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DATOS

De Barcelona a Montenegro, las rutas de los oligarcas rusos para esconder sus superyates

El Galactica Super Nova es uno de los superyates más conocidos y glosados en las revistas especializadas del sector. Pese a no estar en la lista de los más grandes ni de los más caros, destaca tanto por su exquisito diseño interior como por ser uno de los más rápidos del mundo. El pasado 24 de febrero, cuando el ejército ruso iniciaba la invasión de Ucrania, la nave se encontraba en el puerto de Barcelona. Dos días más tarde y ya después de que entrasen en vigor las primeras sanciones de la Unión Europea contra oligarcas rusos, el Galactica Super Nova indicaba que había partido. En la madrugada del 2 de marzo estaba entrando en el puerto de Tivat, Montenegro, donde su sistema de señalización lleva apagado desde entonces.

Como el Galactica Super Nova, desde el inicio de la invasión de Ucrania una larga lista de yates y embarcaciones de lujo se han desplazado desde sus puertos habituales, en el Mediterráneo occidental, el Caribe o las Maldivas, hacia otros destinos, como Montenegro o Dubái y la zona del Golfo Pérsico. Se trata de naves cuya propiedad correspondería a ciudadanos rusos y, en especial, a los llamados oligarcas, sean o no objeto de las sanciones que la UE y EEUU han impuesto. El Galactica Super Nova, valorado en unos 80 millones de dólares, siempre se ha atribuido a Vagit Alekperov, presidente de la petrolera Lukoil y que tiene en Barcelona importantes propiedades.

La ruta seguida por el superyate de Alekperov, desde las aguas españolas hacia Montenegro, ha sido una de las más repetidas durante las tres semanas de guerra y sanciones. Así se refleja en las posiciones de los radares que elDiario.es ha rastreado gracias a diferentes fuentes abiertas, reflejadas en páginas como marinetraffic.com o vesselfinder.com, que recogen las posiciones de los barcos a través del Sistema de Identificación Automática (AIS por sus siglas en inglés). El análisis de estas coordenadas en los buques de recreo más importantes atribuidos a oligarcas rusos indican que buena parte de ellos se han movido hacia lo que consideran puertos seguros y al resguardo de las sanciones, como Montenegro o Dubai.

Un rumbo muy similar, aunque días más tarde, siguió el MY Solaris, vinculado al magnate y exdueño del Chelsea Roman Abramovich. Este barco tiene bandera de Bermudas y es considerado uno de los más caros del mundo, con un precio estimado de 477 millones de dólares (más de 433 millones de euros) según Forbes. El Solaris había estado varios meses en mantenimiento en uno de los astilleros del Port Vell de Barcelona y no se movió hasta el 9 de marzo, casi tres semanas después de la invasión rusa de Ucrania. Pero, durante esa jornada, su sistema de posicionamiento indicó que había zarpado en dirección este. En los siguientes días cruzaría por el sur la isla de Cerdeña, rodearía Sicilia y entraría en el mar Adriático, para acabar el día 13 de marzo en el mismo puerto montenegrino de Tivat.

No es fácil determinar con seguridad a quién pertenecen las grandes embarcaciones que en las últimas semanas han estado bajo el foco de los estados que han impuesto sanciones contra Rusia. Para empezar, la mayoría de los que se relacionan con oligarcas tienen bandera de pequeños estados isleños, como Bermudas, Islas Caimán o San Vicente y las Granadinas. Pero, además, estos barcos de lujo con precios que en ocasiones superan los 540 millones de euros pertenecen a entramados societarios donde accionistas, filiales y compañías asociadas se acaban confundiendo.

Es por esta razón que ni siquiera para las autoridades es sencillo determinar cuántos de estos yates estaban fondeados en aguas españolas al inicio de la invasión rusa sobre Ucrania. Es sabido que los puertos del Mediterráneo occidental, tanto los españoles como los franceses y sardos, son muy apreciados por la élite económica rusa. A principios de este mes la revista Forbes hizo una lista de mas de 30 yates con propietarios rusos más conocidos bajo el foco de las administraciones norteamericana y europea. En torno a un tercio de estos estaban en una zona muy determinada del Mediterráneo cuando la UE inició sus sanciones. El 24 de febrero había al menos cinco superyates en puertos catalanes, uno en Palma, uno más en la Costa Azul francesa, tres en las ciudades italianas de Imperia y Génova, y otro más en Mónaco.

De esta docena, cuatro se han desplazado. El Solaris de Abramovich y el Galactica Super Nova de Alekperov hacia Montenegro, mientras que el Quantum Blue, de Sergey Galitsky, navega en estos momentos por el canal de Suez hacia el Golfo Pérsico. El Predator, de Iskander Makhmudov, viajó hacia el puerto de Kusadasi, en Turquía.

Otros cuatro han quedado inmovilizados por las autoridades nacionales: el Lady M, atribuido a Alexey Mordashov, en el puerto de Imperia (Italia), el Valerie, presuntamente en manos de Serguéi Chémezov, en Barcelona, el Crescent, ligado con Igor Sechin y que se encontraba en el puerto de Tarragona desde hacia un mes o el Lady Anastasia, de Alexander Mijeev. Otros cinco han permanecido fondeados en puertos de la Unión Europea.

Lo que tienen en común todos los barcos detenidos es que están ligados, de forma más o menos directa, a empresarios cercanos a Putin. Mordashov, por ejemplo, es considerado una de las fortunas más grandes de Rusia, vinculado con el grupo turístico alemán TUI. Por su parte, el presunto dueño del Valerie, Serguéi Chémezov, es considerado un amigo íntimo de Putin desde hace más de tres décadas, cuando coincidieron trabajando para el KGB en la Alemania del Este. También Mijeev, que tenía su barco en Mallorca, ha sido objetivo de las sanciones europeas, por ser uno de los más importantes magnates de la industria armamentística rusa.

¿Montenegro o el Golfo?

El barco que ha registrado la ruta más larga durante las semanas de la guerra en Ucrania ha sido el Eclipse, una imponente embarcación también atribuida a Abramovich que hasta primeros de marzo se encontraba en Philipsburg, puerto de las Antillas Neerlandesas y, por tanto, territorio de la Unión Europea. El yate partió el pasado 4 de marzo y dejó una larga estela en el Sistema de Identificación Automática mientras cruzaba el Atlántico. En la madrugada del pasado domingo ya cruzaba el estrecho de Gibraltar y su último registro fue este miércoles, navegando al sur de la isla de Cerdeña. Desde que alcanzó el Mediterráneo, el Eclipse está siguiendo el mismo rumbo que el resto de barcos que se han escondido en las aguas del Adriático y, más concretamente, en Montenegro.

En los últimos días se ha discutido la razón por la que varios magnates han optado por las aguas de este pequeño país balcánico, que no tiene ninguna vinculación con Rusia sino que forma parte de la OTAN desde hace 5 años. La costa montenegrina cumple con varias condiciones que la hacen favorita para estos magnates, como el hecho de estar cerca de las zonas mediterráneas donde sus naves suelen fondear, también estar lejos de Ucrania y el mar Negro, donde está teniendo lugar la guerra y, sobre todo, por ser un país que ni forma parte de la UE ni tiene activada ninguna sanción contra ellos.

El Adriático, sin embargo, no es la única zona que está recibiendo la llegada de este tipo de embarcaciones vinculadas con ciudadanos rusos. La zona del Golfo Pérsico y el océano Índico también ha registrado movimientos de varias naves que buscan esquivar las sanciones. Es el caso del ya citado Quantum Blue, que partió de Mónaco el 2 de marzo para dirigirse hacia el canal de Suez. En estos momentos continúa navegando. O el Sea Rapsody, atribuido a Andrey Kostin, presidente del banco ruso VTB, que partió del puerto turco de Fethiye el 17 de febrero y acabó en el puerto de Victoria, capital de las Seychelles, el 3 de marzo.

Otros dos grandes barcos hicieron rutas desde las Malvinas hacia el puerto de Dubái: el Nirvana, del banquero Vladimir Potanin, que comenzó a moverse el 3 de marzo, y el Titan, del empresario Alexander Abramov, que no inició la marcha hasta el pasado día 11. Desde su llegada a aguas de Emiratos Árabes, ambas naves han permanecido sin dar nuevas indicaciones de radar. Una ruta completamente contraria dejó registrada el A, un yate con bandera de la Isla de Man atribuido a Andrey Melnichenko, que salió de Dubái el 4 de marzo y apareció cinco días después en el puerto de Malé, en plenas Maldivas. Melnichenko es uno de los hombres más ricos de Rusia, fundador del banco MDB y vinculado con la industria petroquímica del país. Su nombre aparecía en la lista de sancionados por la UE.

Sanciones y barcos retenidos

Desde el inicio de la invasión de Ucrania hasta esta misma semana, la UE ha impuesto hasta cuatro paquetes de sanciones, dirigidas bien en general contra Rusia o bien más concretas, contra Putin y su círculo más próximo, lo que supone unas 160 personas en total que se consideran oligarcas y altos oficiales del país. Los castigos económicos iniciados de forma directa desde el 28 de febrero podían suponer el decomiso de algunos de sus bienes en los países europeos. Y eso incluye los barcos, unos artículos de superlujo y valoraciones disparadas a los que las autoridades de los estados pueden echar el guante en sus propios territorios.

El primer barco retenido fue el Dilbar, que también es considerado el más caro del mundo, con un precio aproximado de 545 millones de euros. Esta nave, propiedad del magnate Alisher Usmanov, estaba fondeada en el puerto de Hamburgo el 2 de marzo, cuando fue inmovilizada por el Gobierno alemán. A partir de esa fecha, muchas embarcaciones empezaron a moverse en el Mediterráneo. El Amore Vero, barco de Igor Sechin fondeado en un puerto a pocos kilómetros de Marsella, fue capturado por Francia cuando se disponía a zarpar un día después de la detención del Dilbar.

Durante las siguientes semanas, más países europeos confiscaron superyates, algunos de ellas a punto de emprender la huida. El Gobierno italiano paralizó el SY A, considerado mayor barco a vela del mundo, también vinculado Melnichenko, que se mantiene retenido en Trieste. En España, las inmovilizaciones ya son tres y todas se han producido en los últimos cuatro días. La última, este miércoles, en el puerto de Tarragona. Hacienda está realizando una investigación a toda velocidad para tratar de determinar la propiedad de las naves, que suelen estar escondidas bajo marañas societarias. El pasado lunes, la Policía Portuaria de Barcelona dio el alto al Valerie cuando estaba a punto de zarpar y tras días se vigilancia.