ENTREVISTA

Sylvia González, actriz: “Hay mucha ignorancia y falta de profesionalización en la gestión cultural”

12 de enero de 2022 17:58 h

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Me encuentro con Sylvia González, actriz y promotora teatral de la compañía Envido a Pares de Toledo, bajo el sol de invierno en una de las pocas plazuelas de la ciudad de las Tres Culturas en la que se le puede robar algún rayo al astro esquivo: la Plaza Mayor. No hay mejor sitio para hablar de teatro, de cultura, de arte. Frente al Teatro de Rojas, a los pies de la Catedral -ese gran teatro sacro-, junto al Mercado de Abastos, rodeadas por las descaradas acrobacias de los gorriones, como una metáfora de esa misma cultura que defiende esta actriz. Sylvia es una de esas actrices de casta, que se mueven bajo un aura de belleza, una belleza irreverente y terrenal. Este viernes, día 14 de enero, tendremos ocasión de verla en escena en el recién estrenado Cafetín del Rojas, su casa como ella lo llama, con el espectáculo ‘ConCierto Erotismo’ en el que le acompañan cuatro grandes músicos de la ciudad: Luis Gálvez “Punto”, Renzo Ruggiero, Sergi Fecé y JL Sepúlveda “Sepul”.

Sylvia no se quita la mascarilla en toda la entrevista...

No pienso salir de mi casa ya en toda lasemana. No quiero arriesgar y hoy voy a ensayar con mascarilla.

¿Es erótica la mascarilla?

A mí no me pone nada. No sé. Hace tiempo que no pienso en clave erótica (risas), solo lo cuento.

Practicas un erotismo narrativo...

No te digo yo que a veces que estoy contando, me tengo que imaginar toda la película y digo, uy, qué bien (y aparta a un gorrión) pero no profundicemos en mi erotismo.

¿'ConCiertoErotismo' es con con cierto erotismo…?

Con evidente erotismo. Es un juego de palabras. Es narración oral, pero también es un concierto.

Este viernes asistiremos a un juego narrativo, a un diálogo entre el imaginario erótico y la música. En él disfrutaremos de textos en prosa y en verso de Eusebio González, Nerea Tello, Isabel Allende, Silvia Cuevas Morales, Alfredo Becker, Antonio de la Fuente Arjona y Mercedes Abad. A la hora de seleccionar los textos, ¿de qué partes? ¿Qué querías contar?

Yo quería contar cuentos eróticos desde hace mucho tiempo, fui leyendo, releyendo, me fueron pasando textos, recomendaciones. El primero fue de Almudena Grandes, pero curiosamente no elegí el texto de Almudena, sino el de Mercedes Abad. A otros he llegado por necesidad, porque quería contar algo concreto, por ejemplo, a Silvia Cuevas Morales le pedí un texto sobre dos mujeres porque lo que leía era muy guarro, y no quiero eso, quiero erotismo. También es verdad que eran textos escritos por hombres sobre mujeres.

Algo que sigue siendo demasiado habitual. A partir de que visibilizamos a las mujeres escritoras y empezamos a escribir nuestro propio erotismo, ¿cambia la narrativa, el imaginario?

Si eres hombre no puedes saber cómo vive el sexo una mujer. Yo muchas veces, estando con un hombre, justo en el momento del orgasmo me digo, joder, me gustaría saber para que haga eso, qué está sintiendo, porque no me lo puedo ni imaginar. Yo sé lo que le pasa a mi cuerpo, pero no al de un hombre, estoy más cerca de lo que le pasa al cuerpo de una mujer, porque es como el mío, aunque luego esté la particularidad de cada mujer, de cada persona, de cómo lo vive. A mí me puede gustar que me chupen la oreja, pero a ti te puede gustar que te chupen el dedo chico del pie. A ti te erotiza ver a un hombre con traje y corbata y a mí me dan ganas de vomitar (risas).

En ese proceso de selección ¿has buscado de una forma consciente hacer una narración, un viaje con la dramaturgia?

No, son individuales, no hay un trabajo de enlace, aunque para las transiciones he usado los poemas de ‘Los viernes’ de Nerea Tello, que son fabulosos.

¿Qué sensaciones esperas transmitir?

No me planteo que el público sienta una cosa u otra, yo solo quiero darlo de verdad y eso es lo que entreno. Más que ensayar, lo que hago es entrenar. Tengo al mejor maestro para ello, José Carlos Plaza. Tú entrenas para decir exactamente eso y no otra cosa, y entrenas desde la verdad. La emoción, el sentimiento, todo eso viene después.

'ConCiertoErotismo' lo has representado en diferentes formatos y espacios, ¿Qué esperas del Cafetín y qué significa para ti hacerlo en el Rojas?

El Teatro de Rojas es para mí mi casa. Es la escuela municipal en la que me formé. Ya desde la escuela, un grupo de alumnos quisimos gestionarlo porque estaba cerrado o infrautilizado, pero el pliego de condiciones era leonino. Al recuperar el espacio, supe que tenía que estar, no entendía ninguna otra alternativa. Es de justicia: 'Envido a Pares' fue la primera compañía teatral profesional de Toledo, formada con alumnos de la Escuela de Teatro. Además, el espectáculo ha evolucionado primero con un músico, luego con dos y ahora con cuatro, es decir, dije “quiero un puto concierto” y qué mejor que hacerlo en el Cafetín. “O estoy o estoy”, se lo dije al concejal y se lo dije a Paco Plaza. Y estoy.

Cuentas con nada más y nada menos que cuatro musicazos de Toledo. En muy pocos metros cuadrados encontramos entre los músicos de la ciudad investigación, riesgo, frescura y gran generosidad. ¿Cómo es trabajar con ellos desde el diálogo entre artes?

He ido evolucionando en mi relación con los músicos. Aquí en Toledo comencé colaborando con “Punto”, que es un músico de una gran sensibilidad y maestría: le das un cántaro y una zapatilla y te hace el concierto de Aranjuez. Trabajé con él la juglaría de calle y entonces les propuse hacer los cuentos con música, luego la Aldonza, también con “Punto” y con Juanan, y a partir de ahí ya no concebía hacer nada de narración oral o de 'Spoken Word' si no era con músicos. En el último de narración oral que hice, Renzo y “Punto” no estaban y entonces hablé con Sergi, le gustó la idea, él llamó a Sepul, se produjo algo muy potente y cuando surgió actuar en el Cafetín me apeteció estar con todos. Darlo todo.

Tú eres una actriz que arriesga en las propuestas teatrales, sin pelos en la lengua y con una trayectoria de obras con un gran contenido de crítica social: Al otro lado, Pía María, Aldonza. Estamos en un momento crítico para la libertad de expresión artística, con censuras de carteles, fieles enfadados, ofendidas y ofendidos de todos los colores. ¿Crees que estamos viviendo una época de retroceso ene se sentido? ¿Hay más mojigatería?

Creo que las redes sociales están imponiendo su discurso: se asocia erotismo con pornografía y no es lo mismo. Un retrato de un desnudo puede ser erótico, y no pornográfico, pero lo censuran igualmente, así no se pillan los dedos. Lo censuramos todo y punto. Y luego están los típicos carcas de toda la vida que ven una teta y se escandalizan, aunque luego la ven en privado. En nuestro sector, el teatral, hay gente que lo quiere hacer todo políticamente correcto para vender. Pero esto es de siempre, no solo ahora. Hay autocensura, y eso lo odio, me da mucha rabia. Claro, cómo vas a vender bolos con las cosas que dices, pero es que el teatro es un medio de expresión artística, donde yo digo lo que yo quiero decir, sobre todo si la producción es mía.

Recuerdo haciendo en la Aldonza la canción de “Hijo de la puta”, de Carlos Ávila, o “La bien pagá”, ambas en referencia a la Cospedal. Había una pareja que lo estaba pasando fatal y yo los veía y llegó un momento que tuve que decirles: “¿Por qué no os vais?”. No lo entiendo, me daban una pena... Cuando terminé estaba Emilio Recio, el que fuera jefe de la Red de teatros de Castilla La Mancha, y me dijo: “Te van a dar con esto”. Y me acuerdo que me llamó un ayuntamiento del PP sin haber visto el espectáculo para contratarlo para las fiestas y hacerlo en la plaza del pueblo. Y se lo dije: “Mirad yo voy y lo hago, a mí me van a correr a gorrazos, pero a ti...” (risas)

¿Te han censurado alguna vez?

(Pausa) Ha sido no contratándome, creo, esa ha sido la forma de censurarme. En el 99, haciendo “Al otro lado”, la primera producción de Envido a Pares. Era un espectáculo de eutanasia y locura, muy bestia, con una realidad social detrás muy dura, pero lo que más les tocó a algunos programadores es que salían una actriz y un actor y echaban un polvo. No hablaban del tema del abandono de ancianos, de la anorexia, de la bulimia… Lo que les escandalizó es que salían desnudos. De todas formas, aquel espectáculo se pudo hacer. Igual que pude hacer “Pía María”, en la que la sobrina de un cura daba la misa porque el cura estaba indispuesto. Yo creo que ahora no hubiera podido hacerlo. Hay una involución. Pero, a mí lo que más me jode es la autocensura, la gente que no lo hace porque no lo va a vender. Yo hago lo que quiero hacer. Hago lo que me da la gana y a quien le moleste…

Para terminar, ¿Cómo ves el panorama cultural, teatral, en Toledo?

(Risas) Toledo. Bella Toledo. Aquí hablas de arte y de cultura y nos vamos a las piedras y a los monumentos, y a los romanos y a los visigodos, y a los cristianos. Es terrible el maltrato de los actores y actrices que hacen teatro de calle en las rutas turísticas, por poner un ejemplo. Están haciendo cultura, pero muy mal pagados. No hay un apoyo institucional para que las rutas teatralizadas estén bien pagadas. ¡Porque tenemos aquí el parque temático, coño! ¿Para qué van a hacer un parque temático a diez kilómetros si lo tenemos aquí? Con esto se me llevan los demonios. Hace falta apoyo a la cultura.

Pero, el maltrato hacia el sector cultural está generalizado en toda España.

Hace muchos años en Palma del Río cenando con programadores y distribuidores, se quejaban de lo mal que estaba el sector y uno de ellos decía “esto es un barco vikingo donde vamos todos en él”. “Sí, sí -le dije- pero hay quienes mandan, otros reman y luego los actores que vamos nadando detrás, ni siquiera nos dejáis subir al barco”. Todos cobran menos los actores. Ahí tienes el ejemplo de la Plaza de las Artes. Se hacen con un espacio público, programan teatro, pagan a los albañiles, a los técnicos de luz y sonido, a los gestores y funcionarios, pero la gente que actúa no cobra, me parece muy bien que se lo quieras regalar al público, pero nosotros tenemos que comer. Es una falta de respeto. Está generalizado en todo el país. Hubo un tiempo en que había respeto. No te regateaban, pero ahora es como si fueras a la frutería y le dijeras al frutero mira te doy por el kilo de patatas x. A mí me han llegado a ofrecer 50 euros por una sesión de narración oral. ¡Hombre, por favor! Yo no te cobro por una hora, sino por lo que sé hacer, por las horas de trabajo que lleva llegar a esa hora. Gastos que conlleva la formación, producción, escenografía, tiempos de ensayos, eso es lo que lleva al caché. Hay mucha ignorancia y falta de profesionalización en la gestión cultural pública y en la privada también.

Los gorriones sobrevuelan nuestras cabezas pidiendo comida. Se sientan a nuestra mesa y cantan. Ambas sonreímos. Todavía nos quedamos una hora hablando, arreglando la cultura de nuestra ciudad. Con pasión. Les damos de comer papas. Les damos de comer.