Demasiada azúcar en mi sangre. Un exceso de glucosa que podría obstruir los vasos sanguíneos y desencadenar una complicación irreversible. Me miro al espejo y no veo por ningún sitio la enfermedad. Cuesta encontrarla en el rostro de un hombre de cuarenta y pocos años. Sin embargo, la diabetes está bien viva en mi interior. Una amenaza silenciosa que hay que tomarse muy en serio. Al menos, ahora puedo hacerlo, ahora que lo sé. Hoy es el Día de la Diabetes y rompo una de las reglas del periodismo. Hoy lo cuento en primera persona.
Soy diabético y me enteré un día que acudí a Urgencias del Hospital de Albacete por otra dolencia grave. Gracias al análisis que me realizaron supe que esta discreta patología lleva un tiempo instalada dentro de mi organismo. Ahora ya formo parte de un grupo nada exclusivo, el de los enfermos crónicos.
Alrededor de 19 millones de personas en España padecemos, al menos, una enfermedad crónica. En nuestra comunidad autónoma, de las personas que acudimos a las consultas de Atención Primaria, el 80% somos crónicos. En Castilla-La Mancha, según datos contemplados en el Plan de Salud Horizonte 2025, el número de patologías crónicas por persona es de 5,1.
Unas cifras que se incrementan a partir de los 55 años, especialmente en la franja de edad superior a los 85 años. Es decir, varias decenas de miles de castellanomanchegos vivimos con diabetes o hipertensión arterial, ansiedad, dolor de espalda, colesterol, artritis, alergias, varices o cefaleas. Estas son las diez enfermedades crónicas más comunes. No son las únicas, pero sí las que más se repiten entre la ciudadanía española.
Lo reconozco. Pasaba muchas horas sentado, comía poca fruta y al estrés dejaba campar a sus anchas. Hasta que supe que tenía diabetes mi vida no era saludable. Y eso que había dejado de fumar o tomar refrescos. No lo niego. Mi estilo de existencia no era el más deseable. Y el páncreas que no es tonto y también tiene memoria genética, me recordaba de vez en cuando que algo no iba bien. Un día, al fin, se esfumó la soberbia de la juventud, esa que nos ciega pensando que somos de hierro. Todo pasa factura. La mía seguro que será muy costosa para la sanidad pública desde ahora hasta el día en que me muera. Diariamente tomo tres pastillas y me inyecto varias unidades de insulina. Un tratamiento de lo más común al que ya me he acostumbrado.
Tomar la medicación es lo más fácil del tratamiento, el resto depende de mí. Dieta equilibrada y ejercicio físico regular. Es sencillo, pero necesita de una buena dosis de voluntad. Si a pesar de todo preciso más información, aparte de las indicaciones de los profesionales sanitarios en consulta, existe un recurso idóneo para crónicos como el que suscribe. La Escuela de Salud y Cuidados de Castilla-La Mancha, un programa de la Consejería de Sanidad con el que se trata de fomentar el autocuidado y la capacitación de pacientes y cuidadores.
Este organismo imparte distintos talleres, tanto virtuales como presenciales, edita material didáctico y ha generado aulas de formación en áreas como Cáncer de Mama, EPOC, Enfermedades Raras, Esclerosis Múltiple, Trastorno de Déficit de Atención, Patología Mental Grave, Parkinson, TEA o Diabetes. Ya no tengo ninguna excusa para no cuidarme. Es más, si no quiero sentirme solo, en Castilla-La Mancha existen más de 450 asociaciones y colectivos relacionados con la salud. Solo tengo que buscar el mío.
Ya no tengo ninguna excusa para no cuidarme. Es más, si no quiero sentirme solo, en Castilla-La Mancha existen más de 450 asociaciones y colectivos relacionados con la salud. Solo tengo que buscar el mío.
Continuidad asistencial
En época de empoderamiento, de queja constante y de apelar a la participación, de poco sirve que se nos den las herramientas y los pacientes nos comportemos como niños chicos que necesitan ir de la mano. Hace unas semanas, en las Cortes regionales, un portavoz político reprochaba a un gestor sanitario que se hablara de “autocuidado” cuando resulta que un miembro de su mismo partido también había promovido esta “corresponsabilidad de los pacientes y sus cuidadores” cuando ostentaba la obligación gestora. Más allá de la tergiversación del lenguaje, cualquier enfermo crónico sabe que o se cuida o se va al hoyo. Lo importante es que el sistema sanitario disponga de una estructura de apoyo y acompañamiento para el paciente con patología crónica.
No solo cariño y enseñanza. En Castilla-La Mancha, se están implantando las Unidades de Continuidad Asistencial. Estos dispositivos se están desplegando por las distintas gerencias para generar un nuevo modelo de asistencia sanitaria multidisciplinar o lo que es lo mismo, estas unidades sirven de conexión entre la atención primaria y el hospital para atender a los pacientes de la forma más completa posible y lo más cerca de su hogar. Esta docena de UCAPIS son uno de los planes específicos incluidos en el Plan de Salud Horizonte 2025, la guía estratégica de la sanidad pública en la región.
Las líneas a seguir respecto a la cronicidad están claras: “El cambio de enfoque pasará a centrarse en las personas”. Hasta doce objetivos se han fijado para este cambio de paradigma. Porque en eso estamos, en una profunda revolución.
Muy lejos de aquello que contaba el gran escritor albaceteño Rodrigo Rubio y sus viajes en carro a Albacete desde Montalvos, durante los oscuros años de la dictadura. Tratar el reuma, como era su caso, o cualquier otra patología, y hacerlo en la España rural del momento era una aventura de varias horas de trayecto, traqueteo y tortilla de patatas a mitad camino.
Por fortuna y, sobre todo, por el esfuerzo de las generaciones que nos han precedido, las cosas han cambiado mucho. Tanto que, hasta hace dos días, como quien dice, nacer en casa no era nada extraño. Apenas cuatro o cinco décadas atrás, Castilla-La Mancha era una región aún enfrascada en el subdesarrollo. En una zona extremadamente rural, la asistencia sanitaria se limitaba, en muchas situaciones, a disponer de un vehículo para trasladarse a una población cercana con más recursos. No era raro el no llegar a tiempo o que el centro de higiene rural en el que éramos atendidos no dispusiese de los materiales más necesarios. Muchos de los que hoy pueden leer este reportaje, aún recordarán que, en nuestras aldeas y pueblos, la atención médica se daba en casa del propio profesional.
Hoy, Castilla-La Mancha sigue siendo una comunidad autónoma con 919 municipios, con dos millones de habitantes y una dispersión geográfica de 80.000 kilómetros cuadrados. Un lugar en el mundo con decenas de pedanías, con pequeños rincones donde el pan se vende en furgoneta; donde los buzones de correo se instalan en el lavadero o en la parada del autobús y donde, sin embargo, hasta el más diminuto de los núcleos de población suele contar con un consultorio médico.
Hoy, hasta 25.000 profesionales sanitarios trabajan en el ámbito rural en los más de 1.300 centros de salud y consultorios de atención primaria repartidos en las cinco provincias. Sin embargo, hace solo 45 años, en 1978, Albacete contaba con 1.335 profesionales sanitarios repartidos entre 464 médicos, 93 veterinarios, 151 farmacéuticos, 189 estomatólogos y odontólogos y 609 practicantes o ATS. En 2023, solo en la Gerencia de Atención Integrada de Albacete, (sin contar las áreas de Villarrobledo, Almansa y Villarrobledo), más de 5.200 personas se afanan en atender a los pacientes.
En los últimos veinte años, en toda la región, se ha pasado de 17.000 empleados públicos a más de 37.000 profesionales dedicados a la asistencia sanitaria a los ciudadanos. Medio siglo después, la democracia ha aumentado la esperanza de vida de los castellano-manchegos de manera incalculable.
Voluntad y cifras
Más allá del incremento en el número de profesionales, la sanidad regional ha experimentado un crecimiento considerable, tanto en infraestructuras, como en servicios y nuevas tecnologías, desde que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha consiguiera las competencias sanitarias que Cataluña ya disfrutaba en 1981. Este proceso se inició en 2002. Un año en el que el gobierno regional dedicó algo más de 1.380 millones de euros para la cobertura de los servicios de atención sanitaria de la región. Hasta 208 millones de euros más de las obligaciones reconocidas por el INSALUD en el ejercicio del año anterior.
El esfuerzo inversor se ha mantenido a lo largo de los años, a excepción del periodo 2011-2015. Durante la legislatura de Cospedal se paralizaron obras en hospitales y centros de salud e incluso se intentaron cerrar 21 puntos de Atención Continuada en pequeños municipios de la comunidad autónoma. Una de estas Urgencias fue la de Molinicos, en la sierra albaceteña. El movimiento ciudadano de oposición, junto a la administración local y finalmente una decisión del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, evitó que en estos pueblos se eliminara la atención sanitaria a partir de las tres de la tarde. El consultorio de la localidad albaceteña no solo no se ha cerrado, sino que además se reformó a comienzos de este año.
Tras la legislatura de Cospedal, el músculo sanitario de Castilla-La Mancha ha vuelto a crecer y ahora el presupuesto en sanidad del Gobierno de García-Page se acerca a los 4.000 millones de euros para 2024. Si la inversión sanitaria por persona en 2015 era de 1.242 euros, ahora roza los 1.800 euros. Y todo ello con 27.000 tarjetas sanitarias más. No son simples datos, más bien son trazos que perfilan una ilustración muy definida sobre la voluntad en una materia tan sensible como esta. Este mismo interés por lo nuestro, por disponer de nuestros propios recursos, impulsó la creación hace 25 años del Grado de Medicina en Castilla-La Mancha. La primera facultad se instaló en Albacete. Más de dos mil médicos se han formado sin necesidad de marcharse a otras comunidades. Por aquel entonces, Castilla-La Mancha tampoco disponía de un servicio de radioterapia. Aún peor, los pacientes tenían que salir a otras regiones para recibir tratamiento contra el cáncer.
De la placa a la telemedicina
Casi sin darnos cuenta, hemos pasado de la atención analógica a la asistencia digital. Pequeños pero grandes cambios pensados para hacer la vida más fácil cuando somos pacientes. Si somos ciudadanos de esta región y viajamos por otras comunidades autónomas con nuestra tarjeta del SESCAM, podemos obtener nuestros medicamentos prescritos en cualquiera de las cerca de 12.000 farmacias repartidas por todo el país. Este beneficio, que recibe el nombre de receta interoperable, está en activo desde 2017. También Castilla-La Mancha ha implementado la receta electrónica que permite a los profesionales de enfermería la indicación, uso y autorización de dispensación de medicamentos y productos sanitarios relacionados con el cuidado de las heridas.
De la pequeña cura al gran diagnóstico. Más espectacular está siendo la renovación de equipos y el fin de la obsolescencia. Como botón de muestra de la regeneración en alta tecnología sanitaria en Castilla-La Mancha, señalamos los 20 millones de euros invertidos en el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete desde 2015. Adquisiciones como un mamógrafo digital, varios tacs, aceleradores lineales, ecógrafos, resonancia magnética, arcos quirúrgicos, angiógrafo biplano, litotriptor, equipo de endoscopias y otro largo etcétera de aparatajes de nombres difíciles que, sin embargo, mejoran el diagnóstico de los pacientes. Especialmente relevante es la completa renovación de las salas de radiología. Atrás han quedado las míticas placas que los pacientes acarreaban debajo del brazo hasta la consulta del especialista.
La gran revolución tecnológica de los últimos años ha convertido estas herramientas casi en reliquias de anticuarios. Curiosamente, este clásico invento se remonta en sus orígenes a Ciudad Real. Fue en Piedrabuena donde nació Mónico Sánchez, pionero e inventor en 1909 de un aparato portátil de rayos X. Un aparato tan pequeño y ligero que cabía en un maletín y que fue de especial utilidad durante la primera guerra mundial. El ingeniero Sánchez siguió pensando mejoras tecnológicas que ayudaran a las personas. Así llegó la electroterapia, precursora de los tratamientos empleados en fisioterapia, “una de las notas más simpáticamente interesantes de la actual Exposición de Medicina e Higiene”, publicaba Mundo Gráfico, en 1919, sobre nuestro orgullo patrio.
Patria es sanidad pública potente. País es humanización en la atención sanitaria. Territorio es sentir que, si algo va mal, los profesionales están aquí para ayudarnos. El resto depende de nosotros. Yo ya sé que con diabetes debo lavar mis pies a diario, secarlos correctamente, usar calzado cómodo y evitar las heridas. Lo sé porque, aunque sea un descuidado, los enfermeros y las médicas se preocupan en decírmelo. De necios es saberlo y darse el coscorrón. La enfermedad metabólica que yo padezco provoca más de 25 mil muertes al año en España. Casi nada. No tengo ninguna gana de pertenecer a esta estadística. Cerca del 12% de los albaceteños tenemos diabetes. Y se cree que esta cifra se elevaría al 17%. Son enfermos ocultos, aún no diagnosticados.
Sin embargo, para que cada vez haya menos sustos, el Servicio de Análisis Clínicos de la Gerencia de Atención Integrada de Albacete viene trabajando desde 2016 en tres iniciativas para mejorar el diagnóstico y seguimiento de los pacientes. Solo en los dos últimos años y medio, gracias a implementar la prueba de la hemoglobina glicosilada, las expertas han conseguido detectar a más de 800 nuevos pacientes y otros 580 con prediabetes. Bueno es saberlo para poner remedio. Insisto: comer sano, hacer ejercicio y medicarse. Y para controlar mejor el nivel de azúcar en nuestra sangre, se está generalizando el uso de la monitorización de glucosa (MCG). Gracias a un sensor insertado en el cuerpo podemos disponer de toda la información en un lector externo.
La salud del futuro
Aquí también las nuevas tecnologías están siendo esenciales. Nuestra comunidad se convirtió en 2017 en la primera en facilitar este sistema de monitorización, sin coste para las familias, para pacientes de diabetes tipo1 de edades comprendidas entre los 4 y 17 años. Después se amplió el grupo a invidentes, a las mujeres con diabetes gestacional y también a los pacientes con niveles de hemoglobina glicosilada, no controlados y controlados.
Cada vez más beneficiarios y mejor vigilados. Esta es la cuestión, entender qué puede ocurrir, incluso desde que se nace. Por eso, en Castilla-La Mancha, nada más venir al mundo, al bebé se le realiza la prueba del talón con la que se pueden detectar hasta 27 patologías. Y si por desgracia, estamos en el final de la vida, en nuestro entorno existen también las Unidades de Cuidados Paliativos, esos equipos que acompañan, alivian y escuchan en ese tránsito inevitable. Imparable incluso para las grandes riquezas de España, un 37% más opulentas, pese a la pandemia, a las guerras en Europa o la inflación de los precios.
Ya lo dijo Manrique en sus coplas. Ríos grandes y chicos y medianos, todos van a morir al mar. La gran fortuna de la vida es la salud. Es de perogrullo, no obstante, por si lo habíamos olvidado, la COVID nos los recordó con dramatismo. Este tiempo difícil sirvió, sin embargo, para aupar programas regionales como la tele dermatología o la telemedicina de Oftalmología con los que evitar desplazamientos a los pacientes y aligerar el volumen de las consultas externas.
Mientras se vacunaba a todos los ciudadanos que lo necesitaban, sin distinción alguna, la Sanidad pública en Castilla-La Mancha seguía incorporando nuevas técnicas como la radiofrecuencia para el tratamiento de miomas uterinos; el mapeo motor intraoperatorio; la semilla ferromagnética o la creación de un banco de tejido cerebral. Solo algunas de las múltiples novedades de este mundo que camina hacia la inteligencia artificial.
Aun así, si te da un infarto en una aldea perdida de la sierra, posiblemente la salvación la encuentres en una respuesta coordinada entre los equipos de atención primaria y la rápida intervención del Servicio de Transporte Sanitario Aéreo del SESCAM.
En sus primeros veinte años de vida, en 2021, este servicio ya había realizado más de 32.000 intervenciones de emergencia. Incluso si te ocurre de noche, los helicópteros podrán volar hasta ti. Un despliegue de capacidad que salva muchas vidas en incidentes como los infartos o accidentes de tráfico. Evidentemente habrá situaciones insalvables, pero lo que sí está en nuestras manos es propiciar ese cambio profundo que precisa nuestra sociedad. Conciencia y con ciencia, un paradójico juego de palabras con mucho sentido. Desde el ámbito de la investigación, los profesionales castellanomanchegos llevan mucho tiempo trabajando en la evidencia. Ahora existe además una plataforma que apoya y aúna la labor de los más de 80 equipos. El Instituto de Investigación Sanitaria de Castilla-La Mancha ha nacido recientemente y ha dispuesto varias áreas temáticas como son las neurociencias, el envejecimiento o las enfermedades crónicas.
Mi abuela, que también tenía diabetes, siempre decía que “más vale prevenir que curar”. Cuánta razón no tendrán los refranes y la gente mayor. Y en eso andamos. Porque, según la encuesta europea de la salud en España que analizaba datos recogidos desde 1993 hasta 2020, la tendencia es ascendente en las enfermedades crónicas más comunes como la hipertensión, el colesterol o la diabetes. Solo podremos moldear el futuro si conocemos lo que va a ocurrir. La medicina de precisión es este futuro ya muy presente en Castilla-La Mancha.
Nuestra región forma parte del estudio Cohorte IMPaCT, impulsado por el Instituto de Salud Carlos III y el Centro de Investigación Biomédica en Red. En Albacete se ha establecido uno de estos nodos de investigación que recogerá infinidad de datos de los ciudadanos para predecir de qué enfermaremos. En total, durante los próximos años, van a participar más de 200.000 españoles en este proyecto. Posiblemente el mayor estudio sobre ciencias de la salud jamás realizado.
Y después de todo lo escrito, una penúltima confesión: es verdad, todo es mejorable. Es vedad que existe una inclinación creciente a que los ciudadanos se hagan seguros privados. Según datos de la Unidad Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras, la media de seguros privados en España es del 24%, pero en Castilla-La Mancha, el dato está por debajo de la media, con un 16,3%.
Y una última certeza irrefutable: cuando tengo consulta en el Centro de Salud o me ingresan en el Hospital, jamás me han urgido a que saque el monedero. Este acceso a la sanidad es nuestro gran tesoro como país. Pero o lo cuidamos o nos vamos a la ruina. O dicho de otra forma, o queremos lo nuestro o moriremos en el intento. Yo, por si acaso, ya no mastico bollería industrial, ni trago bebidas energéticas y todos los días subo las escaleras. Por mi salud. Por la de todos.