La portada de mañana
Acceder
Feijóo confía en que los jueces tumben a Sánchez tras asumir "los números"
Una visión errónea de la situación económica lleva a un freno del consumo
OPINIÓN | La jeta y chulería de Ábalos la paga la izquierda, por Antonio Maestre

Bruce Springsteen sacude Barcelona con la autenticidad como bandera

Núria Martorell

29 de abril de 2023 08:26 h

0

Bruce Springsteen llevaba siete largos años sin tocar en España y sin actuar en un estadio, y se desquitó en su ciudad europea preferida. “¡Hola, Barcelona!, ¡hola, Catalunya!”, exclamó nada más pisar el escenario, minutos antes de la hora prevista, cuando todavía no se había hecho de noche. Con su rock musculado y arrollador, el cantante se puso en su bolsillo tejano a las casi 60.000 personas que llenaron el Estadi Olímpic Lluís Company de Barcelona en la primera de sus dos citas. El domingo, segunda dosis.

Fue en la capital catalana donde el cantante y la infalible E Street Band –cada vez suena mejor– quisieron iniciar su gira europea con parada en 16 ciudades más. Y en algunas, como París, Londres y Amsterdam, también marcándose un doblete. Y en el Estadi Olímpic se constató, una vez más, la reciprocidad de un idilio que el músico y los fans barceloneses mantienen imperturbable. Pleitesía pues ante el vecino más icónico de New Jersey, visiblemente más envejecido cuando está como para andar por casa, pero vigorosamente rejuvenecido cuando salta a la tarima y logra enardecer a una audiencia llegada de diferentes partes del planeta. 

De hecho, entre el entregado público destacaron vips como el director Steven Spielberg y su pareja, la actriz Kate Capshaw, así como Barack Obama y su mujer, Michelle. Con el expresidente de Estados Unidos le une una larga amistad que le animó a coescribir un libro que surgió a partir del podcast que grabaron juntos sobre temas como la política, la familia y la paternidad, Renegados: Born in the USA. Y tampoco faltaron personalidades políticas locales, como cinco de los alcaldables a Barcelona: Ada Colau (BComú), Ernest Maragall (ERC) el socialista Jaume Collboni (PSC), el exalcalde Xavier Trias (Junts), y la concejal Eva Parera (Valents). Ahora lo interesante será que también acudan a la llamada de los músicos locales a los que optan a gobernar y asistan a sus conciertos.  

Durante más de dos horas y media de abrumadora actuación, la intergeneracional legión de fans de Springsteen aplaudió tanto las canciones como las palabras de uno de los cantautores que más se ha entregado a la causa de explicar qué significa nacer en Estados Unidos. Los brillos y las nebulosas de una sociedad supuestamente libre pero profundamente desigual, con sus sueños rotos a golpe de promesas en la tierra prometida. The promised land figuró en un repertorio que fue un repaso a sus grandes e inevitables éxitos con algunas licencias a sus últimos discos. La universalidad de sus canciones tan localistas sigue conquistando a personas de diferentes procedencias, sin que haga falta saber situar en el mapa a su tan fielmente retratada New Jersey. Tampoco faltó Born in the USA, un himno nada patriótico que el expresidente Ronald Reagan se tomó como un halago por error. 

El recientemente galardonado con la Medalla Nacional de las Artes por Joe Biden lleva años sin tratar de huir de la “ciudad de perdedores” de Thunder road. Tema que también interpretó y canción perfecta sobre un hombre que intenta convencer a un antiguo amor de hacer un último intento por buscar la redención en la carretera. Solo Springsteen puede escribir “no eres una belleza, pero no estás mal” y salirse con la suya. 

The Boss no tiene necesidad de ir en busca de un próximo éxito discográfico: sabe que son muchos los seguidores que siempre esperan con devoción sus nuevos trabajos. Tras la apertura con No surrender, del clásico Born in the USA, el setlist incluyó canciones más recientes como Ghost y Letter to you, que contó con subtítulos en catalán: “Els estels de la fosca nit” (“las estrellas de la oscura noche”), entonó mientras el cielo empezó a oscurecerse del todo. Tampoco faltaron hits como Out in the Street, en la que aprovechó para bajar hasta el foso y comprobar de cerca cómo los presentes coreaban con ganas el pegadizo estribillo. 

El público encendió las linternas de sus móviles por primera vez durante la velada con Kitty’s Back. Y tras la ovación, espetó: “Catalunyaaaaaa, Barcelonaaaa. Us estimem. Us estimem. Us estimeeem” (“os queremos”), estirando las palabras. 

Seguramente uno de los momentos más emotivos fue cuando interpretó Last man standing en una acertada versión acústica y en solitario, reconociéndose el último superviviente de la primera banda en la que tocó, The Castiles. Compuso la pieza después de que muriera el viejo colega George. “La vida pasa, pero el sueño que persigues desde niño perdura”, filosofó para introducir la pieza.

Enlazó Backstreets con la inevitable Because the night que popularizó la gran Patti Smith. No se entiende por qué Springsteen la descartó para Darkness cuando encajaba perfectamente con la temática del álbum. Por suerte, recurre a ella muy a menudo en sus directos y anoche no fue la excepción.

Michelle Obama a los coros

En Wrecking ball animó al público a que le hicieran palmas. ¡Y vaya si las hicieron! Y siguió con The rising. Su respuesta a los atentados del 11 de septiembre del 2001 le granjeó un gran éxito de crítica y ventas, además de múltiples Grammys, y dio lugar a una de sus giras más completas. Tocó Badlands y la aplaudida Bobby Jean. Todo esto ocurrió ya durante el tramo final en el que siguió haciendo vibrar al personal con Born to run, Glory days –con la mismísima Michelle Obama sumándose a los coros–, y, cómo no, con Dancing in the dark

Tras los primeros acordes de Tenth Avenue Freeze-Out, presentó eufórico a toda la banda. Y, de nuevo, volvió con el socorrido “Barcelona, Catalunya, Catalunyaaaa”, para gritar luego “E Street Band” y desabrocharse la camisa. 

El abuelo del rock –el año pasado tuvo a su primer nieto– exhibió buena forma a sus 73 años y una sólida y abrumadora puesta en escena: sonido e imágenes impecables. Springsteen debutó en España en primavera del 81 (también en un mes de abril) en su mejor momento, embarcado en la gira de The River, el disco publicado el año anterior, y con la E Street Band en plenitud de facultades. Entonces tenía 31 años, aún no era el ídolo de masas en el que se convertiría con el posterior Born in the USA, pero entre los melómanos ya era el tipo al que había que ver en directo sí o sí. Su brutal intensidad y sus litros de sudor derramados sobre las tablas permanecen intactos, sin necesidad de artificios ni de postureo. 

El Boss exhibió rejuvenecedora vitalidad flanqueado por Roy Bittan (piano, sintetizador), Nils Lofgren (guitarra, voz), su mujer Patti Scialfa (guitarra, voz), Garry Tallent (bajo), Stevie Van Zandt (guitarra, voz), Max Weinberg (batería, con dificultad para caminar pero que parece poseído cuando coge las baquetas), Soozie Tyrell (violín, guitarra, voz), Jake Clemons (saxofón, y sobrino del mítico Clarence Clemons), y Charlie Giordano (teclados). Y absolutamente a todos se les vio disfrutar de la velada. Mantienen su fe ciega en el jefe vitalicio porque saben que su fiabilidad es pétrea y que fluyen como un dream team

Bruce Springsteen parece haber renovado los votos que un día le empujaron a componer y a cantar ante el público. “A los 15 años todo son mañanas. A los 73 son muchas despedidas. Por eso hay que aprovechar al máximo el ahora mismo”, dijo cuando anunció esta gira. 

Siguen vigentes el rock sincero y la vida honesta de una estrella que en su biografía reconoció batallar contra la depresión. Cuarenta y dos años después de su primer concierto en España, Bruce Springsteen logró demostrar que incluso solo, arropado únicamente por su guitarra acústica y su armónica, es capaz de emocionar a golpe de autenticidad. Y así fue como se despidió, cantando de esta forma la pieza I’ll see you in my dreams. Los subtítulos rezaban: “Et veuré en els meus somnis” (“Te veré en mis sueños”). 

“We love you. ¡Bona nit, Barcelona!”.

––––––––––––

Antes de que dejes de leer...

elDiario.es se financia con las cuotas de 61.000 socios y socias que nos apoyan. Gracias a ellos, podemos escribir artículos como éste y que todos los lectores –también quienes no pueden pagar– accedan a nuestra información. Pero te pedimos que pienses por un momento en nuestra situación. A diferencia de otros medios, nosotros no cerramos nuestro periodismo. Y eso hace que nos cueste mucho más que a otros medios convencer a los lectores de la necesidad de pagar.

Si te informas por elDiario.es y crees que nuestro periodismo es importante, y que merece la pena que exista y llegue al mayor número posible de personas, apóyanos. Porque nuestro trabajo es necesario, y porque elDiario.es lo necesita. Hazte socio, hazte socia, de elDiario.es.