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De la cárcel al MACBA, el viaje de seis reclusos y una reclusa para reconectar con sus familias a través del arte

Una persona pasa delante del collage montado con dibujos de los reclusos que han participado en el proyecto 'Si un viatje comença aquí'

Jordi Sabaté

19 de marzo de 2025 22:17 h

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Durante ocho semanas, seis reclusos y una reclusa han disfrutado de una relativa libertad física, en un viaje que se podría calificar de “mínimo”, en el perímetro del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA) y sus inmediatos aledaños. Sin embargo, para ellos esta libertad ha sido inmensa en el plano espiritual y el viaje les ha resultado mágico. Y todo gracias al desarrollo del arte, desarrollando mediante una actividad en la que ocho internos han aprendido a relacionarse con sus hijas e hijos a través del dibujo.

Han sido dos meses en los que, cada jueves por la mañana, se han desplazado desde sus respectivos centros penitenciarios, donde permanecen recluidos (Quatre Camins, Can Brians 2 y CP Dones Brians 1), al MACBA. Siempre acompañados por técnicos de prisiones como Ángela Peinado, referente del Área Artística del Servicio de Rehabilitación de la Dirección General de Asuntos Penitenciarios. Allí han sido recibidos por la artista Clara Nubiola.

Nubiola ha sido la responsable de desarrollar el proyecto Si un viatje comença aquí (Si un viaje empieza aquí), una iniciativa conjunta del museo, el Departamento de Justicia autonómico y la conselleria de Cultura; destinada a que los internos e internas de centros penitenciarios, donde permanecen aislados de sus familias, reconecten afectivamente con ellas a través del arte. En este caso, de una suerte de bitácora de viajes dibujada.

Los ocho reclusos del proyecto están encarando el tercer grado, que les permitirá dormir fuera de la cárcel y volver a convivir con sus familias, por lo que esta reconexión se antoja especialmente importante. Aunque Si un viatje comença aquí también busca abrir a los internos su faceta artística, darles una herramienta creativa que les proporcione libertad y paz interior.

Un fanzine de viajes por el MACBA

El resultado de estas ocho semanas de trabajo conjunto se presentó la tarde del martes en el MACBA en formato de fanzine, preparado por Nubiola, en el que se reúnen los trabajos más destacados de los ocho reclusos, básicamente sus dibujos con comentarios de la experiencia dedicados a sus hijas e hijos. Acudieron los ocho a la presentación y pudieron estar con sus niños, parejas y familiares en un ambiente de alta emotividad, prolijo en abrazos y amplias sonrisas.

“Desde 2011 me dedico a la práctica artística, siempre a través de la Ilustración y vinculada al territorio y el paisaje, así como la arquitectura”, explica Clara Nubiola, que añade que “genero proyectos que sean procesos participativos”. Este es el motivo por el que fue elegida para coordinar Si un viatje comença aquí, una iniciativa con año y medio de recorrido que ha sido impulsada en especial por Eduard Vicente, gerente del MACBA.

Nubiola aclara que desde el MACBA ya le habían propuesto en el pasado actividades similares, pero las había rechazado por falta de tiempo. En cambio, esta vez la propuesta le sonó diferente: “Me dijeron que había salido una posible colaboración con el MACBA, el Departamento de Justicia de Catalunya y el Departamento de Cultura para llevar a cabo un proyecto de responsabilidades parentales de internos en centros penitenciarios de Catalunya con sus hijos.”

“Me dicen tres palabras mágicas, prisiones, cultura y libertad, y no puedo decir que no porque es un tema que siempre me ha motivado muchísimo”, relata la artista, que destaca que “es la primera vez que se desarrolla un proyecto así y con el reto de hacerlo fuera de las cárceles”.

Una experiencia “brutal”

Tanto Clara Nubiola como Douglas y Julio, dos de los reclusos que han participado en el proyecto y han accedido a hablar con los medios, califican Si un viatje comença aquí como “una experiencia brutal”. “Me ha enseñado a pensar, a conocerme como persona y a conocer de verdad a otros compañeros, los técnicos, Clara, etc., me ha abierto mucho la mente”, asegura Douglas.

“No sabía lo que era el MACBA, pero cuando me dijeron que era el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, dije '¡hostia!, pues ahora sí que me interesa más', porque me encanta el arte”, explica Julio, que también anuncia que a raíz de su participación en el proyecto ha decidido apuntarse a un curso de desarrollo de realidad virtual y 3D, quién sabe si su profesión en el futuro. “Fue muy bonito participar, porque yo no sabía que mis hijos dibujaban tan bien”, agrega con una amplia sonrisa.

Por su parte, Nubiola explica que la selección de internos que participarían en el proyecto se hizo desde el Departamento de Justicia: “Ángela [Peinado] agilizó todas las gestiones ya que burocráticamente el mundo de los centros penitenciarios es muy duro y muy farragoso, porque se deben cumplir con muchas premisas”.

Peinado, a su vez, aclara respecto al perfil que “son madres y padres que ya están dentro de un programa de responsabilidad parental que se desarrolla dentro de los centros penitenciarios, por lo que hay un cierto compromiso y ganas, sobre todo, de generar mejores vínculos con sus hijos e hijas”. “Uno de los ejes fundamentales que estamos llevando a cabo dentro de esta área es el trabajo a través del área artística, porque el arte no deja de ser un lenguaje común universal y que puede hacer conectar a personas adultas con los menores”, apostilla. 

El dibujo como arte terapéutico

“Yo me aferro a mi metodología, que es trabajar con la idea de viaje y de la correspondencia con otros durante el mismo, así como la del diario de ruta”, revela Nubiola. De esta forma ha articulado las ocho semanas que ha durado el proyecto: “Les propongo a los reclusos realizar un viaje cada jueves que nos encontramos”. 

Aunque se trata de un viaje muy particular, ya que no debe superar el perímetro del MACBA o, como mucho, las calles aledañas. “El primer día lo hicimos en una sala y el segundo día nos desplazamos a la plaça dels Àngels, entonces estuvimos en la plaza y en el entorno en el que estábamos trabajando”, relata la responsable del proyecto.

“El tercer día aprovechamos el perímetro de una calle y pasamos dos horas andando en las que fuimos a la librería del Raval, a una cafetería y a una plaza. En cada sitio nos parábamos a dibujar como si estuviéramos de viaje”, prosigue. Fueron unos viajes mínimos que, sin embargo, para los reclusos supieron a gran aventura y durante los cuales debieron dibujar lo que veían como si fueran postales, además de añadir comentarios para explicarlos a sus hijos.

“La primera sesión fue muy bonita, porque vinieron las familias: las madres y los niños”, rememora Nubiola. “Hicimos una presentación y les propuse un juego lúdico consistente en hacer unos autorretratos, de manera que los niños describían a sus padres y los padres describían a los chavales y además enumeraban sus virtudes y sus defectos”, explica.

Tras esa primera sesión conjunta, en las siguientes solo participaron los reclusos. No obstante, Nubiola les mandaba cada semana a sus familias por correo electrónico el trabajo de los internos, esos dibujos que hacían de sus viajes donde apuntaban sus sentimientos. “El tema de primera sesión era Yo soy, que tenía que ver con la transcripción”, aclara la artista.

“Luego vino Yo estoy que explica dónde estamos, y después Yo veo, que correspondió a los días que salimos a pasear por las calles y dibujamos” prosigue. Cada sesión iba ampliando el rango de complejidad porque, como explica Nubiola, “empezar a dibujar con gente mayor que nunca ha dibujado es complicado”. 

Libretas para un fanzine

“A partir de ahí empezamos a utilizar unas libretas que nos diseñaron los presos del centro de Quatre Camins; nos crean unas libretas con mis consignas y comenzamos este viaje con la bonita particularidad que los reclusos tienen su libreta y cada semana la van llenando de dibujos y comentarios”, relata la artista.

Nubiola recalca que no es un diario cualquiera, sino “uno que tiene que ver con el viaje y con esta correspondencia que se genera entre padres y chavales, es una carta que nosotros enviamos a nuestros familiares explicándoles cómo van las cosas”. En paralelo, Nubiola hizo llegar a todas las familias una libreta en blanco y cada semana les enviaba una consigna relacionada con la misma que les pasaba a sus padres a la vez que les pedía que dibujaran ellas su libreta. “Hay algunas familias que sí se enganchan, hacen libretas y el último día nos las enseñan, pero en otras familias la idea no ha prosperado, sea por lo que sea, porque cada uno tiene su casuística”, apunta.

El último jueves del proyecto, volvieron a reunirse reclusos y familiares y se mostraron las respectivas libretas. Nubiola propuso un collage colectivo: “Imprimí 150 fotocopias y les invité a todos a montar, a organizar una gran instalación efímera con unas vidrieras que nos habían cedido desde el MACBA”. Finalmente, acordaron que Nubiola recopilaría los dibujos más destacados de cada recluso y los reuniría en el fanzine que se presentó en la lluviosa tarde del pasado martes.

Pero si hay un recuerdo de esta experiencia con el que la artista ilustra el éxito del proyecto es la del penúltimo día: “Los llevé al convento dels Àngels [aledaño al MACBA], les puse el Ave María de Schubert y quedaron todos en silencio; todo el mundo dibujando y escuchando música clásica”. “¿Sabes esa cosa superbonita que de repente te das cuenta de que ya no te necesitan porque ya han conectado con su propio proceso y ya están ellos con su conexión con el rotulador, el lápiz, que han cogido confianza?”, suelta Nubiola. “Ahí es cuando de alguna manera veo que me los he ganado y me digo:¡ostras!, ¡ya están entrando!”, zanja.

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