Ada Colau ha dicho adiós al Ayuntamiento de Barcelona. Arropada por su grupo municipal, del que ha sido pilar indiscutible durante casi una década, acompañada por su familia y aplaudida por la mayoría del pleno municipal –entre ellos el alcalde y a su vez ex socio de gobierno, Jaume Collboni–, Colau se ha despedido este viernes de un consistorio en el que irrumpió desde el activismo en 2015 para gobernar la ciudad durante ocho años.
Con la kufiya palestina sobre los hombros, que la acompaña allá donde va desde el inicio de la guerra de Gaza, Colau ha arrancado con un discurso de agradecimiento a los trabajadores del Ayuntamiento, con mención especial a las trabajadoras de la limpieza –“hasta ahora no he visto a ningún hombre” en esa tarea, ha lamentado–. También ha recordado la exalcaldesa los momentos más duros en el cargo, como los atentados de la Rambla o la gestión de la pandemia.
A pesar de no querer ahondar en su balance de gobierno –del que ha destacado haber hecho políticas que “muchos le decían que eran imposibles”–, sí ha mencionado la unidad antidesahucios, las supermanzanas y pacificaciones de calles y los presupuestos participativos como ejemplos de legado de su proyecto de ciudad. Con un equipo humano que en 2015 era, según ella, “una anomalía en el sistema”, logró convertirse en la primera mujer alcaldesa y de clase humilde.
“Solo en una ciudad mágica y rebelde pueden pasar cosas tan increibles como esta”, ha celebrado, al tiempo que elogiaba a sus barrios. “Barcelona es una ciudad valiente, republicana, feminista, que solo pertenece solo a su gente”, ha proclamado.
Colau no ha querido irse sin reprocharle a los poderes económicos su papel durante sus mandatos. “Lo que más me ha decepcionado de la ciudad son sus élites: provincianas, mediocres y avariciosas, que piensan demasiado en beneficio a corto plazo”, ha dicho. “Ya va siendo hora que las instituciones democráticas les paren los pies”, ha declarado, tras recordar que han tenido que hacer frente a una veintena de querellas durante estos años y que todas han acabado archivadas.
A medida que el discurso llegaba a su fin, la exalcaldesa ya ha avisado de que las emociones se adueñarían de sus palabras. Ha llegado entonces el agradecimiento a su madre, Tina, presente en la sala, y a su familia e hijos. “Han tenido que aguantar demasiadas porquerías y campañas de desprestigio”, ha lamentado, no sin reivindicar que son una familia “unida, alegre y orgullosa”. Y dedicar las últimas palabras a su amiga Vanesa Valiño, exasesora de Vivienda del consistorio, ahora enferma de cáncer: “Es un ejemplo de luz, amor y coraje”.
Tanto el PSC, que fue su socio minoritario de gobierno, como ERC, le han deseado suerte en la nueva etapa y le han agradecido, con más o menos dosis de crítica, su legado y su estima por la ciudad. Junts también se ha sumado a los buenos augurios y al respeto, pero ha sido mucho más crítico. PP y Vox, por su parte, prácticamente solo han tenido reproches para su trayectoria.
Al finalizar la ronda de parlamentos ha llegado el turno de Collboni, que ha resaltado su “trabajo, coherencia y valores”. “No se ha dicho bastante el contexto político complicado y económico que le tocó, y pese a todo la ciudad hizo su camino”, ha manifestado. Igual que con Trias, ha propuesto que reciba la Medalla de Oro del Ayuntamiento y, tal como dicta la tradición, le ha entregado una réplica de la vara de alcaldesa.
Un adiós esperado y un futuro incierto
Tras un año en la oposición, Colau despejó las dudas sobre su futuro a mediados de septiembre con una carta a su militancia en la que anunció que dejaba no solo el Ayuntamiento, sino también la dirección de los Comuns. La exalcaldesa ha formalizado este viernes la renuncia al acta de concejal, durante su último Plenario Municipal, y en noviembre abandonará la cúpula de Catalunya en Comú.
Aunque en su partido nadie cierra la puerta a que pueda regresar de cara a las elecciones de 2027, Colau ha cerrado con su renuncia una etapa de diez años exactos en primera línea política. Un periplo que comenzó con el lanzamiento en 2014 de la candidatura de Barcelona en Comú, con la que logró la alcaldía un año después impulsada por el malestar ciudadano fruto de la crisis económica e hipotecaria.
Colau logró reeditar el cargo en las elecciones de 2019, con los votos del PSC y Manuel Valls, pero quedó apeada de la alcaldía en 2023, a pesar de que siempre recuerda que se quedó a pocos votos del socialista Jaume Collboni, al que decidió apoyar in extremis para que se hiciera con la vara de alcalde en vez del convergente Xavier Trias. Desde entonces, ha liderado a los Comuns desde la oposición, consciente de que Collboni no la quería como socia de gobierno.
En este sentido, salida cierra también otro capítulo, que es la retirada de los principales rivales de Collboni en la carrera electoral y en el plenario. Antes que ella tomaron la misma decisión Ernest Maragall, de ERC, y Xavier Trias, de Junts.