Ni la alianza de Pedro Sánchez con Ciudadanos para alcanzar acuerdos de investidura ni la presión del PSOE sobre Podemos y las confluencias ha paralizado las negociaciones entre Barcelona en Comú y el PSC. Ambos partidos negocian desde hace meses, impermeables a la tormentosa relación de sus socios estatales, para lograr un pacto de estabilidad en el Ayuntamiento de la capital catalana. Colau necesita una mayoría en el pleno para sacar adelante unas nuevas cuentas que hasta ahora se le han resistido y negocia a dos bandas, con socialistas y ERC, un acuerdo global de legislatura que le proporcione estabilidad para gobernar con holgura.
Con las cuentas prorrogadas desde el 1 de enero y capacidad para articular mayorías en el pleno que les permitan sacar adelante las de 2016, Barcelona en Comú apuesta ya por una modificación presupuestaria, en lugar de un presupuesto nuevo. “Es una cuestión técnica, para agilizar plazos”, aseguran fuentes del gobierno municipal, que señalan que una modificación presupuestaria y unos nuevos presupuestos pueden cumplir, de hecho, los mismos objetivos. Desde el PSC tampoco ven grandes diferencias entre ambas cosas, y consideran que lo prioritario es discutir sobre las partidas y no sobre la forma.
La ampliación presupuestaria permitiría a Barcelona en Comú mantener los presupuestos de 2015 de Xavier Trias pero incorporarles los cerca de 200 millones nuevos previstos en el proyecto de presupuestos presentados en noviembre pasado. Aquellas cuentas, que no lograron la aceptación del pleno, preveían aumentos de hasta el 13% en gasto social. Este aumento y la priorización de partidas es lo que se negocia ahora con PSC y ERC. También el Programa de Actuación Municipal (PAM), que debe marcar las líneas maestras generales del gobierno durante todo el mandato.
Aunque en las últimas semanas se ha rumoreado con insistencia que el pacto en el Ajuntament era inminente, los diferentes actores en las mesas de negociación aseguran que no es así. “Es muy probable que el pacto acabe produciéndose, y así lo deseamos, pero todavía hay flecos que cerrar”, aseguran fuentes socialistas, algo que es corroborado desde BComú, que se da de plazo hasta abril. Uno de estos flecos es la entrada de los socialistas en el Gobierno, y si finalmente Jaume Collboni se hace o no con una tinencia de alcaldía, como reclaman. Fuentes de la alcaldía se limitan a afirmar que esta cuestión “se está negociando”.
ERC prioriza el pacto presupuestario
Para cumplir el plazo autoimpuesto, las negociaciones avanzan a buen ritmo, conducidas por los más altos dirigentes de ambos partidos, y con independencia del escenario en el Congreso. “Buscamos un pacto de Barcelona y para Barcelona”, aseguran los socialistas. Lo mismo piensan en Barcelona en Comú, donde sin embargo reconocen que el calendario Estatal condicionará inevitablemente la gestión del anuncio del pacto. ERC es quien en principio tiene menos dependencia del escenario en el Congreso.
Los independentistas no desvelan aún si tienen interés en entrar al equipo de Gobierno. Lo seguro es que, por el momento, su entrada no se está negociando, como sí ocurre con la del PSC. Desde ERC afirman que la incorporación al Ejecutivo es una decisión que tomarán una vez el pacto sobre los presupuestos esté cerrado. Para ello, los de Alfred Bosch exigen que el Gobierno de Colau cumpla con los compromisos alcanzados con anterioridad y que la partida económica para hacer llegar el metro a la Zona Franca se incorpore a las cuentas, algo a lo que no ayuda la ampliación presupuestaria por la que se apuesta desde alcaldía.
Pese a esos contratiempos, que alcanzaron su punto álgido hace dos semanas cuando Bosch afirmó que la negociación “no avanzaba”, la sintonía entre los republicanos y Barcelona en Comú se ha materializado esta semana en trabajo conjunto. El portavoz de ERC, Jordi Coronas, compareció el miércoles en rueda de prensa junto a la tenienta de alcaldía, Laia Ortiz, y al comisionado de Seguridad, Amadeu Recasens, para dar cuenta de las conclusiones de la mesa de la ciudad sobre los manteros. Con este tipo de gestos, que ya se habían visto antes con comparencias conjuntas de BComú y PSC, el Gobierno de Colau prepara el terreno para el tripartito que quiere materializar en abril.