La caída de Cerdán deja a Puigdemont sin su principal enlace con el Gobierno

Nadie ha sido más importante para la buena marcha de las relaciones entre el PSOE y Junts que Santos Cerdán. Junto a Jordi Turull desde la orilla independentista, el ya exsecretario de organización fue el hombre que muñó el acuerdo de investidura en otoño de 2023 y, desde entonces, en enlace constante entre el Gobierno y la formación de Carles Puigdemont. Por eso la caída de Cerdán por su implicación en las grabaciones sobre la trama de corrupción que envuelve a Koldo García inquieta especialmente a Junts.
Con la salida de Cerdán del partido, tanto los independentistas como el Gobierno pierden a un interlocutor que era considerado clave y que sostenía –y a veces remendaba– el frágil hilo de confianza entre Waterloo y la Moncloa que mantiene el pulso de la legislatura.
El pasado jueves por la mañana, cuando el contenido de las conversaciones entre Cerdán, Koldo y José Luís Ábalos aún no había salido a la luz de forma íntegra, Jordi Turull evitó hacer escarnio de un hombre con el que ha tenido una relación muy fluida. Pidió esperar a tener las explicaciones del implicado y defendió la presunción de inocencia del número tres socialista.
Por la tarde, y después de ver la contundencia de los audios recogidos por la Guardia Civil y la comparecencia en la que el presidente, Pedro Sánchez, pedía perdón por haber confiado en Cerdán, Junts cambió el guion.
En un escueto comunicado, la formación de Puigdemont solicitaba a los socialistas una reunión “urgente” con su secretario general Jordi Turull y su portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras. Lo hacía después de conocer que Sánchez tenía previsto acabar la legislatura. En la formación independentista manifiestan dudas de si, para el Gobierno, el pacto de la investidura que firmó con ellos sigue teniendo recorrido y cómo piensa Sánchez encarar los dos años que le quedarían hasta las elecciones.
También necesita Junts, con cierta urgencia, un nuevo Cerdán, es decir, un interlocutor que combine las características que tenía el navarro: mando en el partido socialista, acceso al núcleo duro de Sánchez y confianza por parte de Puigdemont y Turull. Una confianza que no se desarrolla en dos días.
Los contactos de Turull y Cerdán
Las buenas relaciones entre Turull y Cerdán se iniciaron a mediados de 2023. Carles Puigdemont tenía interés en abrir una vía de contacto con el Gobierno y el entonces presidente de la dirección del PNV, Andoni Ortuzar, que mantenía contacto frecuente tanto con el secretario general de Junts como con el socialista navarro, hizo de mediador.
Cerdán ya era un hombre muy acostumbrado a tratar con los nacionalistas. Formaba parte de la familia del Partido Socialista de Navarra que, a partir de 2014, desprecintó los pactos con Geroa Bai e incluso con Bildu, tabú durante años para el socialismo foral. Como secretario de organización del PSOE, mantenía interlocución muy fluida con líderes del PNV y de la izquierda abertzale.
Por eso el contacto con Turull fue natural y los dos hombres se entendieron. Cuando tras los comicios de julio de 2023 Junts tuvo la llave de la investidura de Sánchez, las conversaciones no comenzaron de cero, porque los principales negociadores ya se conocían. El pacto avanzaba pero Junts reclamaba un gesto del PSOE para homologar a Puigdemont como un actor político respetable. Fue así como se cocinó la famosa fotografía de Cerdán con el líder de Junts en Bruselas, bajo una gran instantánea del 1-O.
Desde entonces, la relación con Cerdán ha sido muy fluida, según reconocen los independentistas. De hecho, en la negociación que PSOE y Junts mantienen en Suiza, con reuniones mensuales, el número tres siempre era un fijo, aunque a veces llegase acompañado de otras personas.
Cerdán también ha sido, como ha trascendido en ocasiones anteriores, uno de los hombres que se ha dedicado a apagar cada uno de los incendios surgidos entre Puigdemont y Sánchez. El último ocurrió en diciembre del año pasado, cuando el expresident consideró que los socialistas estaban dilatando el cumplimiento de los acuerdos para ganar tiempo. Puigdemont pidió a Sánchez que se sometiera a una cuestión de confianza y las réplicas de aquel terremoto continuaron durante meses.
Junts, según explicaron fuentes del partido entonces, generó aquella crisis “pese a Cerdán” ya que, según indicaban los independentistas, las negociaciones con el secretario de organización fluían y eran satisfactorias. La formación exconvergente no se quejaba del interlocutor, sino de que los acuerdos que se alcanzaban en la mesa suiza acababan siendo bloqueados en los ministerios.
Finalmente aquella tormenta entre Junts y el PSOE pasó. Se cerró tras largas conversaciones y nuevos compromisos verbales pero, sobre todo, se acabó poniendo el sello con la delegación de las competencias en materia de inmigración a la Generalitat. Era uno de los grandes empeños de Puigdemont y, su encaje entre los ministerios, uno de los retos a los que más se dedicó el político nacido en Milagro, en plena huerta navarra.
Tanto en público como en privado, Junts siempre ha tenido buenas palabras para Cerdán. Por eso, una vez el escándalo de corrupción se ha llevado por delante al hombre que los de Turull veían como puente, una de las grandes incógnitas es quien será el nuevo enviado de Sánchez para gestionar una de las alianzas más delicadas de todas las que el Gobierno necesita para continuar.
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