. Y he empatizado con ellos.
No hay decisión buena, ni fácil. Nadie tiene un libro de instrucciones sino que se está escribiendo cada día con los errores y los aciertos de unos y otros, en toda España y en todo el mundo.
No creo que al presidente de Castilla y León le guste cerrar la hostelería por completo. Ni al de Asturias pedir un confinamiento domiciliario. Ni tampoco a Aragón aplicar un toque de queda desde las 20:00 horas. Da igual la ideología, todo el mundo desearía poder decretar ya la vieja normalidad, nadie quiere restricciones y cuando se toman se reza para que sirvan para bajar la dureza del golpe del virus.
En este contexto de dureza, ¿alguien entiende a Paco Núñez, el líder del PP de Castilla-La Mancha? Es tan innecesario el camino por el que ha optado aumentando el dolor de lo que nos pasa.
En marzo, criticó que se llegó tarde al confinamiento -aunque ese primer fin de semana, él estaba de viaje personal- y se aprovechó de cada golpe que la COVID-19 nos daba. Sin embargo, en mayo -todavía en los coletazos más duros de la ola- se apresuró a afirmar que la desescalada ahogaba la economía (al dictado de Ayuso), a pedir que se levantara el estado de alarma, que eso era de dictaduras y que se abriera por completo todo, que se levantaran todos los límites. De una semana a otra, de los hospitales a los bares, sin tránsito. Es fácil cuando no se toman decisiones, cuando si sube el paro es culpa del gobierno (y no de la pandemia) y si hay contagiados también.
Ahora que todos los expertos dicen que la desescalada pudo haberse hecho demasiado rápido, vuelve a cambiar de opinión. Las medidas de contención llegaban tarde si afectaban a municipios del PSOE, pero las mismas eran sectarias e innecesarias en los municipios del PP. Ideologizó una lucha que está más que demostrado que no entiende de fronteras, ni de partidos, ni de pobreza o riqueza.
Afirma no tener datos de la evolución de la pandemia para valorar -a preguntas de los periodistas- los confinamientos totales de Castilla y León y el cierre total de la hostelería decretado por un gobierno del PP, pero pide al mismo tiempo relajar las medidas en los mercadillos (¿sin tener datos?) o abrir ya hospitales de emergencia.¿Cómo se puede pedir flexibilidad y cierre al mismo tiempo que afirma no tener datos, decir que se relajen medidas al tiempo que se abran hospitales de emergencia?
Es una auténtica postura esquizofrénica que solo se explica en un razonamiento: haga lo que haga el gobierno hay que criticarlo. Lo haya propuesto antes o no, lo estén haciendo todos los presidentes autonómicos o no, tenga datos sanitarios o no, sea bueno o no...
España necesita unidad, moderación, empatía, coherencia y sensatez.
Durante la pandemia esperaba que todos tirásemos nuestros carnets políticos y que nos pusiéramos de corazón un único traje: el de la lucha contra el virus.
La pandemia es lo más difícil de gestionar y vivir que toda una generación mundial vamos a tener que vivir, sufrir y gestionar. He visto tomar decisiones entre lágrimas a distintos dirigentes políticos, también de partidos diferentes al mío. Y he empatizado con ellos.
No hay decisión buena, ni fácil. Nadie tiene un libro de instrucciones sino que se está escribiendo cada día con los errores y los aciertos de unos y otros, en toda España y en todo el mundo.