Con la caída de la tarde, caen también un poco las temperaturas y las calles empiezan a llenarse de gente. Madres jóvenes, en pantalón corto y camiseta de tirantes, se sientan en la arena del parque a jugar con sus hijos. Les acompañan algunas niñeras que cuidan de los pequeños de otras madres. Algunas de ellas están todavía trabajando, pero otras están a pocos metros, sentadas en la terraza del bar. Elena y María José son dos de ellas; ataviadas con vaporosas blusas de seda, comparten un 'Aperol' a la sombra.
Están en el Turó Park, en el barrio de Sant Gervasi-Galvany, uno de los más adinerados de Barcelona y que en las pasadas elecciones se volcó para dar apoyo al candidato de Junts, Xavier Trias, quien arrasó con más de un 40% de los votos. María José fue una de las que le cedió su papeleta. Preguntada por el motivo, por si es independentista, estalla en risas. “Yo, qué voy a ser, si soy de Madrid. Yo no voté a Trias por 'indepe', sino porque soy de derechas”, exclama.
Como ella hay muchos en esta zona de Barcelona. Se trata de un feudo histórico de Junts (o de las siglas que correspondieran en cada momento), pero no por razones nacionalistas. El voto en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi es un voto que se mueve en el eje ideológico. Si se mira el conjunto, el apoyo a la derecha en este distrito siempre ha rozado el 75% en todas las elecciones de los últimos 10 años, mientras que, en Barcelona, casi nunca se ha llegado al 50%.
Visto en perspectiva, la hegemonía de Junts se ha visto amenazada en algunos momentos de la historia reciente. Por ejemplo, cuando Trias renunció a presentarse a la revancha contra Colau (2019). También fue fuerte el castigo cuando empezó el procés (2012) o después del referéndum del 1 de Octubre (2017). La caída de Junts no fue aprovechada por ERC, como sucede en otras zonas de Catalunya, sino por otros partidos de derecha, principalmente Ciudadanos, el PP y, ahora, Vox. Y eso, sus contrincantes en las urnas lo saben.
No por nada Feijóo ha escogido precisamente el Turó Park para hacer su único acto de campaña en Barcelona. El mismo parque en el que María José afirma rotundamente que, aunque votó a Trias en las pasadas elecciones, el 23J su apoyo será para el candidato gallego. En las municipales quería que Ada Colau perdiera la vara de mando y por eso votó a Trias. Y ahora quiere echar a “Perro...digo, Pedro Sánchez”.
Sobre el que fue candidato de Junts, dice: “Ese señor no piensa en los nacionalistas, sino en las clases altas, y eso aquí gusta”, apunta la mujer, recordando la polémica afirmación que hizo Trias a pocas semanas de los comicios municipales, en la que aseguraba que hay tresmileuristas que “no llegan a final de mes”.
“Aquí no encontrarás mucho independentista”, apunta José María, sentado en la mesa de al lado. Él también votó “con los ojos cerrados” a Trias. “Siempre he tendido a votar por Convergència porque económicamente me conviene, aunque desde que empezó el procés me lo pienso más”, asegura, vestido de traje y corbata a pesar de rozarse los 30 grados. Trias es el candidato, no de un sector del nacionalismo, sino de una clase económica. “Vive aquí” es una de las frases que más se repite hablando con los vecinos, que señalan con el dedo el edificio en el que reside el político.
Trias ha sido el candidato 'convergent' que mejor resultado electoral ha cosechado en la zona en los últimos 12 años. La primera vez que se presentó a las elecciones (2011) obtuvo casi el 50% de los votos del barrio. En cambio, tras ser derrotado por Colau, no se presentó a los comicios de 2019 y el partido cayó al 17%. Sus votantes, al verse huérfanos, prefirieron apostar por Ciudadanos para desbancar a Colau.
Con todo, Trias no es el “hombre de Puigdemont”, tal y como le apodaron algunos medios de comunicación de la derecha tras las elecciones municipales, que quisieron hacer presión para evitar que el candidato del PP en Barcelona facilitara la alcaldía a Collboni con su abstención. Trias es el hombre de las élites. Y en esa clave, y no en la independentista, se debe entender el voto que cosecha Junts en ciertas zonas de Catalunya, que fácilmente puede ser trasvasado hacia el PP o Vox.
En estos gráficos se observa la evolución de los resultados de las cinco últimas elecciones, tanto municipales como estatales, en diversos ámbitos: Barcelona, el distrito que más apoyo da a Junts (Sarrià-Sant Gervasi) y, dentro de este, el barrio más fiel al partido (Sant Gervasi-Galvany). Los colores que más resaltan son los de los partidos de derecha, con lo que se ve clara la preponderancia de las fuerzas conservadoras.
Uno de las hechos clave para entender los datos es el procés. En 2012, Convergència, de la mano de su entonces presidente, Artur Mas, empezó su transformación desde el nacionalismo clásico que encarnó el pujolismo hacia un independentismo de corte conservador. Eso no gustó a sus votantes de la clase alta, que no se definen -en parte- como independentistas, tal como se demuestra en el goteo constante que sufre el partido en esta zona desde los comicios generales de 2011.
La gran caída vino en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, un año después del referéndum del 9N. Sus votos se estabilizaron en los comicios del 2016 para volver a caer en las de diciembre de 2017, a penas dos meses después del referéndum del 1O.
Y ¿adónde fueron esos votos? Pues en primera instancia al PP. En los siguientes comicios, Ciudadanos ya asomaba la pata y en 2019 ganó las elecciones en las zonas de clase alta, mientras que en Barcelona era cuarta fuerza. Cierto es que tanto el PP como Vox cayeron unos cuatro puntos cada uno en las elecciones de noviembre de 2019 respecto a las que se celebraron en abril del mismo año. Pero ahora que los naranjas han desaparecido de la arena política, sus votantes pueden volver al redil anterior.
La victoria de Trias en los comicios del 28M es una anomalía en la desinflada de Junts que se entiende, no tanto por una remontada del partido, sino por el carisma de un candidato que marcó distancias con el procés y que ha abrazado sin complejos la herencia convergente. Así pues, no se puede dar por hecho que Junts repita resultados el próximo domingo.
Paqui, María y Sole son prueba de ello. Este grupo de tres jubiladas se encuentra para merendar -a golpe de pincho de tortilla y carajillo- en uno de los bares cercanos al Turó Park. La primera, piel tostada por el sol de la costa brava y un 'eyeliner' verde aguamarina enmarcado por una cabellera rubia oxigenada. Su voto en las municipales, para Vox. En el medio está María. Media melena lisa y morena, collar de perlas y blusa estampada. Ella votó a Trias. En el flanco izquierdo, la más menuda, pantalones color vino, algo más modernos, a conjunto con su pelo y casi con su voto. Le dio la papeleta a “Collbino” [Collboni].
Tanto Paqui como Sole reconocen no saber el nombre de los candidatos a los que votaron (Gonzalo de Oro Pulido, de Vox, y Jaume Collboni, del PSC). Pero no dudan en afirmar que les apoyaron para echar a Colau. “Un desastre de gobierno y una vergüenza de mujer”, apuntan, mientras reconocen que la jugada “no salió bien”. Las tres son votantes de Convergència “de toda la vida”, a pesar que la única que sabe -o quiere- hablar catalán es María.
“No somos independentistas, pero Trias tampoco”, dice Sole. Para Paqui, el gobierno del de Junts fue el mejor de toda la historia de Barcelona, pero su problema es “todo lo que tiene detrás”, en referencia a líderes independentistas como Laura Borràs, presidenta de Junts. María reconoce haber coqueteado con el independentismo, pero sólo hasta que llegaron “los hiperventilados”. “Realmente, nuestros intereses económicos están también en Madrid”, añade, sin dejar claro si se refiere a sus cuentas personales o a las de Catalunya.
Este domingo las tres votarán al PP. Para Sole y María, Feijóo (y no digamos Abascal) es un poco “radical”, pero es la única opción para “echar a los podemitas”. Paqui duda un poco más, pero cree que cambiará de tercio y no volverá a votar a la extrema derecha. “Yo no soy fascista, los voté porque estaba hasta los mismísimos de todos los políticos, que son iguales. Me gusta lo que dice Abascal en algunas cosas, pero en las generales no estamos para juegos. Lo importante es echar a la izquierda y no pienso tirar mi voto”, asegura.
“Ojalá hubiera un Trias en las generales”, dice Sole. “Y que no fuera con Junts, porque las siglas le pesan”, añade Maria, mientras las tres asienten. “Sería ideal”, apunta Paqui, a quien sus amigas responden con risas, que se apagan mientras remueven sus carajillos, suspirando. Es María la que rompe el silencio. “Trias vive aquí, ¿lo sabías?”.
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