Vanessa García es una de las cinco afectadas por el llamado “despido por enfermedad”, que Comisiones Obreras ha detectado en Castilla-La Mancha hasta ahora. Recibió la notificación este mismo lunes 25 de noviembre, tras 16 años trabajando en ICSA Toledo, una filial de Aernnova, en su puesto de moldeadora de la zona del timón del avióm modelo 320. Hace unos diez años le diagnosticaron un tumor en el oído, que la tuvo de baja dos años mientras se sometía a radioterapia y radiocirugía. “Esto me crea secuelas muy grandes”, explica.
Entre otros, síndrome de piernas inquietas, falta de estabilidad por lo que tenía que andar con ayuda de alguien o parálisis facial. “El tribunal médico me dice que estoy bien para irme a trabajar. Cuando me incorporo, no ha pasado ni una semana y me dicen que no tienen un puesto de trabajo, que les da miedo que me dé algo trabajando debido a las secuelas del tumor. Me ofrecen un dinero con el que no estoy de acuerdo, porque no me resuleve la vida, yo lo que quiero es trabajar”, señalan.
Con la ayuda de los sindicatos logra “pelear el tema” y gracias a un documento de su neurocirujano, puede trabajar con un EPI de trabajo, “lo que viene siendo un tapón para el oído”. “Ellos lo hacen para quedarse con su tranquilidad, pero a mí no me hacía falta, me lo puse muchos años sin necesitarlo”, afirma Vanessa. Además, tras la reincorporación sentía “el aliento” de los jefes en su cuello, una “observación impresionante”. “Pero soy fuerte, he ido a mi trabajo, nunca tendrán nada que objetar ni con mis compañeros, ni con mis superiories, no he tenido un fallo en el trabajo en 16 años”, asevera.
Secuelas
Sin embargo, tras su tumor las secuelas se van sucediendo, y es lo que ocurre en los últimos meses en los que se sucede una sinusitis “muy grave”, un cólico nefrítico y distintos mareos. Tras estas bajas, recibe la carta de despido. “Si ya les molestó tenerme en aquella época, la sentencia les ha venido como un anillo al dedo”, lamenta. Según explica, nada más incorporarse de su última baja, la llaman “para darle la noticia”. “Pero dejé constancia que no estoy conforme en todos los papeles”.
El argumento que le ha dado la empresa es el absentismo laboral, incluso siendo sus bajas justificadas, ya que así “no muestra rendimiento en su trabajo y además perjudico a mis compañeros, pero eso es mentira”, asegura. Incluso, añade, cuando una persona está de baja en su empresa “no perjudica a ningún compañero”. Por eso, ahora está trabajando con el sindicato Comisiones Obreras para poder impugnar el despido. “Me da rabia tener que vivir esta situación por segunda vez”, lamenta.
“Por supuesto que soy apta para mi trabajo. Está reconocido por toda la plantilla, he recibido mucho cariño y mis compañeros me dicen lo buena trabajadora que soy”, relata. “No se creen lo que me está pasando, y es que nadie puede decirme que no soy profesional porque a nadie se le ocurre”. Incluso, afirma, han buscado sus “fallos” en el trabajo, pero se han enfrentado a un expediente “limpio, y sin ningún fallo”.
Estatuto de los trabajadores y reforma laboral
Carolina Vidal, secretaria de Acción Sindical de Comisiones Obreras, explica que el “despido por enfermedad” ya estaba contemplado en el 2012 en el Estatuto de los Trabajadores, pero que fue especialmente la última reforma laboral la que afectó al artículo 52d. “Antes se refería a las ausencias dentro del colectivo, y ahora es individual”, explica Vidal. “La realidad es que por que una persona falte nueve días justificados por médico en dos meses, puede tener una carta de despido”, recalca.
Sin embargo, explica que, aunque se excluyen las enfermedades graves, se están “bordeando” la existencia de las mismas, al ignorar las secuelas, como la sinusitis grave de Vanessa. Por eso, se plantean trabajar jurídicamente contra los despidos, independientemente de lo que diga el Tribunal Constitucional. “Pedimos al Gobierno que acabe con el artículo y a la sociedad que no se calle ante esta situación”. Vidal critica las declaraciones de CECAM, “que venía a decir que no se trata de demonizar al enfermo sino de proteger a las empresas”. “Es lo que venían a decir, es extremadamente cruel”, recalca la sindicalista.
Para CCOO, lo derechos “fundamentales están por delante”. “Los datos señalan que hay más gente que va a trabajar enferma que la gente que va al médico. Por eso, nosotros no vamos a parar”. El caso de Vanessa, apunta, es “evidentemente” uno de aquellos en los que se “bordea la enfermedad grave”. “No es el tumor, es lo que le ha pasado después. El apoyo de la plantilla ha sido unánime y excepcional”, recalca.