El arzobispo de Barcelona, el cardenal Joan Josep Omella, ha descrito el problema de la vivienda en España como una “nueva esclavitud” que condena a quien lo padece. Con estas palabras lo ha abordado en su carta dominical, en la que ha constatado que es “un tema tan grave que afecta a muchas personas de distinto estatus social y condición”.
Tras una semana en la que la crisis de los alquileres ha marcado la actualidad, después de que el Congreso tumbara la propuesta de regulación de los contratos temporales con el voto de la derecha, el cardenal Omella, que entre 2020 y 2024 fue el presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha titulado directamente su carta Nuevas esclavitudes.
En ella, expresa que si hace siglos la esclavitud “más sangrante” era la falta de libertad, hoy lo pueden ser las adicciones a las drogas, a la pornografía o, según ha desgranado, el acceso a la vivienda, que “condena a las personas que la sufren”.
“Los medios de comunicación a menudo se hacen eco del creciente problema de la vivienda y de los dramas que pueden derivarse”, afirma en la misiva, algo que afecta, dice, a distintas capas sociales. “Los que no tienen trabajo y los que lo tienen, pero no llegan a fin de mes; los jóvenes que quieren empezar una nueva vida o los ancianos que no pueden asumir el precio del alquiler. En definitiva, nos afecta a todos”, concluye.
Omella, que no se pronuncia sobre posibles soluciones, pide “trabajar juntos” a Administraciones y entidades sociales y religiosas para lograr un hogar digno para toda la población. “No podemos limitarnos a considerar solo la dimensión económica de la vivienda. Tener una casa es mucho más. Cuando vivimos en un espacio, este se transforma en nuestro hogar, un lugar donde crecemos, donde cuidamos a nuestros seres queridos y somos cuidados, donde nos sentimos protegidos”, expresa.
En este sentido, ha mencionado datos como los de Cáritas Diocesana de Barcelona, que depende del Arzobispado, y que suele publicar informes sobre la exclusión residencial entre sus usuarios. Y ha puesto como ejemplo que durante la pandemia más de un tercio de las familias que atendía la entidad y que vivían en habitaciones, tuvieron que mudarse por no poderlas pagar. “En muchas de estas familias había uno o dos hijos en edad escolar. Cualquier cambio de habitación hacía más difícil llevar al niño a la escuela, ya que casi siempre les quedaba mucho más lejos”, ha lamentado.