El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (PP), multiplica en las últimas semanas sus apariciones públicas mientras el vicepresidente, Francisco Igea (Ciudadanos) continúa con las habituales, muchas, y presentando balances de la gestión de su equipo. Suenan los tambores de ruptura en el pacto que jocosamente llamaron matrimonio de conveniencia sus dos protagonistas, y romper supone adelantar las elecciones. Desde el Partido Popular ya se barajan dos posibles momentos, y de ello depende el momento en el que se anuncie. Si durante este fin de semana en que acaba la convención nacional del PP en Valencia, la dirección nacional acuerda que el momento es óptimo, Mañueco haría el anuncio el próximo martes 5 de octubre. A partir de ese momento, en el que tendría que disolver las Cortes, las elecciones tendrían que fecharse, entre los días 54 y 60. Así, el 28 de noviembre sería una opción, justo antes del largo puente de diciembre, o ya el 12 de ese mes, pasados los festivos.
Si Mañueco quisiera esperar, pero no más allá del 11 de marzo, que es cuando el PSOE puede volver a armar otra moción de censura, se baraja el mes de febrero. Eso es lo que transmiten sus colaboradores más cercanos, que están alerta. Hasta tal punto puede precipitarse esa decisión que el presidente del PP de Valladolid ha suspendido un viaje a México. Aunque algunos lo achacan a la crisis generada por fichar al exciudadano Pablo Yáñez, como asesor, o a la guerra abierta que se está desatando por la candidatura al Ayuntamiento, lo cierto es que sobrevuelan las elecciones y el que se mueva no saldrá en la foto.
Sean en diciembre o en febrero, en el PP lo tienen claro: “Hay que deshacerse de Igea y de Casado (Verónica)”, repiten. Algunos incluso reconocen que se sentirían más cómodos en un gobierno de coalición con Vox. Y con esa premisa de provocar una ruptura que les libre de Igea y de Casado, arrancó la crisis el pasado mes de septiembre, durante el primer Pleno del parlamento tras el periodo estival.
Tumbar el plan sanitario dos años después
El presidente de la Junta desautorizó a la consejera de Sanidad, de Ciudadanos, apoyando una PNL socialista para retirar su plan de reestructuración de la Atención Primaria. En los últimos dos años, Mañueco no había prestado atención a ese proyecto de reorganización que pasa por el cierre de consultorios locales y desplazamientos de pacientes de zonas rurales a otros municipios para recibir atención médica. El presidente había hecho oídos sordos a las quejas de plataformas, de alcaldes de su partido y de presidentes de diputaciones, y de repente el tema le interesó. Intervenir inesperadamente en la política de Sanidad para contradecir a una consejera que es médico de atención primaria, y al propio vicepresidente de la Junta, también médico, sólo podía tener un objetivo empujar a su socio a romper el pacto que les mantiene atados.
Desde entonces, Ciudadanos no confía en el PP y el PP no confía en Ciudadanos. Las amenazas, unas veces veladas y otras evidentes, no han dejado de sucederse. Igea ha llegado a recordar que si quisiera, podría presentar una moción de censura. “Hagan cuentas”, instó a los periodistas durante una entrevista. Las cuentas salen, pero lo posible no siempre es probable. Una moción de censura tiene que firmarla el 13% de la Cámara, o lo que es lo mismo, 15 diputados. Ciudadanos, que perdió una procuradora durante la moción de los socialistas, cuenta actualmente con 10 procuradores. Los 35 del PSOE no pueden, hasta pasado un año de su primera moción, firmar otra, ya que cometieron el error en marzo pasado de firmar en bloque. Así las cosas, los de Ciudadanos tendrían que sumar los votos de otros cinco procuradores: Podemos tiene dos, los dos partidos regionalistas, Unión del Pueblo Leonés y Por Ávila tienen uno cada uno, y se podría completar con el voto de María Montero, antaño diputada de Ciudadanos y ahora no adscrita.
Fuentes de la dirección nacional del PP, sin embargo, han asegurado este sábado durante la celebración de la Convención Nacional del partido, en Valencia, que “se va a intentar agotar en todos los territorios”. La afirmación se ha producido después de que Mañueco haya almorzado con Pablo Casado, el secretario general, Teodoro García Egea, y el resto de presidentes autonómicos del partido, informa Aitor Riveiro.
Los presupuestos, una coartada
No parece que Igea vaya a mover ficha, y deja la responsabilidad en Mañueco con la advertencia de que “los ciudadanos no entenderían un adelanto en este momento”. Mientras, Mañueco, lo fía todo a la “estabilidad parlamentaria”. Esa estabilidad sin mayoría en el hemiciclo, zozobra continuamente. La prueba de fuego son los presupuestos. El Gobierno necesita un voto de la oposición para sacarlos adelante. El pasado jueves, el vicepresidente presumía del buen camino de sus negociaciones con Por Ávila, y el viernes, el portavoz del Grupo Parlamentario Popular, Raúl de la Hoz, reprochaba públicamente su falta de discreción. Es una provocación más del PP a Igea. Los presupuestos pueden ser una coartada perfecta para justificar el adelanto electoral, si las negociaciones se enturbian, no saldrán adelante.
Las elecciones adelantadas o no, marcarán el futuro de Mañueco e Igea, pero también el del líder socialista, Luis Tudanca. Si Mañueco gana, no habrá hueco para Igea, al menos mientras siga en Ciudadanos, un partido condenado a la desaparición. Tudanca difícilmente podría estar dos años en la oposición. Es cierto que ganó las autonómicas de 2019, y que el resultado fue histórico para el PSOE de Castilla y León, pero se expone a ser desplazado por otro candidato. Si fuese Mañueco el derrotado, tampoco tendría muchas opciones de repetir cuatro años más tarde. “Pronto sabremos”, avanzan fuentes del PP, “es posible que sea el martes, pero es cosa del presidente”, añaden.