La desconocida historia guerrillera durante la contienda civil en Guadalajara: “El Alto Tajo está lleno de fosas”
El escritor Alan Herchhoren ha iniciado una investigación a partir del testimonio de su propia abuela que sufrió la represión franquista, cuyo hermano participó en la guerrilla
El escritor Alan Herchhoren lo tenía muy claro cuando inició su investigación sobre la historia de la lucha guerrillera durante la guerra civil en la provincia de Guadalajara. Había que contarlo. Lo que se pudiese. Y empezó su trabajo en casa, con su abuela, cuyo hermano, Manuel Merodio, participó en estos escuadrones dispersos en los montes durante la guerra civil española.
“No se trata sólo de los efectos de la guerrilla, sino también de la represión cuyos efectos siguen viéndose a día de hoy. Son personas que se lucraron con la represión, su situación económica y social fue totalmente diferente antes y después de la guerra”, explica.
Herchhoren publicó en febrero de este año 'La lucha guerrillera durante la Guerra Civil', gracias a la mediación del profesor Francisco Alía, que dirige el Plan regional de Memoria Democrática de Castilla-La Mancha. Era en principio su trabajo de fin de grado, pero que se amplió con posteriores visitas a archivos. “Empezó todo como una investigación familiar, que luego ha tenido que ser académica, pero tiene un lenguaje más cercano porque el objetivo era el de la difusión. Que la gente de Guadalajara que lo lea, pueda ver reconocidos los lugares que menciono, o que incluso de pie a seguir con esta investigación”, señala.
¿Qué fue la lucha guerrillera?
El trabajo de Herchhoren se ha publicado en el marco del Plan regional de Memoria Democrática, porque contiene aspectos muy innovadores que no se conocían hasta ahora, especialmente en la zona de la provincia de Guadalajara y, concretamente, en la comarca de Molina de Aragón. Pero principalmente se trata de divulgar qué fue la lucha guerrillera durante el conflicto bélico civil en nuestro país y que estuvo compuesta por partidas de soldados republicanos encargados de atacar la retaguardia enemiga.
Los guerrilleros, entre los que se encontraba el hermano de la abuela de Alan, por ejemplo, fueron entrenados por las Brigadas Internacionales y también por militares soviéticos que llegaron a varios puntos de la provincia de Guadalajara, como Cifuentes, Trillo o Canredondo. La guerrilla que ha estudiado Herchhoren es uno de los “pocos” ejemplos conocidos de lucha clandestina durante el conflicto bélico. La mayor parte comenzó al finalizar la contienda, en abril de 1939. La investigación incluye también las memorias de Lino Muela Román, llamadas 'Historia de un muerto resucitado'. Cuenta la experiencia del guerrillero en primera presona, gracias a los diarios que escribió durante su tiempo en la lucha clandestina.
Las investigaciones previas a su trabajo, señala en el libro, han sido “del todo superficiales”. Y, de hecho, lo primero que se conoce sobre este tipo de escuadrones vino “a través de historiadores franquistas que sentían, en general, un gran menosprecio por el ejército republicano. El edificio sobre el que se construyen las investigaciones comienza con malos cimientos”, opina.
“En todos los pueblos hay muertos en los montes”
“Hubo sindicalistas del campo que se convirtieron en guerrilleros antifascistas que, a día de hoy, siguen enterrados en fosas comunes y cunetas. Todo el Alto Tajo, toda la comarca, está llena de fosas comunes sin identificar y esta realidad sigue en los pueblos, porque en todos hay muertos en los montes. Fueron personas entrenadas por instructores internacionales que tras la guerra civil llegaron a tener trayectorias militares increíbles”, explica el investigador, graduado por la Universidad de Alcalá.
Todo el frente del Alto Tajo, explica en el libro, estuvo “cubierto” por las distintas compañías guerrilleras, que llegaban incluso hasta Cuenca. “El Alto Mando republicano no dudó en aprovechar el conocimiento de sus guerrilleros y lo abrupto del terreno”, resalta la investigación.
Pero para Herchhoren la importancia de su trabajo recae no sólo en conocer la guerrilla, sino también en la represión que sufrieron estas personas y que los responsables de los castigos asegura, llegaron a ocupar con posterioridad cargos, entre otros, en la Audiencia Nacional o en el Tribunal Constitucional.
Cita el caso de Raimundo Ochaíta Bachiller, al que llamaban 'El pollero', por el uso que hacía de la bayoneta con sus víctimas. “Esta persona tuvo el reconocimiento de toda la élite de Guadalajara. Su nombre era conocido desde la ciudad hasta Barcelona”, explica. “Me llegaron a contar que este señor iba, ya en democracia, vestido de falangista, arrancando los carteles de Izquierda Unida”, afirma.
Ochaíta Bachiller, que era juez de paz, formaba parte de la llamada 'Guerrilla de Cobeta', una suerte de 'contrapartida' a las guerrillas antifascistas, junto al médico Eugenio Peña. El testimonio recogido de Lino Muela, señala que muchas personas involucradas en las guerrillas decidieron volver a sus casas, donde eran luego detenidos y llevados a los cuarteles de las localidades de Maranchón y Cobeta.
“Contra cualquier tipo de resistencia. La idea era eliminar cualquier apoyo a cualquier disidencia. Tenemos el caso concreto de un sindicalista de Lebrancón, un pueblo en la comarca de Molina, que cuando acabó la guerra y volvió al pueblo fue detenido y desmembrado. La familia nunca más supo de él”, concluye el investigador. Su nombre era Cesáreo Martínez y fue identificado por la Guardia Civil tras el conflicto bélico.