El arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, ha pedido “no juzgar con la mentalidad de hoy” los abusos sexuales cometidos “hace 40 años”. En la presentación del balance del Servicio de Atención a Víctimas de Abusos (SAVA) celebrado este miércoles. Según ha informado en rueda de prensa, en los últimos tres años se han canalizado cinco denuncias a través de este servicio, que ofrece acompañamiento psicológico, espiritual y, si es necesario, durante el proceso judicial correspondiente.
Argüello ha mostrado la disposición de la Iglesia con la Fiscalía y el Defensor del Pueblo siempre que se les ha solicitado información respecto a los abusos sexuales en la Iglesia, aunque ha apuntado que —al tener ellos constancia de cinco casos en tres años— “lo mismo” hay “menos casos de los que mediáticamente se dice”.
“Si resulta que nosotros rastreando todo esto [Fiscalía, redes sociales, despacho Cremades, medios de comunicación]... Nosotros hemos sido proactivos en la búsqueda del asunto. Pero si no aparecen... lo mismo no hay tantos o hay cifra oculta, que no ocultada”, ha afirmado.
Un proceso canónico abierto aunque el delito prescribió
De las cinco denuncias, dos eran denuncias anónimas (un anónimo a través de redes sociales que se ha negado a identificarse y otro que no ha denunciado de momento, pero cuyo expediente se ha abierto); otra relativa a un sacerdote, ya fallecido, que presuntamente abusó de su víctima en los años 60; otra relativa a una diócesis vecina a la que se ha dado traslado; y otra que sí tiene un proceso canónico pendiente de la Santa Sede a pesar de que ya habría prescrito el delito. También han querido destacar cómo una madre acudió al SAVA por el acoso que sufría su hijo adolescente, cuya denuncia finalmente fue retirada porque “le había mentido”.
“En uno de los casos en los que hemos abierto vía canónica tenía que ver no con relaciones físicas, sino con mensajes inadecuados”, ha explicado Argüello. El psicólogo Diego Velicia ha explicado que en otro de los casos el sacerdote oyó a una víctima en confesión relatarle los hechos y el sacerdote le animó a presentar la denuncia.
El abogado y secretario de la Asociación Castellano y Leonesa para la Defensa de la Infancia y la Juventud (REA), Antonio Rodríguez, ha apostado por “prevenir, detectar y actuar”, los pilares en los que pretenden basar unas nuevas formaciones que impartirá el Arzobispado a los presbíteros, catequistas, personal de pastoral y otros profesionales; para luego también transmitir esta educación afectivo sexual a los menores.
El Arzobispado pretende hacerlo a través del proyecto 'Somos luz en misión', en el que van a participar un psicólogo, una educadora social, un magistrado de la Audiencia, un párroco y un licenciado en Derecho. “Queremos ayudar a que se detecten esas situaciones”, ha aseverado Rodríguez, que ha insistido: “Sin eludir ningún tipo de responsabilidad de lo que se haya hecho y de pedir perdón. Queremos evitar tener que pedir perdón dentro de unos años por no prevenir determinados comportamientos”.
Las oficinas apoyarán a víctimas de abusos también fuera de la Iglesia
Argüello ha querido recordar a su antecesor en el cargo, el cardenal Ricardo Blázquez, que fue quien inició este servicio de atención a víctimas que ahora se ampliará. No solo hará seguimiento de víctimas que sufran abusos sexuales por parte de algún miembro de la Iglesia, sino que se ampliará el espectro para que víctimas de agresiones sexuales (incluso fuera de la Iglesia) puedan solicitar apoyo psicológico.
“Todos los asuntos en los que interviene la libertad humana son susceptibles de cualificación moral. También lo que tiene que ver con la sexualidad. Pero la formación ética y moral apenas existe entre nosotros y se piensa que la libertad es absoluta y que solo si a alguien se le pilla haciendo algo, entonces nos echamos las manos a la cabeza. Nuestra sociedad es moralmente libertina y puritana a la hora de abordar los asuntos”, ha reflexionado Argüello, que también ha puesto el foco en el impacto general de las nuevas tecnologías en los abusos sexuales.
“El tiempo moderno conoce la celeridad. Pensamos que el ritmo del corazón tiene el mismo ritmo que las máquinas. Los asuntos del corazón, la formación de la conciencia y la madurez afectiva sigue teniendo ritmos lentos; y es un desafío a la hora de la educación de la conciencia moral”, ha ahondado el prelado, quien ha reflexionado también sobre la “distinta configuración” de las familias, con más hijos únicos e hijos que “ven a sus padres poquísimo”.