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Opinión La Trastienda

Se acabó la fiesta

El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, comparece tras la ruptura de gobierno PP-Vox.

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Aplicar la lógica política al uso a un partido tan irracional como Vox conduciría no ya a la melancolía originada por los esfuerzos inútiles, sino a algo tan poco deseable como que te reviente a la cabeza. De modo que huelga buscar explicación a la decisión caudillista de Santiago Abascal de romper los pactos que la ultraderecha venía manteniendo con el PP para cogobernar cinco comunidades autónomas (con Castilla y León a la cabeza, que en esto resultó tristemente pionera).

Si el acierto o eficacia de las cosas se mide por la reacción de los adversarios y enemigos políticos, Abascal ha conseguido que su principal adversario electoral Alberto Núñez Feijóo y su gran enemigo ideológico Pedro Sánchez celebren con similar alegría —eso sí, cada uno por separado— el tiro en la rodilla que acaba de darse el líder de la extrema derecha patria.

A Alfonso Fernández Mañueco y demás presidentes obligados a lidiar con Vox no se les podía hacer mayor favor que el que les ha hecho Abascal. Con ganas se han quedado de celebrarlo con cava catalán, ese espumoso cuyo consumo boicoteó en su día la derecha española a modo de represalia contra el soberaniismo catalán (luego se enteraron que el presidente de Freixenet y de la Cámara de Comercio de España, José Luis Bonet, no era precisamente independentista).

Junto a ello, el máximo dirigente de Vox ha provocado un cisma interno de consecuencias aún por conocer, al imponer una ruptura con la que no estaban de acuerdo gran parte de los afectados/damnificados por la misma. Entre los que discrepaban porque querían seguir en el machito estaba el vicepresidente único (e irrepetible) de la Junta, Juan García-Gallardo Frings, quien no ha tenido más remedio que acatar y justificar la imposición de Abascal. Justificación por cierto basada en un argumento completamente falso: el incumplimiento del pacto de gobierno suscrito por ambos partidos en Castilla y León.

Como debería saber Gallardo, más que nada porque estampó su firma, dicho pacto no menciona para nada a los inmigrantes menores de edad que llegan a España no acompañados, esos a los que la extrema derecha llama despectivamente 'menas', cuando no redomados delincuentes de credo infiel que ponen en riesgo la seguridad y bienestar de los españoles de bien.

El único punto de dicho pacto referido al fenómeno de la inmigración es así de parco: “Promoveremos una inmigración ordenada que, desde la integración cultural, económica y social, y en contra de las mafias ilegales, contribuya al futuro de Castilla y León”. (punto 32 y último del acuerdo, fechado el 22 de marzo de 2022). Como tampoco figuraba en el pacto el protocolo antiaborto como que trató de colar Vox en los hospitales de la comunidad, asunto que asimismo ha incluido el ya exvicepresidente entre los incumplimientos del PP. García-Gallardo se ha visto obligado a dimitir, pero no se queda sin momio político.

Gallardo, un 22% de subida de sueldo

Simultáneamente a su dimisión, y, sin que haya mediado reunión alguna con los otros 12 procuradores del partido ultra con escaño en las Cortes de Castilla y León, el hasta ahora número dos de la Junta ha anunciado que será el nuevo portavoz parlamentario del grupo de Vox. García-Gallardo desplaza de ese cargo al procurador salmantino Carlos Menéndez, un cambio que económicamente no le va a resultar precisamente oneroso:

Frente a la retribución anual de 80.741 euros asignada a la vicepresidencia de la Junta, pasa a percibir los 98.337 euros que se levantan los portavoces titulares de los grupos y miembros de la Mesa de las Cortes, lo que supone un incremento salarial nada menos que de 17.596 euros (un 21,8 por ciento).

No corren la misma suerte los exconsejeros de Industria y Agricultura, Mariano Veganzones y Gerardo Dueñas, que cesan en sus respectivos cargos sin reenganche político, mientras Fernández Mañueco ha decidido mantener al frente de la consejería de Cultura a Gonzalo Santonja, el último de los consejeros nombrados en su día a propuesta de Vox. A Santonja no podrá reprocharle falta de lealtad quien apadrinó su nombramiento, que no fue otro que el fallecido Fernando Sánchez Dragó, no por casualidad Premio Castilla y León de las Letras a título póstumo. Tras la salida de Veganzones (tanta tranquilidad como descanso deja) y Dueñas, queda por ver qué deciden sus sucesores sobre los altos cargos de ambas consejerías.

En menos de 24 horas Mañueco ha cerrado la “crisis” provocada por Vox. Ha suprimido la estructura de la vicepresidencia, otorgando el rango de vicepresidenta a la consejera de Familia, la zamorana, Isabel Blanco, que pasa a ser la número dos de la Junta. La larga mano del compadre Fernando Martínez Maíllo, se deja notar a su vez en el ascenso de la hasta ahora delegada territorial en Zamora, Leticia García, ascendida a consejera de Industria. Por su parte, el secretario regional del PP, Francisco Vázquez Requero de Lama, ha conseguido promocionar al delegado territorial en Segovia, José Luis Sanz Merino, como nuevo consejero de Movilidad. Mañueco deja pendiente de resolver la vacante que deja el todavía portavoz del PP en las Cortes, Raúl de las Hoz, tras su elección como eurodiputado.

Los daños que se ha infligido a sí mismo Vox podrían haber sido mayores si Abascal, temeroso de generar mayores defecciones, hubiera impuesto la ruptura en las Mesas de los Parlamentos y en los importantes ayuntamientos, entre ellos los de Valladolid y Burgos, en los que PP y Vox se repartieron en su momento el pastel. Se acabó la fiesta (Alvise dixit), aunque no para todos.

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