Hasta ahora se conocían una serie de peligros vinculados a la existencia del armamento nuclear. Hay una lista demasiado larga de falsas alarmas (causadas por errores humanos o técnicos) y de accidentes con armas nucleares, que han estado a punto de provocar conflictos bélicos nucleares. En varias ocasiones, pequeños errores informáticos o de interpretación han originado una alarma errónea de ataque nuclear enemigo. Afortunadamente, se detectó el error antes de que se tomara la decisión equivocada.
Hoy tenemos que añadir un nuevo tipo de amenaza a las mencionadas más arriba. Se trata de los ciberataques dirigidos a los sistemas de detección de alerta rápida de misiles atacantes. Un ciberataque consistente en simular un aviso de ataque podría desencadenar un contraataque y, de ahí, una guerra nuclear.
Dos militares de muy alto rango de EEUU y Rusia, en un artículo en el New York Times, han expuesto la situación en que nos encontramos. Las dos potencias nucleares se rigen todavía hoy por la doctrina nuclear de la Guerra Fría, que prevé, por una parte, el mantenimiento de una parte de su armamento nuclear en situación de ser usado rápidamente y por otro, la estrategia conocida como launch on warning, consistente en el lanzamiento inmediato de misiles nucleares después de que los sistemas de alerta rápida detecten un ataque de misiles. EEUU y Rusia disponen actualmente de unas 1.800 bombas nucleares en máxima alerta preparadas para ser utilizadas de forma inmediata (son los únicos estados nucleares en esta situación). La decisión de lanzamiento de un misil nuclear en caso de aviso de un supuesto ataque se basa en la información que suministran los satélites y los radares terrestres. El tiempo para tomar una decisión es de menos de 30 minutos. Esta situación plantea un escenario muy peligroso: cada vez es mayor la posibilidad de que un ciberataque incida en los sistemas de detección de alerta rápida y falsee un ataque con misiles. Y el poco margen temporal de toma de decisiones favorece los errores de interpretación e impide que se disponga de la información completa. Según el militar estadounidense, la sofisticación de la amenaza cibernética ha aumentado exponencialmente durante los últimos diez años. Sin embargo, dos años atrás el Comité científico de Defensa que asesora al Pentágono informaba de que, en la mayoría de los sistemas del arsenal nuclear de EEUU, no había suficiente evaluación de los puntos débiles ante un ataque cibernético total.
Se da la circunstancia, además, de que Rusia ha sustituido sus satélites de detección por radares terrestres instalados en sus fronteras. Los radares suministran una información más precisa, pero sólo pueden detectar los misiles cuando ya están cerca, lo que reduce el tiempo de decisión de una posible respuesta. Y eso incrementa la probabilidad de decisiones erróneas.
Sabemos también que el mismo Pentágono ha manifestado su preocupación por los numerosos casos de falta de disciplina, errores y consumo de drogas y alcohol entre el personal encargado de la gestión y el mantenimiento de las armas nucleares en situación de alerta máxima. Esta situación no puede sino hacer más vulnerables las armas nucleares ante los ataques cibernéticos.
Existen precedentes de ciberataques con consecuencias importantes. En 2009, EEUU conjuntamente con Israel, desarrollaron un virus informático, que recibió el nombre de Stuxnet, con el objetivo de infectar y controlar las centrifugadoras de enriquecimiento de uranio de la central iraní de Natanz. Este virus dañó el funcionamiento del 20% de las centrifugadoras. En 2012, la Administración Obama reconoció que habían colaborado con Israel para desarrollar un ciberataque contra Irán.
A finales de septiembre los EEUU y China llegaron a un acuerdo, según el cual ninguno de los dos estados realizará o apoyará robos de la propiedad intelectual o secretos comerciales en el ciberespacio. Además acordaron crear un grupo conjunto de expertos para estudiar cómo luchar contra el crimen cibernético. Lo que indica la importancia que va tomando este tema.
El riesgo de ciberataques que tengan como objetivo generar falsas alarmas de ataque con misiles se minimizaría de forma sustancial si las potencias nucleares abandonaran la estrategia de respuesta rápida y si redujeran o eliminaran completamente las bombas nucleares que tienen listas para ser lanzadas. La ampliación del tiempo de decisión permitiría obtener mayor información, hacer un análisis más preciso y favorecería la toma de decisiones más correctas.
Hasta ahora se conocían una serie de peligros vinculados a la existencia del armamento nuclear. Hay una lista demasiado larga de falsas alarmas (causadas por errores humanos o técnicos) y de accidentes con armas nucleares, que han estado a punto de provocar conflictos bélicos nucleares. En varias ocasiones, pequeños errores informáticos o de interpretación han originado una alarma errónea de ataque nuclear enemigo. Afortunadamente, se detectó el error antes de que se tomara la decisión equivocada.
Hoy tenemos que añadir un nuevo tipo de amenaza a las mencionadas más arriba. Se trata de los ciberataques dirigidos a los sistemas de detección de alerta rápida de misiles atacantes. Un ciberataque consistente en simular un aviso de ataque podría desencadenar un contraataque y, de ahí, una guerra nuclear.