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A bordo del “bicibús”: cientos de alumnos desafían a los coches para ir a clase pedaleando

Pau Rodríguez

22 de octubre de 2021 23:57 h

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El bicibús sale con unos minutos de retraso, pero no va a esperar a quienes lleguen más tarde. Son las 8.30 horas en la esquina entre las calles Tamarit y Borrell, en el distrito del Eixample de Barcelona, y antes de las 9.00 hay que estar en la escuela. Decenas de niños y niñas aguardan montados en sus bicicletas, pie en el suelo y manos al manillar. La gran mayoría están acompañados por sus padres o madres. Y todos ellos forman un pelotón ciclista de unas 150 personas que cada viernes toma la calzada para ir pedaleando al colegio.

María Pitarch, de 9 años, está preparada con su bici rosa y su casco azul para comenzar el trayecto. Normalmente suele ir al colegio en bicicleta, pero no con la suya, sino en la sillita de la de su padre. “Los carriles bici son demasiado inseguros para alguien de su edad. Están al lado de los coches y da miedo”, explica Xavi. Solo los viernes pueden ir cada uno con su bici, protegidos por el pelotón. “Lo mejor del bicibús es que luego pasamos a recoger a mis amigas y vamos juntas”, añade María.  

El trayecto de este bicibús es sencillo y tiene solamente tres paradas, las escuelas públicas Joan Miró, Xirinacs y Entença, por este orden. El grupo lo integran familias y alumnos de estos centros educativos, con la colaboración de la entidad Eixample Respira. A ritmo de música infantil –suenan los hits de la banda catalana Reggae per Xics–, la comitiva avanza haciendo sonar los timbres de las bicis, en ambiente festivo, y rápidamente se adueña de la calzada por la que suelen pasar los coches. A cada esquina que tuercen se van sumando familias con sus bicis, mientras dos patrullas de la Guardia Urbana les escoltan y controlan el tráfico.

La razón de ser del bicibús es tan simple como su recorrido. Son familias que quieren que sus hijos puedan ir al colegio en bicicleta. “La infraestructura ciclista no está preparada para niños y niñas pequeños. Los carriles son de dos direcciones, estrechos y si das un golpe de manillar te metes en una calzada por donde pasan coches a más de 50 km/h. Por no hablar de las intersecciones, que son muy peligrosas porque los coches no respetan la prioridad”, enumera Genís Domínguez, padre de la escuela de Primaria Xirinacs y miembro de Eixample Respira, el colectivo que reclama menos tráfico para reducir la excesiva contaminación que padece este céntrico distrito.

Sin ser ni siquiera el primer bicibús que hay en la ciudad, puesto que se creó en septiembre y el año pasado ya había uno en Sarrià, desde luego sí se han convertido en el más popular. Un vídeo colgado en Twitter en el que se les veía circulando por las calles del Eixample, por donde pasan a diario 300.000 coches y motos, se difundió hasta el punto de que figuras internacionales como el urbanista y consultor Brent Toderian se hicieron eco de ello: “Dime que este no es el mejor tráfico que hayas visto”.

Ni los conductores ni los usuarios del bicibús del Eixample se han inventado nada. En Catalunya este innovador modelo de transporte se comenzó a popularizar el año pasado a través de una exitosa iniciativa en Vic. Dos maestras quisieron acompañar a varios alumnos al colegio en bici y la cosa se fue extendiendo. “Sabíamos que en los Países Bajos, en Bélgica, en Italia… hay experiencias puntuales parecidas. Lo que hicimos entonces fue definir una metodología”, explica Eduard Folch, uno de sus impulsores en esa ciudad, que recuerda que en Madrid existe también un bicibús pionero: el que va al colegio Ignacio Zuloaga, desde hace más de una década.

El proyecto surgido en Vic está organizado a través de una entidad que recibe el nombre de Canvis en Cadena. Sus integrantes se dedican a asesorar y a fomentar los bicibuses por todo el territorio. A través de una app que han desarrollado para esta iniciativa han podido contabilizar más de 40 líneas, la mayoría en la comarca de Osona, pero también en Sabadell, Sant Cugat, Granollers… En total, han trabajado con 30 escuelas de nueve municipios y suman 790 niños y niñas solamente contando bicibuses de Catalunya. “Ahora que comienza el curso quizás algunos están inactivos y hay que volverlos a arrancar. Pero luego muchas iniciativas, como la de Barcelona, no la tenemos registrada”, apunta Folch. “Calculo que estamos cerca del millar de niños y niñas”, detalla este activista.

No todos los bicibuses son iguales, pero la mayoría sí suelen ser una vez a la semana, para darle un carácter festivo y de protesta. Y porque para muchos a diario no es viable todavía. También suele ser denominador común tomar la calzada siempre que se pueda, aunque tampoco es lo mismo hacerlo en una trama urbana de casco antiguo o de pueblo que en medio de Barcelona. Uno de los escenarios a los que aspiran, cuenta Genís Domínguez, es avanzar hacia pelotones más pequeños y con pocos referentes adultos. “Nos gustaría que fuesen grupos reducidos, de 20 o 30, y con unos pocos monitores o familias”, explica.

Ahora mismo en el Eixample son unos 150 y subiendo. Entre ellos está Vanesa con sus tres hijas: Rita, Júlia y Arlet. Van al colegio Xirinacs. En su caso, el bicibús no les viene de camino, puesto que viven mucho más cerca del colegio, pero les gusta sumarse a él porque a las pequeñas les parece divertido. Y porque es una forma de reivindicación. “Siempre que podemos vamos en bici y en este distrito es más importante todavía”, recalca la mujer.

El Eixample es la mancha negra de la contaminación en Barcelona. Su trama cuadriculada hace que la atraviesen a diario miles de coches en hora punta. Durante el actual mandato, el gobierno de Ada Colau lo ha puesto en el punto de mira y ha anunciado varias acciones para quitar espacio al tráfico: peatonalizaciones de carriles, nuevas vías para bici, protección de entornos escolares… Y el plan Supermanzana Barcelona para pacificar casi un tercio de las calles del distrito, pero a diez años vista.

Pero estos vecinos quieren más. “Somos un punto clave de Barcelona, lo llaman la pastilla negra por la contaminación. Por eso no sorprende que aquí haya nacido también la iniciativa de la Revuelta Escolar”, recuerda Domínguez. Se refiere a las protestas mensuales de alumnos, familias y maestros que consiste en cortar la calle para exigir menos coches y más espacio para el peatón. Por ahora, no se han reunido con el Ayuntamiento, aunque la alcaldesa Ada Colau celebró la iniciativa en Instagram: “Son un orgullo para Barcelona y un claro ejemplo de la ciudad que queremos, donde el coche deje de ser el protagonista”, escribía.

El bicibús llega puntual a sus últimas paradas, en el recinto de la antigua cárcel Modelo donde hoy se encuentran dos escuelas públicas de Primaria. Se abre el portón de la prisión, las familias aplauden y los niños y niñas entran, algunos acompañados y otros no, para dejar las bicis aparcadas en un almacén. El próximo viernes volverá el bicibús y, por la cantidad de centros que han contactado con ellos en los últimos días, puede que haya nuevas líneas en la ciudad.