Los ocupantes y simpatizantes de Can Vies anunciaron esta semana reconstruirían el edificio demolido por el Ayuntamiento, y este sábado se han puesto literalmente manos a la obra. Mientras un equipo de técnicos evaluaba el estado actual de Can Vies, los centenares de concentrados -con casco y guantes- han ayudado a limpiar los escombros de la parte ya derribada del edificio, perteneciente a la antigua capilla.
Según un primer informe de los técnicos, no hay riesgo de derrumbamiento de lo que queda del inmueble. Sí existen partes de él muy dañadas, como algunas bigas o el agujero que ha dejado el derribo del torreón, pero desde el colectivo de Can Vies reiteran que se puede trabajar de momento sin peligro. Muchos vecinos y entidades del barrio de Sants se han acercado a echar una mano, y se han creado hasta siete hileras de personas para ir sacando las runas en cadena. Al final, algunos seleccionaban los ladrillos en buen estado para volverlos a usar.
Los activistas, cargados con material de obra, han podido entrar en el espacio sin oposición. Ayer la propiedad -Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), de titularidad municipal- puso un perímetro de seguridad con vallas y señales, pero lo han apartado rápidamente al grito de “¡unión, acción, autogestión!”.
Ante la ausencia de policía que impidiera el paso, el colectivo de Can Vies ha querido subrayar el carácter pacífico de su acción. Ciertamente el ambiente ha sido durante toda la mañana muy festivo y reivindicativo.
Pese al gesto del alcalde Xavier Trias, que ayer paralizó la demolición del edificio, los inquilinos del centro social autogestionado se han reafirmado en su posición de no reunirse con el Ayuntamiento. Como ya dijeron en anteriores ocasiones, después del desalojo de Can Vies ya no contemplan ninguna negociación. Solo esperan que el consistorio no ponga trabas a su intención de rehabilitar el espacio.
Al mediodía se ha improvisado una acción de protesta consistente en llevar hasta la sede del distrito las piedras y cascotes sacados de las ruinas del edificio. Así pues, una cadena humana de centenares de vecinos ha unido Can Vies y la sede, esta vez sin protección policial a diferencia del fuerte despliegue de las noches anteriores.