Hay amores a primera vista y a segunda vista. Hay amores que necesitan su tiempo y su momento. Hay amores que llegan y se instalan para siempre. Hay canciones que son como amores y cuando llegan nunca se marchan. Como el amor, no está siendo fácil el camino de “Este Devenir”, el trabajo más reciente de la albaceteña Karmento, pero cuando llega cala y ahonda.
Canciones como 'Danzar sobre la tierra', se instalan y se confunden con los recuerdos, con todo lo que somos, con los buenos sueños de verano a los que siempre soñamos regresar. La bicicleta, los donetes, la lluvia y los secretos del verano a través de una voz familiar. “No he hecho nada en mi vida para cantar así. Nunca he ido a clases de canto”, sonríe Karmento. La voz viene y la voz va, como en un columpio, quizá porque no para de danzar sobre la silla al otro lado del teléfono.
Albaceteña y educadora social, un día hizo las maletas y se trasladó a Malta, allí miró bajo sus pies y descubrió los ritmos ancestrales, los que laten en la sangre y en el corazón. “Allí andaba tocando a la virulé cuando me descubrió David Aguado, que estaba creando el sello El Tragaluz, y me propuso que hiciéramos juntos este trabajo. Yo quería hacer un disco bonito y Eduardo Figueroa, el productor, ha conseguido que las canciones superen todas mis expectativas”.
Hacía cinco años desde que vio la luz su último trabajo y se dijo: “Carmen, si vas adelante con esto, vas con todo. Esto no tiene vuelta atrás. Así que vamos a hacerlo bien”. Era el ahora o nunca. El momento de dar el salto y de grabar un trabajo como este, donde conserva en algunos temas el aire de cantautora performativa, pero donde han entrado con firmeza los sonidos y ritmos de la tierra, el cacareo de las vecinas, el olor a ropa tendida y el frescor de la sierra del Segura albaceteña.
Tierra poblada por artistas desde antiguo como acredita la esfinge de Hache, un ser mitológico con garras de león, cuerpo de ave y cabeza de mujer que mira desafiante al espectador. Una conexión clara y directa a las culturas del Mediterráneo que descubrieron a Karmento el poder de la tierra, consiguiendo que esa cantautora “muy intensa y muy moñas”, se transforme cuando “las canciones en lugar de encerrarme en mi misma me piden abrirme, me vuelvo loca en el escenario. Es tu momento, la oportunidad de hacer tu movida en libertad. Siempre he bailado y la música es un impulso que va directamente al cuerpo”.