Anatomía del revés independentista: 700.000 votos perdidos que van a la abstención, PSC y Sumar

Perdre un llençol a cada bugada –literalmente traducible por 'perder una sábana en cada lavado'– es un dicho popular catalán para explicar esa etapa vital en que no dejan de sucederse malos momentos. Algo parecido le ocurre al independentismo, que el pasado 23 de julio constató que la hemorragia de votos abierta en las elecciones municipales de mayo sigue sangrando con fuerza.

El del domingo fue un viaje el pasado: la suma de ERC, Junts y la CUP alcanzó 985.998 votos. Es el peor resultado en 30 años del nacionalismo catalán en unas elecciones generales. El tropiezo no es un fracaso absoluto debido a que las fuerzas soberanistas mantienen la llave para que Pedro Sánchez siga en La Moncloa.

En conjunto, ERC, Junts y la CUP perdieron 707.744 votos este 23J respecto a las anteriores generales de noviembre 2019. Los republicanos lideran la caída con 411.976 sufragios menos, mientras que las pérdidas de Junts y la CUP son similares (147.591 y 148.177 votos respectivamente, lo que dejó a los anticapitalistas fuera del Congreso).

El politólogo y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Marc Guinjoan recuerda que en las generales de 2019 Catalunya había registrado mayor participación por el contexto marcado por la sentencia del procés y el encarcelamiento de los líderes independentistas. Su votante se activó y dio la victoria a ERC. 

En cambio, el pasado domingo, la caída en cuatro puntos de la participación –frente al aumento del 4% en el conjunto de España– se debió “a la desactivación del votante independentista, en buena medida”, apunta Guinjoan.

¿A dónde fueron a parar todos estos votos independentistas? A falta de estudios postelectorales más profundos, Guinjoan apunta a dos destinos: la abstención y el trasvase de voto a Sumar y, en especial, al PSC.

“El voto dual ha vuelto”, sentencia Guinjoan, en referencia al fenómeno electoral que parecía haber pasado a la historia y que marcó la política catalana de los 80 y los 90, consistente en amplias victorias de CiU en las autonómicas y del PSC en las generales.

Dos estimaciones publicadas esta semana por el politólogo Toni Rodón en el diario ARA y el director del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), Jordi Muñoz, han obtenido resultados similares: ERC, el partido que más votos pierde, los cede casi por igual a la abstención (alrededor de 200.000 sufragios) y a los partidos de izquierda (unos 155.000 al PSC y unos 50.000 a Sumar). La estimación del director del ‘CIS catalán’, también indica que alrededor de la mitad de los votos cedidos por Junts y la CUP fue a la abstención y a Sumar, respectivamente. 

Tradicionalmente el independentismo siempre obtiene mejores resultados en los comicios al Parlament, pero los guarismos del pasado 23J retrotraen a los años 80 el voto nacionalista catalán en unas generales. Tal y como señaló en Twitter el politólogo Oriol Bartomeus, el pasado domingo fue la primera vez que el conjunto de votos a fuerzas independentistas quedó por debajo del millón de votos desde las municipales de 1999, descontando los comicios europeos que no coincidieron con municipales.

Fracaso del intento de frenar la abstención

Guinjoan define lo ocurrido este 23J a las fuerzas independentistas como “la tormenta perfecta”, ya que las fugas de voto de los partidos independentistas se concentraron no solo en partidos como el PSC o Sumar, sino que también fueron a la abstención en vez de exclusivamente a otras fuerzas del mismo bloque.

La primera semana de campaña, ERC, Junts y la CUP se esforzaron para frenar las llamadas a quedarse en casa de los sectores independentistas más radicales, pero el mapa del crecimiento de la abstención muestra precisamente que su crecimiento fue mayor en las zonas tradicionalmente más independentistas del norte de la demarcación de Barcelona y la provincia de Girona.

La lista más afectada por la abstención vuelve a ser la encabezada por Gabriel Rufián. “Es normal porque es el partido que más votos pierde y fue el más votado en 2019, pero si antes de las elecciones se podía pensar que la promoción de la abstención independentista tocaría más a Junts, al final la formación más afectada ha sido ERC”, apunta Guinjoan.

Alarmas encendidas en ERC y CUP

La pérdida masiva de votos ha encendido alarmas internas en ERC y la CUP, que han iniciado, respectivamente, procesos de “debate interno” y “refundación” para recomponer la estrategia independentista.

Los republicanos, según fuentes del partido, articularán su iniciativa en cinco grupos de trabajo que abordarán por qué la formación ha perdido la confianza del electorado y, en concreto, de jóvenes y mujeres, dos de los nichos de votante que más les preocupan; qué cambios son necesarios para ganar “eficiencia” como organización; si es necesario cambiar la forma de comunicación de las decisiones; y cómo ERC puede convertirse “en un partido del siglo XXI” y el papel de su militancia.

Fiel a su tradición asamblearia, la militancia de la CUP será quien pilote el proceso de refundación del partido, que culminará en una asamblea en 2024. La dirección ha admitido que no “se ha estado a la altura a la hora de construir espacios y estructuras necesarias para hacer saltos cualitativos a escala organizativa y a escala política” y ha puesto los cargos del Secretariado Nacional a disposición de la militancia. Por su lado, Junts no ha expresado públicamente que ponga en marcha una operación parecida a la de los otros dos partidos.

Pese a recular electoralmente, tras años de irrelevancia en el Congreso, ahora los de Carles Puigdemont son claves para la eventual investidura. Tras el recuento del voto exterior, Pedro Sánchez precisa de su voto afirmativo y no solo de su abstención. Un nuevo ejemplo de que en una democracia parlamentaria como la española uno vale más por lo que cuentan sus votos a la hora de alcanzar mayorías que por sus votos en sí (por mucho que se hayan perdido apoyos).

Tras municipales y generales, ¿se repetirá el revés independentista en unas elecciones al Parlament? “Es la pregunta del millón”, responde Guinjoan. El politólogo cree que hacer un pronóstico es complicado, pero advierte de que si persiste el “desánimo” entre la base independentista y el “desacuerdo estratégico” entre los partidos no es descartable que se rompa la tendencia histórica de mayor movilización independentista en las autonómicas.

A todo ello, señala Guinjoan, hay que sumar el “posible efecto Salvador Illa” tras sendas victorias socialistas en las municipales y las generales, algo que no ocurría desde hace quince años en Catalunya. Salvo adelanto electoral, falta año y medio para unos comicios catalanes que el PSC afronta con viento de cola.

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