'Alcarràs' devuelve a la vida a 14 salas de cine de la Catalunya rural que llevaban años cerradas

Sandra Vicente

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Cae el sol en Alcarràs (Segrià, Lleida) y, cuando empiezan a amansarse las altas temperaturas de una primavera tardía, la calle mayor se llena de gente que hace cola frente a Lo Casino, el centro cultural del municipio. Muchos vecinos se han puesto sus mejores galas y los abuelos y abuelas han escogido esta noche de sábado para lucir joyas y peinados de peluquería. “La ocasión lo vale”, asegura Antònia. Hoy van a ver Alcarràs, el aclamado filme de Carla Simón, ganador de un Oso de Oro en la Berlinale. Pero no es sólo que vayan a poder ver, por fin, la película de la que todo el mundo habla y que ha puesto a este pequeño municipio en el mapa. Sino que lo van a poder hacer en su casa, después de que la última sala de cine desapareciera de Alcarràs en los 90.

Esto es posible gracias a Circuit Urgellenc, una exhibidora de cine leridano que, en el marco de la campaña I love cine de poble, ha recuperado 14 salas de cine de pequeños municipios de la província de Lleida y Tarragona que cerraron hace décadas. Durante las próximas semanas, se organizarán pases para de la película de Simón. “No queremos que sea flor de un día. El propósito es fomentar el cine en localidades pequeñas porque, vivas donde vivas, tienes derecho a disfrutar del mejor cine. Y filmes como Alcarràs lo ponen de manifiesto”, aseguró Pere Aumedes, gerente del Circuit Urgellenc durante la presentación de la iniciativa. 

“Estas proyecciones son muy importantes para nosotros, primero porque hay que apoyar el cine en catalán, y segundo porque no tiene sentido que tengamos que ir a Lleida a ver una película que trata sobre la agricultura, cuando las grandes ciudades desprecian el campo”, asegura Josep, que ha venido con toda su familia al cine. Desde el Ayuntamiento de Alcarràs comparten esta visión y, por eso, se muestran molestos con que el preestreno del filme se celebrara en Lleida. “Nos quejamos a la Diputación, pero nos dijeron que como la película llevaba nuestro nombre, ya habíamos tenido demasiado protagonismo”, se lamenta Jordi Janés, alcalde del municipio. 

Pero, en vistas de la gran acogida que ha tenido la película, desde el consistorio no dan demasiada importancia a ese “detalle incómodo”, puesto que consideran que las proyecciones de este fin de semana son una oportunidad para devolver el acceso a la cultura cinematográfica a los pueblos pequeños. Porque las salas de cine están en crisis: en Catalunya han descendido un 54,8% en los últimos 20 años. La mayor parte de la desbandada se ha producido en pequeñas poblaciones. De hecho, según datos del Gremio de Cines, exactamente la mitad de salas de Catalunya se encuentran en sus capitales de provincia, llevándose Barcelona el 30% del total. 

“No me acordaba de lo que era ir al cine”, explica Josep a la salida de la proyección, recordando cómo, hace treinta años, Alcarràs llegó a tener hasta tres salas. “No quiero conducir hasta Lleida cada vez que quiera ver una película. Me sabe mal, pero me las descargo o las veo en Netflix”, reconoce. Este alcarrasino no se considera cinéfilo, pero asegura que si se recuperara la sala de su municipio, iría a menudo. “No se trata solo de pasar un rato entretenido, sino de hacer comunidad. Esto ha sido un auténtico revulsivo para el pueblo, no conozco a nadie que no tenga entradas para venir a ver la película. Pero esto es algo que, desde la ciudad, con todos sus privilegios, no se entiende”, añade.

Cine rural en lo rural

“Esta película somos nosotros. Pero estoy seguro de que también relata la realidad de la mayoría de habitantes de los otros municipios que han reabierto sus salas de cine”, asegura el alcalde de Alcarràs. La agricultura y, en especial, la siembra y recogida de la fruta, es algo que deja una intensa huella en la vida de los habitantes de la provincia de Lleida. “Yo he pasado veranos en la fruta, como todo el mundo que conozco. Es algo muy duro, pero también muy nuestro”, explica Amelia, trabajadora de una papelería de Alcarràs. La película le ha encantado porque se ha visto representada en ella, casi literalmente. Los actores y actrices del filme son vecinos de la zona y la mayoría de extras son alcarrasinos de toda la vida. De hecho, durante la proyección del filme hay diversas escenas que para un ojo foráneo pasarían desapercibidas, pero que entre los vecinos del municipio arrancaban murmullos cómplices y orgullosos al reconocer lugares y caras conocidas. 

“No romantiza el campo. Se nota que no se ha hecho desde una visión urbanita porque lo muestra tal y como es, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Con las alegrías y disgustos que da”, añade Amelia, quien se lamenta de que, este año, debido a las lluvias y el granizo, se ha perdido casi el 80% de la cosecha. “Lo que pasa en el campo nos afecta a todos, porque da trabajo a muchísima gente, a pesar de ser un trabajo altamente denostado”, asegura el alcalde. Esta opinión se repite mucho entre los alcarrasinos y alcarrasinas que, como Amelia, agradecen que “por una vez, Alcarràs salga en las noticias y no sea por conflictos o por la inmigración”. 

Según datos del consistorio, el 40% de la población del municipio es de origen migrante, la mayoría de ellos temporeros que han hecho de Alcarràs su casa. Y a estos, hay que sumarle los centenares de personas que llegan cada verano para sumarse a la recogida. “Siempre se habla del campo como un lugar donde se explota a los temporeros sin piedad. Es cierto que eso pasa, pero no en todos los lugares. También hay que explicar las cosas buenas porque, si no, el campesinado morirá de forma lenta”, reclama el alcalde. 

“Gracias, gracias y gracias”

La película de Simón ha despertado verdaderas olas de pasión en Alcarràs desde que ganó el Oso de Oro en la Berlinale. A pesar de que no han podido verla hasta este fin de semana, los vecinos del pueblo llevan dos meses y medio celebrando este filme que “nos pone en el mapa”, dice Amelia. De hecho, su papelería es uno de los comercios que engalanaron el escaparate en honor a la cineasta y luce un póster gigante de la película, así como una instantánea de la directora y un gran letrero que dice Gràcies. “No podremos agradecer nunca lo que ha hecho Carla Simón por nosotros”, dice Jordi Jané, quien asegura que se la va a nombrar hija predilecta de Alcarràs y le pondrán su nombre a una plaza que decorarán con un mural conmemorativo. 

Una de las consecuencias de la película es un aumento de visitantes. Por ejemplo, este año, se han multiplicado por dieciséis las personas que han acudido a las clásicas rutas floridas que organiza el municipio para visitar los árboles frutales en flor. “Nos salen amigos de debajo de las piedras, ahora la gente quiere venir porque somos un pueblo de película”. Esto mismo pensó Sara, una barcelonesa que decidió ir a ver Alcarràs al pueblo que le daba el nombre. “Ya que lo hacemos, lo hacemos bien”, bromea. “He aprovechado para visitar diversos pueblos; es una zona que no conozco demasiado debido a lo mal comunicada que está en transporte público”, explica. Asegura que el viaje ha merecido la pena, no solo por la película, sino porque “es precioso ver cómo los pueblos recuperan la oferta cultural y ganan autonomía respecto a las ciudades”, opina. 

Los vecinos y vecinas de Alcarràs también esperan que este fin de semana, en que se ha reabierto su sala de cine, no sea una excepción. Por eso, desde el consistorio estudiarán la posibilidad de aprovechar este filón y convertir el municipio en un destino para los cinéfilos de la zona y mantener así una sala de cine abierta. Pero, mientras eso pasa, el campo ya tiene su propia oda, rodada en su propia lengua, para explicarle al mundo qué significa ser campesino en el Segrià.