La transición energética en España se ‘vende’ de múltiples formas, no todas eficaces y no todas con amplio respaldo de la ciudadanía. Las energías renovables como la fotovoltaica y la eólica están a la orden del día y su proliferación ya es imparable pese a los efectos colaterales en el medio rural. Sucede también con la biomasa y la geotermia. Pero si hay una fórmula que está levantando más que sospechas en muchos colectivos sociales y vecinales es el gas procedente de residuos: el biometano que genera el biogás.
En Castilla-La Mancha, una comunidad autónoma líder en potencia instalada de renovables, la proliferación de las plantas de biogás ya ha dejado de ser un fenómeno aislado, desapercibido. En la Asociación Pueblos Vivos apuntan directamente al vínculo de estas factorías con las macrogranjas, otra polémica en la región desde hace años debido a su proliferación y posterior moratoria. Según apuntan en esta asociación, las instalaciones de biometano están suponiendo un “efecto llamada” para la instalación de más granjas de ganadería intensiva “amparándose en el mantra de que no van a contaminar”, afirma Antonio Jorge, coportavoz del colectivo.
Actualmente este gas se produce en 15 países europeos y es inyectado en la red de gas natural en la mayoría de ellos. En Castilla-La Mancha la apuesta por esta fuente de energía se está agudizando. La promoción del biometano como una de las energías del futuro, amparada por la normativa que establece peajes y cánones asociados a terceros para acceder a las instalaciones gasistas, ha hecho que en esta comunidad autónoma comiencen a fraguarse importantes proyectos.
En Pueblos Vivos no lo ven tan claro y han conseguido frenar proyectos. ¿Por qué? Antonio Jorge explica a elDiarioclm.es que el metano tiene unas 20 veces más poder de absorción de calor, y por lo tanto más efecto invernadero que el CO2, aunque se descompone con mucha más facilidad. Destaca además que el destino de este elemento del biogás es su liberación a la atmósfera una vez hecha la combustión.
En las plantas de biogás, argumenta, el proceso “no se parece a este ni remotamente”. En estas factorías se tratan deyecciones ganaderas, más comúnmente llamadas purines, fruto exclusivamente de la ganadería intensiva; así como lodos de depuradoras urbanas, residuos agrícolas o restos de la industria cárnica. “Al hablar de purines, se trata de un producto que se obtiene a costa de una elevadísima huella de carbono”.
El mismo hecho de que las deyecciones o purines sean almacenados en balsas antes de su transporte ya va a contribuir de manera notable a las emisiones
“Esto quiere decir que el procesado de las deyecciones, lejos de contribuir a la sostenibilidad, va a incrementar de manera considerable la huella de carbono, siendo el resultado la emisión final de CO2, producto de la combustión del metano. Naturalmente que una central de biogás reduce las emisiones de metano que se producirían de manera natural en el almacenamiento y la dispersión de las deyecciones, pero la cosa no es tan simple: el mismo hecho de que las deyecciones o purines sean almacenados en balsas antes de su transporte ya va a contribuir de manera notable a las emisiones”.
Antonio Jorge se refiere con ello al hecho de que una central de biogás necesita diariamente una gran cantidad de materia orgánica y concretamente de purines. Estos deben forzosamente ser transportados desde las instalaciones donde se producen, y este transporte “va a dejar una elevada huella de carbono y altos costes”. Por tanto, precisa que la única solución para la reducción de las emisiones, no es el aprovechamiento del biogás para la generación eléctrica, sino “la reducción drástica de la ganadería intensiva en general”.
Por eso alerta de que estos proyectos generan dos problemas: una “gran cantidad de tráfico de sustancias malolientes” en los alrededores y “por lugares que posiblemente no están preparados para ello; y un ”efecto llamada a más instalaciones de ganadería industrial amparándose en el mantra de que ahora ya no van a contaminar“.
“Las centrales de biogás han continuado no siendo rentables hasta hace poco y eso ha detenido su expansión. El gas producido en ellas era mucho más caro que el gas natural y eso las hacía depender de ayudas públicas, pero previsiblemente, con una crisis de combustibles que no puede más que ir a más, con los precios del gas natural disparados y con una Europa que apuesta abiertamente por el sector ante la necesidad de aumentar el autoabastecimiento de energía, se han desempolvado proyectos y el capital ha puesto los ojos en el estiércol. Se prevee por tanto una proliferación de las mismas en lugares estratégicos con gran concentración de macrogranjas. Algunas con capital de personas, y otras con capital de grandes empresas o fondos”, argumenta.
La visión es muy distinta para la patronal. La Asociación Española de Biogás (AEBIG) defiende que esta tecnología es una solución a la gestión de los residuos urbanos, con unos beneficios medioambientales “mucho más favorables” que la producción de otras energías renovables. De hecho, apuntan, es la única renovable “que llega a tener huella de carbono negativa”.
El secretario general de esta asociación, Fernando Suárez Mejido, detalla a elDiarioclm.es que en Europa existen más de 20.000 plantas de biogás de este tipo, hay pleno desarrollo, mientras que en España, pese a las peticiones realizadas, no se ha apoyado “históricamente” al sector con medidas de ayuda adecuadas para su fomento, como se ha hecho en Dinamarca, Alemania o recientemente en Francia. Ahora, con la situación geopolítica y el cambio climático, la Comisión Europea ha establecido el Plan RePowerEU, con el objetivo de alcanzar una economía neutra en carbono en 2050, por lo que “se pone de manifiesto la necesidad del desarrollo del biometano”.
“En España, las instalaciones para biodigestión de residuos agroganaderos son las que tienen una dificultad mayor debido a su dispersión y a la falta de hábitos de tratamiento de residuos de gran parte del sector agroganadero. Aparece ahora también, en algunos casos, la oposición ciudadana mediante plataformas. Desde AEBIG entendemos que los proyectos agroganaderos bien dimensionados y en una ubicación adecuada tienen un gran recorrido desde el punto de vista medioambiental y también desde el punto de vista económico, si se enfocan con las ayudas necesarias que amortigüen los riesgos económicos debidos a la volatilidad de precios y de suministros que conllevan estos proyectos”, argumenta Suárez.
Los olores desagradables de los purines y estiércoles suelen provenir más bien de su aplicación al campo sin tratar, no de una planta de biodigestión que debe evitarlos, no generarlos
Y al hilo de las críticas de esas plataformas, niega que los proyectos de biogás y biometano puedan ser “fuente de olores”. Detalla que las plantas consisten en grandes depósitos cerrados donde se almacenan los purines y estiércoles donde se capturan las emisiones que generan “evitando de esta forma su propagación al aire que respiramos”.
“Es cierto que se deben tomar medidas adecuadas en el almacenaje y transporte de estos residuos previos a la biodigestión y también deben cuidarse y respetarse los lugares de emplazamiento de la planta, al igual que ocurre con cualquier instalación ganadera. Los olores desagradables de los purines y estiércoles suelen provenir más bien de su aplicación al campo sin tratar, no de una planta de biodigestión que debe evitar olores, no generarlos”.
En cuanto al “efecto llamada” para las macrogranjas, la asociación reconoce que hay “un enorme volumen de residuos ganaderos” en España, de forma que ñas plantas de biogás/biometano son “una solución necesaria al tratamiento de residuos”. “Conocemos y respetamos este argumento, pero ”no conocemos ningún caso en que este efecto se haya producido, por lo que creemos que no tiene mucho peso“.
“Bien es cierto que una instalación de biogás/biometano puede dar viabilidad a instalaciones ganaderas existentes que estén dando problemas a la ciudadanía por su forma de eliminar los residuos y que con una planta de biogás van a solucionar dicho problema, evidentemente con un coste añadido. Es bien cierto que existe un boom de proyectos, muchos de ellos seguramente inviables y que algunos promotores, de forma aventurada, están incluso ofreciendo pagar por el residuo, pero esos proyectos son inviables porque uno de los ingresos que hacen viables a las plantas es el pago por el tratamiento del residuo”, admite.
La asociación está diseñando un manual de buenas prácticas que quiere debatir y consensuar con grupos medioambientalistas, puesto que considera que algunas de las oposiciones a plantas de biogás y biometano por parte de plataformas ciudadanas “obedecen más al desconocimiento real de los proyectos, tecnología y proceso”. Algunos de los puntos básicos que este colectivo cree que deben valorarse desde el punto de vista medioambiental son: emplazamientos adecuados, tamaños equilibrados que no obliguen a desplazamientos excesivos de los residuos y sistemas de almacenamiento de las materias primas adecuadamente dimensionados y que estén acondicionados para no generar olores.
Actualmente, hay al menos 15 proyectos en trámite administrativo asociados al biometano en Castilla-La Mancha, muchos de ellos ya con encendidas polémicas. Se detallan en el portal Nevia, donde se publican los trámites de los expedientes de evaluación ambiental de esta comunidad autónoma.
El mapa de proyectos en Castilla-La Mancha
Las provincias de Albacete y Toledo son las que más proyectos en trámite tienen. Una de las más polémicas es la que proyecta la empresa Biogás Albacete en el polígono Romica de la capital provincial, que ha supuesto el primer rechazo conjunto de ciudadanía y partidos políticos en una capital provincial. El Ayuntamiento albaceteño incluso ha modificado la normativa municipal para que no se pueda instalar.
En esta misma provincia, diferentes empresas planean proyectos asociados al biometano en Fuentealbilla, Chinchilla de Montearagón, Barrax y Almansa, donde se ha creado una potente plataforma ciudadana para combatir su construcción. Son desde plantas de tratamiento de residuos orgánicos para la producción de biometano hasta instalaciones para la valorización de residuos para producción de ese mismo elemento y fertilizantes.
La Consejería de Economía, Empresas y Empleo llegó a denegar la calificación de proyecto prioritario el proyecto de Chinchilla por no aportar suficiente documentación del origen de los residuos, pero el expediente aún no se ha archivado. También en este caso se han creado colectivos sociales mediante asambleas ciudadanas, que junto con el Ayuntamiento, está en contra de la planta.
También en Fuentealbilla la presión ciudadana de las asociaciones de la Manchuela, impulsadas por la Plataforma Pueblos Vivos, consiguió convencer al Ayuntamiento de que rectificara su informe favorable a la planta proyectada en el municipio. Ahora, ciudadanía y Consistorio rechazan esta instalación.
Pero es la provincia de Toledo en la que más planificaciones de este tipo se están tramitando. Actualmente, hay trámites de evaluación ambiental de hasta siete proyectos: en Montearagón, en Noez, en Gálvez, en Talavera de la Reina, en Villaseca de la Sagra, en Quintanar de la Orden y en Villaluenga de la Sagra Al igual que en el caso de Albacete, algunas son plantas de biogás para la producción de biometano y otras para valorización de residuos.
La de Noez ha sido hasta la más polémica. Está ya en construcción y ha sido declarada “proyecto prioritario” por el Gobierno regional, con una inversión de 8,4 millones de euros. Su objetivo es el tratamiento de 50.000 toneladas de estiércol de vaca, 20.000 de purines y 20.000 de lodos de depuradora. Según sus promotores, producirá energías renovables como biometano y biocombustible neutro en emisiones CO2 que verterá a la red de distribución de gas natural y generará compost, utilizando para ello las deyecciones agroganaderas de instalaciones pecuarias, así como residuos de la industria agroalimentaria de la comarca de los Montes de Toledo.
Durante el periodo de exposición pública se presentaron más de un centenar de alegaciones, entre ellas las del Ayuntamiento vecino de Casasbuenas. En todas ellas se hacían objeciones al proyecto, como su ubicación a escasos kilómetros de una zona con presencia estable del lince ibérico. Además, en estas alegaciones se reclaman medidas para analizar de forma apropiada el impacto sobre las aguas subterráneas y superficiales y sobre el patrimonio arqueológico.
En Quintanar de la Orden, los grupos municipales rechazaron por unanimidad hace un año la instalación de la planta de biogás proyectada en la localidad y el anterior alcalde anunció que la empresa no obtendría la licencia al incumplir la distancia mínima con el casco urbano. No obstante, el signo político del Ayuntamiento cambió en las elecciones municipales de mayo. Actualmente gobiernan PP y Vox y por el momento no se han pronunciado al respecto.
En cuanto a la provincia de Cuenca, la planificación más polémica ha sido la incluida en el Plan de Singular Interés (PSI) de Los Palancares, en la capital provincial, que incluye una planta de biogás, entre otros objetivos de economía circular. Ecologistas en Acción de la Manchuela y Pueblos Vivos recurrieron en agosto la declaración de este proyecto como PSI argumentando que la posible utilización de purines podría ocasionar un “perjuicio irreparable” en la Microrreserva Complejo Lagunar Valle del Moscas.
Finalmente, en Guadalajara, el proyecto más polémico es el que Verdalia Bioenergy quiere instalar bajo el nombre de 'Proyecto Lavanda' en el término municipal de Brihuega, entre los valles de los ríos Ungría y Tajuña. La idea ha sido rechazada por parte de varios alcaldes, así como vecinos y vecinas. Únicamente una pedanía ha mostrado una postura a favor al respecto, Romancos. Pertenece a Brihuega, que es la localidad más grande de los alrededores y que ha mostrado una clara postura en contra de la iniciativa.
El Ayuntamiento envió a mediados de diciembre de 2023 un comunicado oficial, junto a los municipios de Caspueñas y Valdeavellano, en el que enumeraban múltiples razones para explicar su postura en contra de la instalación. “La dispersión de malos olores en un radio de kilómetros a la redonda como resultado de los procesos industriales de la planta de biogás por los vientos dominantes de la zona, tanto en el llano de Brihuega como en los valles próximos donde existen núcleos de población es un riesgo real”, afirmaban.
También en la provincia de Guadalajara se proyecta una iniciativa de este tipo, asociada al biometano, en Corduente. Más de 300 vecinos crearon a finales de septiembre una plataforma para intentar paralizarla, otra muestra del rechazo social que se multiplica en cada uno de los proyectos surgidos en Castilla-La Mancha.