La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Una protesta por la última muerte en el CIE de Barcelona sirve para denunciar la deportación de testigos clave

Varias entidades de defensa de los derechos de los migrantes y algunos colectivos armenios en Cataluña se han manifestado esta tarde ante la sede del Cuerpo Nacional de Policía en Barcelona para exigir justicia y más información en el caso de la muerte de Alik Manukyan, ciudadano armenio de 32 años, en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Barcelona, ubicado en la Zona Franca. La manifestación ha servido para denunciar la falta de concordancia entre la versión oficial y la que dan algunos internos, pero sobre todo para anunciar que dos testigos que podían haber sido clave para esclarecer los hechos han sido deportados a su país. Así lo ha podido saber la campaña Tanquem els CIE, que desde el día 3 de diciembre -cuando encontraron a Manukyan muerto en la celda de aislamiento- ha estado en contacto diario con internos.

“Las dos personas deportadas son las que estaban encerradas en la celda más cercana a la de aislamiento”, explica Montse Fernández, de Tanquem els CIE, contrariada porque precisamente cuando se enteraron de la muerte pidieron al juez del caso que tomara las medidas cautelares necesarias para no expulsar a ningún testigo de los hechos. Su versión podría servir para saber si realmente se escucharon gritos en la celda de aislamiento donde Manukyan estaba encerrado, tal como aseguraron algunos internos.

La versión del Cuerpo de Nacional de Policía es que Manukyan entró con normalidad aquella noche en su celda, en la que se encontraba solo por ser “agresivo”, y que hacia las 3 h se lo encontraron ahorcado con los cordones de sus zapatos. Algunos internos, en cambio, declararon a Tanquem els CIE que este ciudadano armenio había tenido un enfrentamiento con la policía, que había sido agredido, y que le habían llevado a medianoche al cubículo de aislamiento, donde estuvo gritando y gimiendo hasta entrada la madrugada.

Para poner luz a estos claroscuros, las cerca de 200 personas concentradas hoy ante la sede de la policía -y luego ante la Generalitat, en plaza Sant Jaume-, han pedido que la justicia actúe con celeridad. Y, para evitar que se repitan muertes como la de Manukyan -es al menos la tercera en el CIE de Zona Franca-, han exigido una vez más que se cierren los Centros de Internamiento de Extranjeros y que se derogue la ley de Extranjería.

Por su parte, desde la asociación Armenia a Catalunya Aradat aseguran que están trabajando “codo con codo” con las entidades -en palabras de Sarkis, su portavoz- para lograr “un procedimiento justo”. De hecho, además de la acusación particular, es probable que se personen como acusación popular algunas asociaciones armenias y otras entidades que luchan por el cierre de estos centros.

“No es lógico que se suicidara cuando le faltaban unos días para volver a casa”

“No es lógico que después de años de prisión, y cuando sólo le faltaban unos días para volver a casa y reunirse con su familia, se suicidara”, razona Vardan, uno de los amigos de Manukyan en Barcelona. Avisa que no quiere “acusar” a la policía, pero repite que no entiende qué puede conducir a un hombre al suicidio cuando está tan cerca de la libertad. Manukyan había conmutado su pena de prisión por tenencia de armas y robo con violencia por la expulsión a su país.

Vardan, además, también pone en duda la supuesta agresividad con que lo caracteriza la Policía Nacional: “Había pasado por la prisión con una conducta muy positiva”, señala. Y recuerda que muchos internos también han negado que fuera una persona que se peleara a menudo con sus compañeros.