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Es sorprendente cómo casi a diario me informan que una persona conocida padece Alzheimer. Amigos que poseen una formación universitaria, con experiencia en puestos de responsabilidad, amantes de la lectura, el cine, etc. El Alzheimer no hace distinciones sociales.
En nuestro país, el Alzheimer se ha convertido en uno de los principales problemas de salud pública. Cada año, se diagnostican más de 40.000 casos nuevos de Alzheimer. Nos encontramos con un tipo de demencia que afecta a la memoria, el pensamiento y el comportamiento, con síntomas que suelen desarrollarse lentamente y empeoran con el tiempo, llegando a interferir en la realización de las más elementales tareas cotidianas.
Resulta preciso subrayar que el Alzheimer no es una característica del envejecimiento y no es una dolencia exclusiva de la vejez; aunque su incidencia aumenta con la edad, siendo la mayoría de los afectados mayores de 65 años. Sin embargo, hoy en día, se observa un incremento en los casos que afectan a personas cada vez más jóvenes, denominándose de “inicio temprano”.
El Alzheimer es una enfermedad progresiva en la que los síntomas de demencia empeoran gradualmente con el paso de los años. En sus primeras etapas, la pérdida de memoria suele ser leve, pero en las etapas finales del Alzheimer, las personas pueden perder la capacidad de mantener una conversación y responder a los estímulos del entorno.
El Alzheimer es la sexta principal causa de muerte en los Estados Unidos. Las personas con Alzheimer suelen vivir un promedio de ocho años después de que los síntomas se vuelven evidentes, pero la supervivencia puede oscilar entre 4 y 20 años, dependiendo de factores como la edad y otras afecciones de salud.
A pesar de las investigaciones que se están realizando, el Alzheimer sigue sin tener cura. Algunos tratamientos demuestran la eliminación de la beta-amiloide, una de las principales características de la enfermedad en el cerebro, lo que puede reducir el deterioro cognitivo y funcional en casos tempranos. Igualmente, otros tratamientos pueden mejorar la calidad de vida de las personas afectadas y sus cuidadores. Sin embargo, todavía estamos muy lejos de poder decir que se está dando una respuesta adecuada a este grave problema.
En un 85% de esos casos, son las familias quienes se hacen cargo de la atención y cuidado de la persona diagnosticada, asumiendo los elevados costes. Además, la dedicación del cuidador es de unas 16 horas diarias, sufriendo ansiedad, estrés, impotencia y rabia al no saber cómo ayudar a una persona querida que se va alejando gradualmente. Es muy doloroso ver a un padre o madre llegar a un punto en el que ya no te reconoce y se va apagando gradualmente.
Resulta fundamental ayudar a las familias no sólo económicamente, sino también emocionalmente, formándolas y asesorándolas. Nunca hay que olvidar la necesidad de “cuidar al cuidador”, sean profesionales o familiares. Es evidente que hacen falta más recursos y ayudas; pero, sobre todo, debemos enfocarnos en cuidar a aquellos que cuidan a otras personas.
Hay que reconocer que, cada día más, se está realizando un esfuerzo mundial para encontrar mejores formas de tratar la enfermedad, retrasar su aparición y prevenir su desarrollo.
Razonadamente, reivindicamos investigaciones públicas que den respuestas a un grave problema personal, familiar y social que va en aumento, unido al desarrollo de estrategias de prevención. Lógicamente, las investigaciones nos facilitarán nuevas estrategias de intervención para actuar adecuadamente, y generar nuevos y más efectivos tratamientos.
No cabe duda de que invertir en investigación es vida y, sobre todo, es futuro para las personas que padecen Alzehimer. Además de buscar tratamientos más efectivos y estrategias de prevención, la investigación nos brinda esperanza. Cada avance nos acerca un poco más a entender esta compleja enfermedad y a encontrar soluciones que mejoren la calidad de vida de los afectados y de sus seres queridos.
Es sorprendente cómo casi a diario me informan que una persona conocida padece Alzheimer. Amigos que poseen una formación universitaria, con experiencia en puestos de responsabilidad, amantes de la lectura, el cine, etc. El Alzheimer no hace distinciones sociales.
En nuestro país, el Alzheimer se ha convertido en uno de los principales problemas de salud pública. Cada año, se diagnostican más de 40.000 casos nuevos de Alzheimer. Nos encontramos con un tipo de demencia que afecta a la memoria, el pensamiento y el comportamiento, con síntomas que suelen desarrollarse lentamente y empeoran con el tiempo, llegando a interferir en la realización de las más elementales tareas cotidianas.