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La resistencia de las últimas 50 tiendas de discos catalanas: “Los jóvenes compran en vinilo lo que han escuchado en Spotify”

El grupo Eterna Joventut tocando en el interior de la tienda de discos Ultra-Local, en 2022

Jordi Sabaté

Barcelona —

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Quedan 50 en Catalunya, la mayoría de ellas en Barcelona pero nadie quiere que desaparezcan y al retorno de las novedades discográficas al vinilo les ha dado una segunda vida. Son las tiendas de discos, que acaban de recibir un premio por, sencillamente, seguir ahí.

Según los datos de Promusicae, las ventas en soportes físicos en España se mantienen en niveles similares en los últimos cinco años, aunque al alza. De 2022 a 2023, las ventas crecieron casi un 10% gracias al formato vinilo. De hecho, ya se ingresa más dinero por las ventas en formato vinilo que en cedé. No obstante, las ventas físicas suponen solo un 13% del total. El streaming es la reina del mambo.

Las 54 tiendas de discos que perviven en Catalunya han merecido el premio Fonograma que entrega las jornadas Fonograma de la Associació de Productors i Editors Musicals de Catalunya, que se han celebrado hace unos días en el Centro Cultural del Born, en Barcelona. Se trata de un espacio de encuentro y debate entre los profesionales de la industria en esta comunidad autónoma en el que se valoran los logros actuales y se plantean los retos para el futuro.

Resistencia frente al digital

En palabras del concejal de cultura del Ayuntamiento de Barcelona Xavier Marcé, las tiendas de discos “son espacios de resistencia ante la hegemonía del negocio digital”. El premio en esta edición consistió en la edición limitada de un dibujo impreso sobre papel creado por el diseñador, DJ, coleccionista y editor discográfico Txarly Brown. Lo recogieron miembros fundadores de tres de las tiendas más veteranas de Barcelona: Carlos García, de Surco Discos; Carles Pascual, de Discos Revolver y Dan, de Disco 100.

Los tres recibieron una reproducción a tamaño natural del dibujo, pero una copia en tamaño reducido será también enviada al resto de tiendas de toda Catalunya, de las cuales solo ocho corresponden a las provincias de Lleida (1), Girona (2) y Tarragona (5). Para la consellera de Cultura de la Generalitat, además de “resistentes”, término en el que coincide con su homólogo en el Ayuntamiento barcelonés, son “auténticos prescriptores de música para sus clientes, además de conformar espacios de cultura y comunidad”.

Pero detrás de los reconocimientos y las grandes palabras, la realidad muestra una senda que no es para nada un camino de rosas. Si el negocio musical español alcanzó los 250 millones de euros en 2023, en el caso de Catalunya solo el 5% del mismo correspondió a ventas de música en soporte físico, muy lejos de las décadas de los 80 y los 90 del siglo pasado, tiempos en que la venta de cedé y vinilos era prácticamente la totalidad de la venta de música.

De sobra conocido es que con la llegada de las nuevas tecnologías, también llegó un vacío de propuestas de negocio digital que las tiendas pagaron muy caro, ya que a falta de plataformas legales, el público optó masivamente por las que se dio en llamar “piratas”. Tal como relata Carlos García, fundador de Surco, “entre el P2P y el top manta casi acaban con nosotros”.

Surco resistió, como muchas otras propuestas –no todas, ya que sonada fue la caída de Discos Castelló, que había sido el negocio más emblemático en Barcelona–, a base de austeridad y abrirse al mercado de coleccionista y segunda mano. Como decana de las tiendas existentes, había nacido en 1974 en el portal de un edificio, que antaño solían acoger pequeños negocios.

Surco resitió, como muchas otras propuestas, a base de austeridad y abrirse al mercado de coleccionista y segunda mano

“Al principio, aunque vendíamos mucho, teníamos que importar los discos internacionales del extranjero ya que las discográficas no españolas no tenían distribución aquí”, explica. Pero en los 80 cambia todo, el mercado se abre a España y con la creciente oferta, la se dispara la demanda del público, sobre todo joven. “Llegó un momento en que los discos constituyeron el regalo obligado para Navidades o los cumpleaños” recuerda el comerciante.

Era un público que buscaba de todo. García comenta: “Había gente que venía a buscar discos concretos o estilos, pero muchos se hacían con el disco que les recomendaban desde los 40 Principales y emisoras similares”. Por motivos de espacio, en 1981 se mudaron a un local “diez números más allá”, en la misma zona del corazón del barrio de Gràcia. Ahí siguen resistiendo y prescribiendo música a melómanos, curiosos y nostálgicos del crepitar de la aguja sobre el acetato. “Esto se hace por amor a la música porque, desde luego, rico no te vas a hacer”, espeta el fundador de Surco.

Vendiendo rumba catalana en Japón

La venta siguió como un tiro –aunque cambiando progresivamente el vinilo por el cedé– hasta el cambio de siglo, cuando el tsunami digital parte en dos el negocio. “Seguimos adelante, adaptándonos, con menos ventas pero con un público cada vez más especialista, que buscaba estilos o artistas muy concretos, sobre todo en cedé, pero también en vinilo”, apostilla García, que declara no estar en contra del negocio digital: “Viene gente joven que ha oído cosas que le gustan en Spotify y te las pide en vinilo”.

A este respecto, el diseñador del premio Fonograma Txarly Brown, reputado DJ con frecuentes actuaciones en festivales de la ciudad, entre ellos el Sónar, y autor del proyecto musical y discográfico Achilifunk, cree que se está produciendo un aumento del consumo de vinilos, pero “como objeto de coleccionismo fetichista y de merchandising, aunque también con miras al valor futuro que estas ediciones prensadas que lanzan las multinacionales puedan tener”. A Promusicae le consta que en 2023 se vendieron más de dos millones de vinilos nuevos, cuando diez años antes solo se habían vendido 140.000, a los que hay que sumar el incalculable y opaco negocio de la segunda mano.

“Yo mismo me dedico a comprar aquí chollos de rumba catalana por unos pocos euros que luego mando en cajas al Japón por un precio muy superior”, explica Brown. De todos modos, ve un rayo de esperanza en la actitud de estos nuevos consumidores, aunque es contrario a la actitud de las multinacionales que, según él, se han apuntado al prensado de trabajos que nunca antes vieron la luz en vinilo.

En la línea de Brown, Carlos García aclara que “la venta de vinilos de discográficas independientes ha gozado de buena salud a pesar de los cambios profundos de los últimos 25 años”. Pero explica que el nuevo interés de las multinacionales por el mercado del disco de acetato “ha colapsado las factorías de prensado, perjudicando a los sellos indies, que tienen menos músculo financiero”.

De hecho, volviendo a los datos de Promusicae, el 82% de los vinilos nuevos más vendidos (top 100) los han puesto en circulación las tres grandes multinacionales: Universal, Warner y Sony.

Revolver, 35 años en el corazón del Raval

No piensa igual, sin embargo, Carles Pascual, fundador de Revolver Records: “Las nuevas ediciones que tiran las 'multis' están trayendo mucho público joven y nuevo, que además sabe lo que busca”. “De hecho”, explica, “aquí se montan colas que dan la vuelta a la manzana durante el Record Store Day, que celebramos el tercer sábado de abril”. Se trata de una iniciativa para ofrecer discos a precio reducido por un día de la cual Pascual es impulsor en España.

“Empezamos principios de los 90 en Tallers, 13 [en la parte noble del Raval] y en 1998 abrimos esta tienda, el Revolver verde”, dice para diferenciarlo de la primera tienda, Discos Revolver, a la que llama “el Revolver rojo” y que funciona como un negocio segregado respecto a Revolver Records. “Desde entonces hemos pasado por todas las crisis, pero hemos resistido”, dice Pascual.

Reconoce que Revolver Records nació en un momento particularmente complicado, casi suicida, pero si bien las ventas bajaron mucho, no desaparecieron, especialmente en cedé, “aunque nunca hemos dejado de vender vinilos”. Subsistieron con un público menos numeroso pero más fiel: “Antes igual venía aquí un grupo de chavales que se compraban todos el mismo disco y el día en que salía un disco importante, aquí había mucha expectación, porque era la única manera de escucharlo”.

Impacto, el rey de la segunda mano en Ciutat Vella

“Ahora es distinto”, prosigue, “pero es un público que te produce más satisfacción, porque te comenta, te da charla, se nota que le gusta la música tanto como a nosotros”. Revolver cuenta también con una pata del negocio online, una página desde la que venden títulos a todo el mundo. “Funciona bastante bien, de hecho crece”, apunta. También reconoce que el negocio del disco de segunda mano y de coleccionista les ha ayudado a superar los baches.

No obstante, es Antonio Baró, fundador de Discos Impacto –en el 61 de la calle Tallers, en pleno distrito de Ciutat Vella–, quien mejor caracteriza la apuesta por la segunda mano. Si se sabe buscar, entre sus anaqueles se pueden hallar verdaderas joyas, casi nunca a precios bajos, pero en ocasiones, sobre todo en secciones como la música clásica o el jazz, por unos pocos euros.

“Empezamos en la calle Hospital en 1981 y después nos movimos a Tallers, 13, donde ahora está Revolver [el rojo]”, explica Baró. Finalmente, me vine aquí en los 90 y aquí sigo con la segunda mano“. No siempre fue así, al principio Impacto simultaneaba primera y segunda mano, pero se cansó ”pronto de las discográficas“ y ”las condiciones“ que les imponían, muy diferentes a las de las grandes superficies como El Corte Inglés o Fnac.

Así que Baró pronto apostó por el disco de segunda mano y de coleccionista. “Me ha ido bien así”, explica este septuagenario de discurso contundente para seguidamente asegurar: “Si hubiera seguido con disco nuevo hace mucho tiempo que tendría que haber cerrado”.

Ultra-local, la apuesta del Poble Nou

Uno de los negocios más recientes se encuentra en el Poble Nou, en los aledaños de la legendaria sala Razzmatazz, antes Zeleste. “Abrimos allí hace 12 años porque era una zona con varias salas de ensayo, aunque hoy ya no queda ninguna”, comenta Raül Chamorro, fundador junto a su pareja, Carme Baqués, de Ultra-local.

Ultra-Local apoya sobre todo el sector de los sellos independientes, para los que asegura que hay mercado: “A la tienda viene una mezcla de gente del barrio y otros que, por ejemplo, acuden a ver un concierto a Razzmatazz y se pasan por aquí”. Reconoce que por el momento no le presta mucha atención al negocio online. “Solo tenemos una página en Discogs”, dice en referencia a la plataforma internacional de catalogación y venta discos entre particulares.

Explica que antes trabajaba en una empresa de básculas electrónicas, pero que lo dejó por hacer lo que le llenaba. “Al principio le dedicaba las tardes, pero a partir de 2019 ya todo el día”, matiza. Chamorro coincide con el resto de protagonistas de este reportaje en que la suya es una profesión vocacional, pero en absoluto lucrativa: “Es el precio que pagas por hacer lo que te gusta”.

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