El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, comparecerá en el parlamento el 4 de octubre para dar cuenta de los incendios forestales registrados este verano. Una de las preguntas que se podrán realizar durante la sesión será qué pasó con esa supuesta 'trama' para “quemar” Castilla y León. Los primeros datos no apuntan en esa dirección: solo tres de los 17 grandes incendios (aquellos que superan las 500 hectáreas) han sido intencionados.
Este verano tres personas han fallecido y se han quemado más de 95.000 hectáreas, arrasadas por el fuego. Los incendios más graves han sido los de Losacio, la Sierra de la Culebra (Zamora) y el de la Sierra de Francia (Salamanca). Trece de estos fuegos han superado las mil hectáreas.
Para hacernos una idea, mil hectáreas equivaldrían a 1.428 campos de fútbol. Solo estos tres incendios, provocados por rayos, han arrasado 64.800 hectáreas. O, lo que es lo mismo, superan toda la superficie de la ciudad de Madrid.
“En Zamora se han quemado más de 60.000 hectáreas. Ha habido un cambio cualitativo. El panorama de este año va a dejar de ser la excepción. Ha empezado la era de los megaincendios”, valora Martín Pinto. Este verano se ha quemado el 6% de toda la superficie de Zamora y el 18% de su arbolado.
Los fuegos de este verano han arrasado más superficie forestal que en los últimos cuatro años juntos. Los únicos datos disponibles de momento son los partes diarios, en los que no figura la perimetración de muchos conatos e incendios. Por ejemplo, el incendio de Miranda del Castañar (Salamanca), que alcanzó el nivel 1, no aparece perimetrado.
Durante el incendio de Quintanilla del Coco (Burgos), Mañueco acusó a nadie en concreto de “intentar quemar” la Comunidad. Seguía con el argumentario marcado por el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que este verano recuperaba la tesis de la trama de incendiarios que no pudo probar en Galicia.
Según informa a este diario el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Lerma, el detenido por el incendio de Quintanilla del Coco (Burgos) está libertad provisional investigado por un delito incendio forestal por imprudencia. La causa continúa la fase de instrucción pendiente de la práctica de diligencias.
Sin embargo, la realidad es más compleja: los incendios intencionados, que los ha habido, han tenido un menor impacto que los provocados por rayos. Según los datos provisionales —más de 300 incendios estaban en investigación cuando se dejó de publicar sobre ellos—, 157 fuegos fueron intencionados, de los cuales la mayoría no superaron la hectárea, por lo que son considerados conatos.
En relación a unos incendios simultáneos en Zamora, Mañueco aseguró que él sabía “qué había detrás” de ese tipo de fuegos intencionados, aunque no quiso concretar a qué se refería con “detrás”. En cualquier caso, nunca más se ha vuelto a hablar de esa supuesta trama que quería “quemar Castilla y León”. De hecho, solo tres de los 17 grandes incendios han sido provocados: el de Losacino (1.586 hectáreas), el de Figueruela de Abajo (1.176) y el de Roelos de Sayago (781), todo en Zamora.
Los rayos, sin embargo, han quemado más de 73.000 hectáreas, casi la mitad en zona arbolada. A pesar de las constantes campañas sobre fumar en espacios naturales, especialmente en verano, todavía se han registrado incendios con esta causa: ha habido 19 fuegos provocados por fumadores, entre los que destaca sobre todos ellos el de Cebreros, en Ávila: se quemaron 4.263 hectáreas.
Miles de hectáreas en espacios protegidos
Teniendo en cuenta estos datos hay unas 19.600 hectáreas de zonas protegidas que han sido afectadas por los incendios, la mayor parte en Parques Naturales Protegidos como la Sierra de Francia, los Sabinares del Arlanza, las Médulas, los Arribes del Duero o las riberas de Castronuño.
También se han quemado miles de hectáreas de Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) como los pinares del Bajo Alberche o el Valle del Tiétar, en Ávila. Parte de la Sierra de la Culebra, una de las Zonas de Especial Conservación (ZEC), también resultó afectada.
“La campaña de incendios ha sido horrible. El tiempo atmosférico ha sido muy crítico y la vegetación era pólvora”. Así lo resume el profesor de Incendios Forestales en la ETS de Ingenierías Agrarias de Palencia Pablo Martín Pinto, que continúa desgranando algunas de las causas de estos incendios de sexta generación. “Hemos tenido una sequía terrible, los picos de temperatura han sido muy altos y se han mantenido durante muchos días, con temperaturas mínimas muy altas. El viento quemaba y la humedad era bajísima. Todo el combustible estaba listo para arder”, insiste.
Son necesarios más trabajos forestales
Desde el Colegio de Ingenieros de Montes apelan a invertir más en prevención de incendios forestales. “El riesgo de grandes incendios va a ser cada vez mayor ante los efectos del cambio climático. Por eso hay que incrementar los trabajos técnicos de gestión de montes”, subraya el presidente decano del Colegio, Asier Saiz Rojo. Sin embargo, reconoce que algunos fuegos adquieren tal magnitud que resultan imposible de controlar. “A veces da igual cuántos medios haya en ese momento, por eso hay que controlar lo manejable: que no haya tanta carga de combustible vegetal”.
Ante esta situación, sindicatos, patronal y la Junta de Castilla y León han acordado esta semana ampliar la duración de los contratos de prevención de los incendios. Pasarán de una media de 7,6 meses al año a un rango de 9 a 12 meses. Se espera duplicar el presupuesto en los próximos tres años para intentar así frenar la rápida propagación de los incendios. Sin embargo, los cambios de los trabajadores públicos están pendiente de que se apruebe el convenio colectivo del personal de la Administración autonómica y el de las Relaciones de Puestos de Trabajo (RTP).
También es verdad que muchos de los megaincendios producidos este año no han sido provocados por el ser humano, si no por tormentas secas como las de Zamora. Pero existen más factores, además de la suerte y el cambio climático: el uso que tiene el monte, por ejemplo. En un momento en el que los pueblos tienen cada vez menos uso, menos cabañas ganaderas de extensivo y menos explotación forestal, la maleza se acumula y se convierte en combustible muy inflamable.
La importancia de explotar los recursos
El poco uso del medio natural es ya una cuestión estructural. “Como el uso es el que es, estos incendios van a dejar de ser una excepción, como los que otros años hemos visto en California o en Australia”, apunta Martín Pinto. La gran excepción de la ola de incendios forestales ha sido Soria. El 40% de la provincia está cubierto por bosques, pero solo se han quemado 79 hectáreas en todo el verano. “En Soria los montes se aprovechan porque dan rendimiento económico”, explica Saiz Rojo. La biomasa o el papel son solo dos de los ejemplos más potentes que tiene Soria. En 2018, Soria contaba con 1.552 trabajadores del sector, el 15% de todo el empleo forestal de Castilla y León.
El año pasado se registró el incendio más importante de la historia de Castilla y León: el fuego de Navalacruz arrasó 22.000 hectáreas, pero la mayoría fueron de monte bajo, como insistía en recordar el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones. Este verano, dos incendios han superado la extensión del de Navalacruz: el de Losacio y el de la Sierra de la Culebra.
También cabe destacar el fuego de Boisán, en el municipio de Lucillo. Este se produjo en el campo de tiro del Teleno, un campo de maniobras de artillería propiedad del Ejército. Aunque fue provocado por rayos, se cuentan los cientos los artefactos de artillería y obuses —frutos de las pruebas de tiro— que hay en el terreno. El Teleno es un punto negro de una provincia. Una negligencia provocó en 1998 un incendio que quemó 4.200 hectáreas.
En el siguiente gráfico, se puede analizar la superficie forestal y arbolada que ha resultado afectada como consecuencia de los incendios en Castilla y León desde 2010. La superficie forestal incluye a la arbolada, pero también el matorral y el monte bajo. Por este motivo aparecen 'solo' 76.000 hectáreas, porque este año se han quemado otras 13.214 hectáreas agrícolas y 4.194 de otro tipo (procedentes la mayoría del campo de tiro del Teleno).
La masa combustible es un factor muy importante para predecir la intensidad del fuego: influye en la velocidad de propagación, la altura de las llamas y el calor. Eso coloca al incendio dentro o fuera de la capacidad de extinción. “Algunos incendios han saltado a la carretera y en diez segundos estaban al otro lado. Las pavesas (las chispas) pueden recorrer kilómetros y extender el fuego, y con toda la vegetación deshidratada...”, reflexiona el profesor de Incendios Forestales.
El Gobierno elabora estadísticas sobre incendios forestales cada diez años. De media, entre 2006 y 2015 se quemaron 4.197 hectáreas de superficie arbolada. Este verano la cifra se ha multiplicado por diez hasta casi las 45.000 hectáreas de espacio arbolado, con mayor o menor densidad.