“I believe that clear thinking and clear statement, accuracy and fairness are fundamental to good journalism”.
Walter Williams, 1914.
Degà de la primera escola universitària de periodisme a Columbia Missouri (EUA)
Se acaban los editores de periódicos. Se ha hecho notar a raíz de la muerte de José Manuel Lara Bosch -editor de libros como su padre, però volcado también a la televisión y la prensa-, pero la figura histórica de los editores de periódicos ya estaba tocada. Desde que la industria de la comunicación empezó a devorar la empresa informativa.
Sin llegar a los perfiles míticos de Joseph Pulitzer (New York World) - el mítico referente del periodismo americano-, William Randolph Hearst (New York Journal) - el malvado ciudadano Kane del cine- o el estricto Adolph S. Ochs (New York Times), algunos editores españoles habían alcanzado relieve histórico.
En el siglo XIX, el marqués de Brusi (Diario de Barcelona) y en el siglo XX, el marqués de Luca de Tena (ABC) y el conde de Godó (La Vanguardia), los tres distinguidos con títulos nobiliarios como los británicos Lord Northcliffe (Daily Mail y The Times) y Lord Rothermere (Daily Mirror).
Excepto los Godó o Nicolás María de Urgoiti (El Sol), la mayoría de editores de periódicos fueron periodistas que contribuyeron a la conversión de la prensa política liberal en una industria informativa.
La figura reapareció al final del desierto franquista con Rafael Calvo Serer (Madrid) y Sebastián Auger (Grupo Mundo) y durante la Transición con los nombres destacados de Juan Tomás de Salas (Cambio 16 y Diario 16), Antonio Asensio (Interviú y El Periódico de Cataluña) y Jesús de Polanco (El País).
Los grandes editores marcaron el estilo y la ideología de sus diarios, conservadores o liberales, monárquicos o republicanos, franquistas o demócratas. Ya no ha sido igual en el caso de Lara, que ha jugado varias cartas en una posición ecléctica más propia de los nuevos tiempos.
Como editor de libros y medios en la época de la concentración y el multimedia, Lara ha sido elogiado por el respeto con que ha amparado escritores y periodistas de idees diferentes y en ocasiones muy contradictorias. No ha dejado de ser una rara avis, en una industria donde la figura del editor ya es excepcional. Sin olvidar al gigante Rupert Murdoch (The Times, The Sun, Sky News, etc, etc), ni al innovador Jeff Bezos, fundador de Amazon y nuevo propietario de The Washington Post.
Ahora manda el capital, anónimo y cambiante. Y ello comienza a tener consecuencias para el periodismo.
Se acaban los editores de periódicos. Se ha hecho notar a raíz de la muerte de José Manuel Lara Bosch -editor de libros como su padre, però volcado también a la televisión y la prensa-, pero la figura histórica de los editores de periódicos ya estaba tocada. Desde que la industria de la comunicación empezó a devorar la empresa informativa.
Sin llegar a los perfiles míticos de Joseph Pulitzer (New York World) - el mítico referente del periodismo americano-, William Randolph Hearst (New York Journal) - el malvado ciudadano Kane del cine- o el estricto Adolph S. Ochs (New York Times), algunos editores españoles habían alcanzado relieve histórico.