CIUDAD REAL

El puente abandonado sobre el río Cigüela cuya construcción llevó a la cárcel a dos alcaldes por no pagar a los canteros

No lo hicieron arquitectos sino canteros. Hombres dedicados a extraer y labrar las piedras se encargaron de su diseño y construcción, por mandato del rey Felipe II. Una obra sin apenas trascendencia se convirtió después en un proceso judicial “fascinante” que llevo a la cárcel a los alcaldes que no pagaron a estos constructores lo que les debían. Pero hasta ahora no se han conocido los detalles de este litigio y ha sido gracias a la localización de un legajo “extraordinario” de 149 páginas en el Archivo del Palacio Real de Madrid.

El puente sobre el río Cigüela, construido en piedra caliza en el término municipal de Arenas de San Juan (Ciudad Real) está hoy “abandonado” por las administraciones y forma parte de la Lista Roja de Patrimonio de la asociación Hispania Nostra desde hace un mes, es decir, está prácticamente en ruinas.

Por eso, el descubrimiento de este documento por parte del historiador Julio Chocano, delegado de este colectivo en Castilla-La Mancha y natural de esta localidad, es ahora una prueba más del valor patrimonial de esta construcción.

El puente formó parte de la carretera que, en el pasado, unía Daimiel con Puerto Lápice, hasta que se trazó la CN-420. Conserva seis arcos originales realizados en sillería. Los estribos, pretiles y muros se realizaron en fábrica de mampostería y la bóveda del arco se realizó en ladrillo.

Según cuenta Chocano, sus orígenes están registrados en el Archivo de Palacio: en 1582, por mandato del monarca Felipe II, el entonces concejo de la villa de Arenas ordenó su construcción, que fue llevada a cabo por canteros de Ciudad Real capital, en 1583.

El legajo localizado desvela que las trazas para la construcción del puente fueron diseñadas por los canteros Juan de Arribas y Juan de Gurgumandia 'el Mozo', así como por los albañiles Diego Martín Tapiador y Diego López, todos de Daimiel. Como exigía la norma, fueron pregonadas en los pueblos de la comarca, resultado elegidos, para la ejecución de la obra, los canteros Juan Díaz Galán, su hermano Francisco y Juan de Espinosa, todos residentes en Ciudad Real capital.

La importancia de este documento radica, explica el historiador, en el uso de numerosos términos en desuso, toponimias, procedimientos de contratación pública, empleo de máximas latinas, funcionamiento de la economía local o costumbres que ya no están vigentes como los pregones de las decisiones de interés público.

La obra se presupuestó en 1.500 ducados y fue costeada por la venta de la bellota de los montes aledaños, según consta en el citado documento. Pero hubo problemas prácticamente desde el principio. El concejo no pagó a los canteros el dinero total de la construcción y estos reclamaron la cantidad, concretamente una cuarta parte del coste. Con ello comenzó el litigio que aparece detallado en legajo.

El uso de una dehesa que tampoco se respetó

Además, al no pagar el concejo la cantidad total de la construcción, se les dio a los conteros el uso exclusivo de la dehesa boyal (páramo de bellotas donde además pastaban los bueyes). Pero esa exclusividad tampoco se respetó. Una de las páginas más curiosas del legajo detalla como Juan de Espinosa, en nombre de los canteros alega que “han metido la yeguada de la villa en la dehesa boyal” y pide que el fiador (en referencia a uno de los alcaldes) “esté preso y mande prender y castigar y les den fianzas bastantes”.

Este documento también incluye otra anécdota muy significativa que resalta el investigador: la construcción del puente se inició siendo Diego Gonçalez de Ávila teniente de alcalde, Juan de Mera y Juan Fernández de la Rubia, regidores y Juan López de Çervantes, alcalde ordinario.

Pero a la finalización de la obra, los miembros del concejo habían cambiado. El alcalde era Francisco de Oviedo y el regidor Antón Ruiz. Estos dos últimos fueron los enviados a prisión por no realizar el último pago a los canteros.

Según consta en un documento del Archivo Histórico Nacional, casi dos siglos después, el arquitecto Joseph de Palacios San Martín realizó, en 1779, un proyecto para su reconstrucción, pero no llegó a materializarse.

En 1883, sí se llevó a cabo una restauración diseñada por el entonces afamado arquitecto provincial Cirilo Vara y Soria, cuyos planos, detalles y presupuesto se conservan en el Archivo General de la Diputación Provincial de Ciudad Real. En esta reparación se llevó a cabo el cerramiento de algunos arcos para garantizar su estabilidad.

Actualmente el puente se encuentra en estado de abandono. Las instituciones regional y municipal han presupuestado un carril bici y un paseo peatonal en la antigua carretera que hay a continuación del puente, sin destinar nada a la reparación de la infraestructura.

El estado de conservación es “lamentable”, pues se ha abierto una gran grieta en la calzada y las piedras que se han ido desprendiendo no han sido repuestas. Aparte de la degradación por el paso del tiempo, en algunos periodos se han sacado piedras de su base de sustentación, lo que ha originado su mal estado geotécnico.

Julio Chocano, que también es concejal localizó este legajo el pasado mes de agosto y desde entonces ha estado analizándolo y casi descifrándolo con la ayuda de otros investigadores. Para él, es una prueba fundamental que quiere dar a conocer para que las administraciones “tomen cartas en el asunto”.