Es lunes a las 9:30 horas. Bancos, comercios y edificios públicos que se vieron afectados por los altercados de los pasados viernes y sábado 18 y 19 de octubre intentan volver a la normalidad. Un guardia de seguridad custodia una oficina del Santander mientras los peritos evalúan los daños que han obligado a su cierre de manera temporal. Una empleada de la tienda de maquillaje Inglot retira los cartones que cubrían los cristales exteriores y que evitó que los rompieran, mientras los operarios del ayuntamiento comienzan la supervisión de los daños realizados en las baldosas de la acera que sirvieron de munición durante las cargas policiales. “Estamos un poco hartos de todo este follón”, se lamenta Joan, portero de un edificio de la plaza Urquinaona que acabó con los cristales agujereados. Dice que por pelotas de goma.
Los 700 metros que recorren parte de la ronda Sant Pere y Via Laietana hasta las puertas de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona fueron uno de los puntos calientes donde más se enconaron los enfrentamientos entre los antisistema organizados y los antidisturbios de la policía nacional y los Mossos d'Esquadra durante las protestas contra la sentencia del procés. Barricadas con contenedores en llamas, quema de terrazas de varios establecimientos y lanzamiento de piedras contra la policía.
Tras el fin de semana, los vecinos y los comercios intentan volver a la normalidad. Denuncia una asociación de comerciantes de Barcelona que la caída de ventas durante las movilizaciones -la inmensa mayoría pacíficas- contra la sentencia del procés ha sido de entre el 30 y el 40 % de las ventas. En los comercios la cifra les parece un poco exagerada, pero aseguran que el viernes a las 14 horas tuvieron que cerrar porque la situación en las calles se había descontrolado. “El sábado también volvimos a cerrar a las 18 horas porque nos lo pidió la policía, aunque nos lo habían recomendado”, apunta Jéssica, una empleada de una tienda de lámparas cuyas cristaleras han aparecido pintadas con mensajes contra los Mossos.
Otra tienda de iluminación a unos 100 metros de la que trabaja Jéssica no tuvo la misma suerte y acabó con un cristal de su puerta exterior roto. Un operario sitúa este lunes un tablón de madera para no dejar la tienda sin protección hasta que los peritos hagan números y se repare el cristal.
Los bancos y los establecimientos franquiciados de multinacionales fueron el objetivo donde los antisistema actuaron de manera más virulenta, pero el Teatre Borràs o el conservatorio de música Liceu también acabaron con sus cristales rotos. En el caso de la escuela, apunta Joan, el portero que cuida el edificio, “han aparecido varias pelotas de goma dentro”. “Llevo 21 años de portero en este edificio y como los altercados del viernes no he visto nada parecido. O se sientan a hablar todas las partes o esto no se acabará nunca”, lamenta.
En el imaginario colectivo sobre estas protestas quedarán los vídeos de una decena de radicales arrancando baldosas y partiéndolas para fabricar piedras que acabaron siendo lanzadas a la policía cuando cargaba. Los operarios de limpieza del Ayuntamiento de Barcelona habían arreglado la zona, pero se observa los metros cuadrados de terrazo que fueron separados del suelo. Una mujer con muletas miraba este lunes de no tropezar cuando pasaba por esta zona con paciencia y resignación. De no saber lo que pasó el viernes, la sensación del transeúnte es que la irregularidad del suelo corresponde a unas obras municipales.
CaixaBank y Santander han dejado fuera de servicio las dos oficinas de la ronda Sant Pere. Los peritos evalúan los daños y se empiezan con las reparaciones. Un grupo de antisistema consiguió reventar los cristales y entrar dentro de las oficinas bancarias, que acabaron llenas de pintadas y con los extintores vaciados o desaparecidos. “La van a tener que hacer nueva. La han destrozado”, explica el guardia de seguridad que vigila la entrada e informa a los clientes de que el banco les dará servicio en la ubicación más cercana.
Este vigilante, que no da su nombre, asegura que es de Alicante y ha sido destinado a Barcelona para reforzar las oficinas bancarias que gestiona su empresa. “Esto daña el turismo, ahora que estábamos sacando la cabeza de la crisis vamos otra vez al pozo. Y no van a conseguir nada”, critica este empleado de seguridad. Mientras muestra como varios encapuchado volaron la cámara de seguridad exterior con un petardo. Las dos oficinas pusieron planchas de acero para evitar males mayores en días posteriores.
La calzada está en perfecto estado aunque todavía se intuye en el suelo una mancha negra que evidencia el lugar donde se quemaron los contenedores. Sí que da muestras de la grave situación vivida el fin de semana la terraza de una bocatería, que acabó pasto de las llamas provocadas por los radicales. Está para renovar entera. También están para cambiar la mayoría de las marquesinas que recorren la ronda Sant Pere cuyos cristales fueron reventados a golpes por los más radicales.