Tiene más de 20 años, pero se ha convertido en uno de los 21 proyectos finalistas de los Premios de Arquitectura que convoca el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE).
El Teatro Auditorio Buero Vallejo de Guadalajara es obra de Begoña Fernández-Shaw, Luis Rojo de Castro y Ángel Verdasco. Se actuó sobre 9.320 m2 y contó con la colaboración de especialistas en ingeniería acústica (Higini Arau), estructuras (Gogaite), acondicionamiento ambiental (Rafael Úrculo), maquinaria escénica (Chemtrol) además de los arquitectos técnicos (R. Pérez Arroyo y M. González Guijarro).
La gran infraestructura cultural permanece y es uno de los referentes en la ciudad. Dos décadas después uno de sus creadores, el arquitecto Luis Rojo cuenta con orgullo cómo con este edificio “se cumplió algo que a nosotros nos importó mucho: tanto en su entrada, en sus rampas, una especie de camino hacia las localidades en el que todo el mundo va a la vez, no hay estratificación ni entradas buenas o malas, ni arriba o abajo. Hasta en la gran sala, un espacio casi circular donde todo el mundo puede sentir la idea de aquel momento que era que la cultura tenía que ser igual para todos”.
Eso, dice, “no podría ocurrir en el Teatro Real de Madrid que tiene una forma barroca. Si tienes 40 euros te vas al gallinero y si tienes 200 te vas al patio de butacas. Esa doble condición espacial de ver y ser visto es algo que nosotros no queríamos hacer y creemos que eso lo ha entendido la gente que lo usa y también quienes lo gestionan”.
Desde su exterior, un “cascarón” de hormigón muchos no se imaginan un sorprendente, enorme y cálido interior. Luis Rojo se detiene a comentar la peculiar ubicación del edificio, alejado de las grandes avenidas de la ciudad y construido “en un barrio con viviendas sociales de los años 50 o 60 e incluso de la II República construidas con pocos recursos. Después la zona se convirtió en ciudad-jardín”.
Recuerda los “muchos problemas debido a la fuerte pendiente, sobre todo si queríamos que su entrada diese a la calle Cifuentes, porque se quedaba un poco enterrado, descolocado, más abajo respecto a lo que tiene al lado que es la sede de la universidad”. O el hecho de situarse en un lugar “esquinado”.
El arquitecto todavía le ve muchas mejorar a todo el entorno. “A la ciudad le queda el reto de quitar la valla de la universidad que es un edificio público, tanto como el teatro. Los estudiantes no huyen ni necesitan estar encerrados. No hace falta vallarlo. Quizá el instituto cercano necesite algo más de seguridad, pero por ejemplo la parroquia de al lado está bastante integrada porque nos dejaron hacer una pasarela”. Cree que la amalgama de centros públicos “podría convertir la zona en algo mucho más abierto y social para la ciudad”.
Y es que, asegura, “cualquier ciudad ya sea Guadalajara, Toledo, Madrid… debe sacar sinergias de lo que ya hay”.
Veinte años de teatro: “Se construyó literalmente la transformación política”
El proyecto del Teatro Auditorio Buero Vallejo de Guadalajara comenzó a fraguarse en 1997 y las obras concluyeron en el año 2002. Fueron inauguradas por el entonces presidente de Castilla-La Mancha José Bono y el alcalde de la ciudad, José María Bris. Costó casi diez millones de euros financiados al 50% por el Gobierno regional y el Ayuntamiento de Guadalajara.
El espectáculo de Rafael Amargo ‘Poeta en Nueva York’ fue el primero en levantar el telón de este teatro tras descubrirse un busto de Antonio Buero Vallejo, en un acto de homenaje al que también asistieron la viuda y el hijo del dramaturgo.
Pero todo había comenzado mucho antes. El arquitecto recuerda cómo a principios de los años 80 se produjo en España una gran apuesta por la inversión en infraestructuras públicas culturales, sociales y educativas. “Fue literalmente la construcción de la transformación política del país y este teatro fue uno más de los concursos públicos en la época. Fueron importantísimos, pero ahora ya hay muy pocos. Apenas se construye arquitectura pública”, apunta. Se había terminado con el proceso de la Transición, finiquitando la dictadura franquista.
La propuesta de los tres profesionales fue elegida entre el centenar que se presentaron para construir la nueva infraestructura cultural de Guadalajara. El proyecto se presentó “como algo independiente de su entorno físico, pero necesariamente inscrito en él, enfocándose en la relación entre lo abstracto y lo concreto”.
No siempre la arquitectura consigue convertirse en un foco social o urbano, incluso la que tiene esa vocación como los colegios, los teatros o los museos
En estas dos décadas el teatro auditorio ha albergado más de 2.000 representaciones y supuso un auténtico revulsivo cultural para la ciudad. “Para nosotros el teatro es ya como un viejo amigo que ya tiene su propia vida. Nos ha encantado y también nos ha sorprendido que el proyecto sea finalista, precisamente por esa andadura ya de más de 20 años”, explica el arquitecto.
Luis Rojo destaca que el teatro, como institución cultural y social “es muy activa” y habla del “éxito” de un edificio al que sus gestores han sabido dotar de “personalidad” con una amplia oferta en su programación anual. Y es que se trata de un espacio versátil para el teatro, la música, la danza, el cine, el humor, la magia o la ópera e incluso para todo tipo de eventos.
“No siempre la arquitectura consigue convertirse en un foco social o urbano, incluso la que tiene esa vocación como los colegios, los teatros o los museos”, advierte, pero reconoce que sí lo hizo en el caso de Guadalajara y en su opinión “quizá eso tiene que ver con que la ciudad ha crecido en población y en gente joven. El teatro es un foco intergeneracional”.
Los premios se darán a conocer en un acto en el Museo del Prado
Las obras finalistas fueron elegidas por el jurado de entre los 177 proyectos seleccionados por los Colegios Oficiales de Arquitectos y Consejos Autonómicos. El denominador común de los finalistas es que desarrollaron proyectos que “han ayudado a transformar e innovar nuestro entorno construido, dejando una huella significativa en la arquitectura y su divulgación a lo largo del año”, según el CSCAE.
En el siglo XXI la idea de que la Arquitectura forma parte de las Artes es una idea abstracta. Lo cierto es que es uno de los soportes de esta sociedad en la que las cosas se construyen para compartirlas y para usarlas todos
La presidenta del CSCAE, Marta Vall-llossera, resalta que “comparten los valores sociales y culturales de la Arquitectura y el Urbanismo y muestran el compromiso de la profesión con la sociedad”, ya que contribuyen a mejorar la calidad del entorno construido, pero también “al bienestar y la salud de las personas y a la sostenibilidad del planeta”.
En eso coincide Luis Rojo que sostiene que “los arquitectos somos un instrumento social y la Arquitectura tiene responsabilidad social y medioambiental”, muy alejado del concepto de ‘arquitectos estrella’ para pasar a una función de “transformación social”.
En su opinión, “en el siglo XXI la idea de que la Arquitectura forma parte del Arte es una idea abstracta. Lo cierto es que es uno de los soportes de esta sociedad en la que las cosas se construyen para compartirlas y para usarlas todos”.
Los proyectos ganadores se darán a conocer en una ceremonia de entrega que se celebrará en el Museo Nacional del Prado, este 22 de junio, a las 19 horas.