No es que el panorama nacional resulte una balsa de aceite, pero si por algo se está caracterizando la vida parlamentaria en Castilla y León es por una progresiva degradación del debate político, plagado de broncas, exabruptos y ánimos de zaherir en una escalada de crispación desconocida en las 9 legislaturas anteriores.
La trifulca entre dos procuradores que estuvieron a punto de llegar a las manos al término de una Comisión disparaba no hace mucho todas las alarmas. El incidente reflejaba el clima de tensión desatado en los últimos meses en el parlamento autonómico.
El portavoz de Ciudadanos, David Castaño, no duda en responsabilizar de esta crispación a los socialistas, que según él no han conseguido digerir que el pacto PP-Cs frustrara su objetivo de gobernar la Junta. Castaño olvida, sin embargo, la destacada contribución a inflamar la vida política que ha tenido el vicepresidente y portavoz de la Junta, Francisco Igea, quien desde cualquiera de los muchos medios a su alcance arremete sistemáticamente contra el primer partido de la oposición. Sus invectivas e improperios tanto contra el gobierno Sánchez como contra los socialistas de Castilla y León no tienen parangón.
“Hay gente que sobrevuela en círculos sobre las crisis”, replicó en cierta ocasión a Luis Tudanca, equiparado así a un “ave carroñera” solo por pedir explicaciones sobre el alto grado de mortandad por Covid-19 en las residencias de ancianos. Convertido en ariete contra el PSOE, Igea ha dado rienda a su incontinencia verbal en las sesiones de control parlamentario, descendiendo a menudo a expresiones propias del lenguaje tabernario. “En Andalucía se iban de putas”, contestó en otra ocasión contratacando a los socialistas con el caso de los ERES andaluces.
El estilo pendenciero de Igea ha calado además en las dos consejeras de su máxima confianza, Verónica Casado, y Ana Carlota Amigo. La primera provocó en el primer pleno de abril un bochornoso incidente cuando, preguntada por la socialista Patricia Gómez, sobre su preocupación sobre la Salud Mental, contestó lo siguiente: “Me preocupa la Salud Mental, mucho, y la suya especialmente”. Tal exabrupto provocó una monumental bronca en la bancada socialista, de resultas de la cual fue expulsada la vicepresidenta segunda de la Cámara, Ana Sánchez. Y el asunto aún colea, ya que recientemente Gómez acusaba al presidente, Luis Fuentes, de haber precipitado dicha expulsión para que el PP y Cs, entonces ya sin mayoría, no perdieran ninguna votación en esa sesión. Fuentes ha calificado de “ignominia” una acusación que la procuradora se ha negado a retirar.
Ana Carlota Amigo cruzaba la línea roja de lo personal cuando en el curso de una interpelación aludió a la relación de la ex procuradora de Ciudadanos María Montero con el procurador socialista Diego Moreno. Otro hecho sin precedentes ha sido la denuncia judicial de cuatro procuradores socialistas contra Marta Sanz, procuradora de Ciudadanos y secretaria tercera de la Mesa. Ana Sánchez, Patricia Gómez, Rosa Rubio y Nuria Rubio se querellaban por calumnias contra Sanz después de que ésta calificara como “acoso” los comentarios vertidos sobre ella en redes sociales. Todo un hito del nivel de crispación existente, del que Fuentes, como Castaño, responsabiliza en exclusiva al PSOE.
Cierto que la vehemencia que caracteriza a procuradoras como Sánchez y Gómez, sobre todo cuando cargan sobre asuntos de corrupción, predisponen a la bronca, pero de ahí a considerar al grupo socialista único responsable de la crispación, media un abismo, sobre todo estando por medio el tremendismo político practicado por Igea.
El presidente Fuentes ha batido esta legislatura todos los récords en llamadas al orden para tratar de restablecer la calma en el hemiciclo. Peor aún lo lleva el vicepresidente primero, Francisco Vázquez, del PP, cuando el titular se ausenta y le deja a cargo del pleno. “¡Aquí cada uno hace lo que le da la gana!”, exclamaba en un reciente pleno, impotente para restablecer el orden.
Naturalmente, no todos participan de esta crispación. Mañueco y Tudanca nunca han perdido las formas. Y nada puede reprocharse a la única procuradora de Vox, Fátima Pinacho, y otros miembros del Grupo Mixto, como la procuradora de Podemos, Laura Domínguez, el leonesista Mariano Santos o el abulensista Pedro Pascual. “Si la gente viera realmente lo que pasa aquí, nos correrían a gorrazos”, reconocía este último en unas recientes declaraciones.
Por decoro propio y elemental respeto a la ciudadanía representada, urge erradicar unos comportamientos que están socavando gravemente el prestigio de la institución parlamentaria.
COSAS VEREDES
Un congreso maldito.- El que debía haber celebrado, a lo más tardar en septiembre, el PP de Salamanca y del que a esta fecha sigue sin tenerse noticia. La dirección provincial sigue llamándose andana, sin que desde Génova le conminen a convocar el congreso. Entretanto sigue enquistado el cisma interno entre el sector oficial encabezado por el actual presidente, Javier Iglesias, y el grupo díscolo alentado en su momento por Teodoro García Egea, el ínclito secretario general del PP. El retraso ya es del todo insostenible después de que Alfonso Fernández Mañueco haya anunciado que el congreso autonómico tendrá lugar durante el primer trimestre de 2.022 “o incluso antes”.
Eurodiputados.- Pese a la importancia de la Eurocámara, nos son muchas las noticias que trascienden sobre la actividad de los cuatro eurodiputados vinculados a Castilla y León. Iratxe García, que acaba de ser relegida por aclamación presidenta del grupo socialista y socialdemócrata, y Luis Garicano, de Ciudadanos, vicepresidente del grupo liberal, son con diferencia los más activos. Sorprende el bajo perfil adoptado por Soraya Rodríguez, quien puso fin a su dilatada militancia socialista para recalar como independiente en la candidatura europea de Ciudadanos, y tampoco despunta la actuación del socialista Ibán García del Blanco.
Adiós a un referente.- A los 90 años nos ha dejado uno de nuestros máximos referentes artísticos, el prolífico y fecundo pintor Félix Cuadrado Lomas, intérprete del paisaje castellano en una magistral fusión de tradición y vanguardia. Último exponente del denominado “Grupo Simancas”, Cuadrado Lomas renunció en 2017 al Premio Castilla y León de las Artes al conocer que se había suprimido la remuneración económica que anteriormente conllevaba. “No me vale que digan que ahora no hay dinero por culpa de la crisis cuando sigue dilapidando los cuartos. Cómo voy a admitir yo, a mis 88 años, que me den el premio tardíamente y con este agravio comparativo…”, argumentó para rechazar el galardón.