Fiscalía de Valladolid solicita un conjunto de penas que se eleva a 19 años de cárcel para el extrabajador de Konecta que en 2019 fue detenido por la Policía Nacional acusado de instalar una minicámara de vídeo en el servicio de mujeres de la operadora, sita en el Polígono de San Cristóbal, con el fin de grabar a sus compañeras de trabajo. Una trabajadora encontró una cámara oculta en el dispensador de papel del baño de la empresa y sus jefes le pidieron que se callase porque “crearía alarma”.
El juicio está previsto en el Juzgado de lo Penal número 4 de Valladolid para el próximo día 24 de noviembre, si bien el encausado, L.A.O.S.J, hoy de 53 años, negocia un acuerdo con la acusación pública que podría rebajar notablemente la condena finalmente impuesta, en aplicación de las atenuantes de confesión--colaboró también al entregar a la policía unos archivos incriminatorios--y reparación del daño al haber indemnizado a sus víctimas, según informaron fuentes jurídicas.
Dicha conformidad, que reduciría el juicio a una mera comparecencia, resultaría mucho más provechosa para el presunto 'voyeur', que inicialmente se enfrenta a un total de 19 años de privación de libertad, a razón de tres años por cada uno de los cinco delitos continuados contra la intimidad que le imputa la Fiscalía y los dos años por otros dos delitos contra la intimidad, junto con multas por 11.400 euros e indemnizaciones de 1.000 euros a cada una de las siete víctimas.
La detención del acusado se produjo en octubre de 2019 por hechos que se habían iniciado un año antes en las instalaciones de la operadora, ubicada en la calle Oro del Polígono de San Cristóbal, donde, provisto de una minicámara de vídeo, se venía dedicando, presuntamente, a grabar a sus compañeras por debajo de la mesa del trabajo con la única finalidad de obtener imágenes de sus piernas, bragas y/o partes íntimas.
En el portarrollos del papel higiénico
También aprovechaba las jornadas de trabajo para, con idéntico fin lascivo, fotografiar o grabarlas por debajo de la falda cuando sus compañeras se levantaban de la mesa, hasta que en octubre de 2019, en un peldaño más en su afán de espiarlas, instaló la cámara en el baño de señoras, oculta en el portarrollos del papel higiénico.
Sin embargo, sobre las 21.00 horas del día 8 de octubre de ese año una de sus compañeras que había accedido al baño descubrió la cámara al percatarse de que del portarrollos salía una pequeña luz, con lo que, una vez hallado el aparato, decidió poner los hechos en conocimiento de la Policía Nacional.
En un análisis de la minicámara, los agentes hallaron una tarjeta y al realizar el visionado de la misma, que contenía 14 archivos de vídeo, se identificó a varias trabajadoras cuyas imágenes había grabado el procesado ese mismo día.
Además, en la detención del supuesto 'voyeur', vecino de Medina del Campo y empleado de Konecta durante 20 años, le fue intervenido un disco duro externo y el mismo acusado, en una muestra de colaboración con la policía que será tenida en cuenta ante una posible sentencia de conformidad, hizo entrega de otro disco duro, dos tablet, dos cámaras y varias tarjetas de memoria SD que contenían grabaciones ocultas, en su gran mayoría, de una empleada que trabajaba en su domicilio.
Del análisis practicado a todo el material incautado por parte del Grupo de Investigación Tecnológica se identificó a la empleada del hogar que el acusado y su madre tenían contratada, así como a otra mujer de la que ambos eran clientes y que visitaba el domicilio familiar en numerosas ocasiones y otras cinco mujeres más, compañeras de trabajo en la empresa Konecta.
En el primer caso, se visionaron 57 archivos de vídeo en los que aparecía la empleada del hogar cuando se cambiaba de ropa en una habitación al comenzar o concluir la jornada laboral o bien cuando ella iba al baño, material grabado entre julio de 2018 y julio de 2019.
Además, en otros vídeos obtenidos de 'estrangis', en total siete archivos, aparecía una mujer que acudía frecuentemente al domicilio del acusado y su madre, ya que éstos eran clientes de ella. Las imágenes fueron tomadas por debajo de la falda de la víctima cuando ella hablaba con la progenitora del encausado o bien cuando iba al baño, material datado entre julio de 2017 y julio de 2019.
Comentarios vejatorios
En el material inspeccionado aparecen otras cinco mujeres más, compañeras de trabajo del procesado, con imágenes grabadas por debajo de la falda en distintos periodos temporales y por debajo de la blusa.
Las perjudicadas han denunciado haber visto vulnerada su intimidad con tales grabaciones, alguna de las cuales ha sido incluso editada con comentarios de carácter vejatorio, como el caso de un vídeo en el que aparecen imágenes íntimas de una de sus compañeras en el que puede leerse “cómo me pones, puta”.
Además de las víctimas citadas, en los dispositivos analizados hay multitud de vídeos en los que aparecen imágenes del mismo tipo grabadas de forma subrepticia con cámara oculta, enfocando a las partes íntimas de otras mujeres que, sin embargo, no han podido ser identificadas.