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Salvar la estepa manchega: “conectar” a agricultores y cazadores e “incentivar” el pastoreo

Compaginar los intereses de agricultores y cazadores con la preservación de la fauna (en particular las aves) en la estepa castellano-manchega. Este es el objetivo del ‘Proyecto Life Estepas de La Mancha’ que cofinancian la Unión Europea, la Fundación Global Nature y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Ernesto Aguirre, coordinador del proyecto y técnico de la Fundación Global Nature  cree que “lo lógico” es que se puedan compaginar agricultura y humedales esteparios. “La biodiversidad de la región se debe al mosaico agrícola que existe desde el Neolítico y que ha ido modificando el paisaje”, explica. De hecho, todas  las aves esteparias y acuáticas, los insectos y la vegetación natural  “también forman parte del trabajo agrícola desarrollado durante miles de años. El día que desaparezca la agricultura en Castilla-La Mancha también lo harán las especies vinculadas a esa actividad”.

La Fundación Global Nature apuesta por evitar la intensificación agraria y rescatar los usos tradicionales perdidos.  Aguirre lamenta, por ejemplo, que haya desaparecido el sistema  de rotación de cultivos lo que ha acentuado la erosión del terreno.

El objetivo del Proyecto Life Estepas de La Mancha, que se prolongará hasta 2019, es minimizar la desaparición de las aves esteparias a través del apoyo de los agricultores. “Estamos creando una Red de Custodia Agraria mediante un convenio  con el agricultor al que proponemos prácticas agroambientales”. El técnico sostiene que hay una “repercusión económica” porque el agricultor “se vuelve más competitivo además de las consecuencias positivas para la biodiversidad y el paisaje”.

¿Cómo mejorar la práctica agraria?

El tipo de práctica agraria incide en el entorno, tanto en la estepa como en los humedales de la región. “Una de las medidas que les proponemos es reducir el uso de fitosanitarios así como fraccionar el abonado a los cultivos, ajustando por ejemplo las cantidades de nitrógeno que se aportan”.

Además, y en lo que tiene que ver con los humedales, Ernesto Aguirre explica que “hay que tener en cuenta que se encuentran en una zona bastante plana y la mayoría se llenan gracias a las escorrentías o a las lluvias. Un campo situado junto a una laguna que aplique fitosanitarios en exceso, al ser regado o al llover, arrastrará ese exceso hacia el humedal”.

Se proponen cursos para los agricultores en los que se explican dos aspectos “fundamentales”. Si se trata de cultivos convencionales, se les sugiere elegir con cuidado el momento de aplicar el fitosanitario. “Hay gente que ve un pulgón en el trigo, la cebada...y corre a comprar el arsenal químico para matarlo. Lo cierto es que no es práctico porque las plagas de insectos tienen un ciclo biológico. Si se aplica en ese momento, desaparecerán los primeros, pero los más fuertes vendrán después, se quedarán y acabarán con el cultivo”. Por eso, es necesario saber en qué momento del ciclo hay que hacerlo. “Así tendrá efecto de verdad. Y en vez de aplicar el fitosanitario cinco veces se hará dos. El agricultor ahorra dinero y gana en salud porque por más protección que lleve siempre hay un riesgo de contaminación”.

También se habla de abonos. Sobre todo del “error” que supone aplicarlos siguiendo directrices tales como “siempre se ha hecho así” o “por comodidad”. Es normal realizar el llamado 'abonado de fondo', es decir, echarlo todo de una vez. “El riesgo es que si llueve se va a ir lavando, contamina las aguas subterráneas, los humedales cercanos y probablemente no tengas el efecto que quieres en tu cultivo”. Apuesta por fraccionar su aplicación para obtener más rendimiento.

Después se propone al agricultor la posibilidad de trabajar en la creación de setos y linderos o respetar los periodos de recogida de la paja para evitar coincidir con el periodo de cría de las aves...“Son medidas voluntarias que ofrecemos al agricultor junto a la realización de análisis de suelo o darles la planta para la creación de setos y linderos, sin coste para ellos”.

Los agricultores son “receptivos”, señala. Ya han conseguido llegar a más de 400 de forma directa, a través de charlas en Toledo, Ciudad Real y Cuenca. Unas sesiones a las que también han acudido representantes de las cooperativas agrarias locales. “Eso se traduce en haber logrado llegar a unas 4.000 personas en total”.

La preocupación por las ZEPAS

Algunas de las dudas más frecuentes tienen que ver con las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Aguirre recuerda que los agricultores que cultivan estas zonas reciben compensaciones económicas, bien a través de la Política Agraria Comunitaria (PAC) o de los planes de desarrollo rural (PDR). “Les decimos que en vez de ver a la ZEPA como un enemigo deben hacerlo como un aliado”.

Aplicar estas medidas agroambientales supone conseguir una “comercialización diferenciada”, sostiene Aguirre. Ya existen siete agricultores que se han acogido a la Red de Custodia Agraria. Otros 15 están en vías de hacerlo. Se quiere llegar a 50, en un mínimo de 6.500 hectáreas. “Se les hace un estudio socioeconómico” y uno de sus objetivos será, al final del proyecto, saber “cuánto le cuesta la ZEPA al agricultor” y que, además, puedan tener “un plan de acción a posteriori”.

Además, en la web del proyecto se crea un perfil de cada agricultor que especifica las medidas agroambientales que están  implementando. El comprador final puede así conocer la trazabilidad total del producto de una parcela determinada. “Si estás aplicando medidas agroambientales para proteger la biodiversidad, tu producto tiene un valor agregado”, también ante la Unión Europea.

“Conectar” a agricultores, cazadores e incentivar el pastoreo

El trabajo en este proyecto no se queda solo en el agricultor. “Somos una ONG, pero trabajamos con el agricultor y también con cazadores y pastores. La receptividad es la misma. De momento no nos han tirado piedras. Les hablamos en términos agronómicos y financieros”.

En el caso de los cazadores, Aguirre comenta que “hay mucha gente que ve a la caza como algo negativo y al fin de al cabo, en Europa, es una forma de gestionar la fauna natural. Es un grupo que nos interesa trabajar para que haya una caza sostenible”. Se reunirán con sociedades de caza para ofrecer charlas y firmar convenios que permitan recuperar linderos y bosquetes y así mejorar el hábitat de la perdiz roja, ave cinegética pero también esteparia.

 “Ofreceremos a los cotos de caza interesados la posibilidad de crear charcas artificiales naturalizadas, como puntos de agua para aves, además de bosquetes o setos con arbustos”. Cree que los cazadores  pueden ofrecer datos fiables sobre los lugares en los que han avistado sisones, avutardas, alcaravanes, chorlitos, alondras...al margen de las aportaciones de los propios ornitólogos.

Después se trata de 'conectar' a agricultores y cazadores. Por eso propiciarán encuentros entre ambos colectivos “para poner puntos en común y encontrar soluciones viables que repercuta, además, en la mejora ambiental”.

Una posible solución a la plaga de conejos

La relación entre cazador y agricultor que propone la Fundación “quizá fuera una solución a la plaga de conejos que denuncian los agricultores”, propone Aguirre. “Los hay porque no existen depredadores como el zorro. Y faltan zorros porque no hay setos para refugiarse”.

El último reto está relacionado con la recuperación del pastoreo en aquellas zonas de pasto abandonadas que dejan paso a los matorrales. “La alondra de Dupont es uno de los habitantes de los pastos. Los expertos no creen que existan en esta región que tiene un hábitat muy deteriorado. Si lo recuperamos, volverán las colonias”. La idea es incentivar a los pastores y hacer también un censo de pastos, con apoyo de la Junta.

En la actualidad hay 57 municipios involucrados en el proyecto. En septiembre quieren pasar por todos ellos y llegar también a la población local.