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Inspirado en el Carnaby Street londinense, el fotógrafo Oriol Maspons lo bautizó como
Tuset Street
. Cincuenta años más tarde, el artista e historiador Guillem Celada recupera la memoria de la calle con una pequeña exposición y con la edición de un libro-objeto que recoge los 27 artículos de la sección 'Tuset Street' que Àngel Casas publicó en la revista
Entre mediados de los sesenta y los primeros setenta, casi durante una década, la calle Tuset de Barcelona se convirtió en Tuset Street, condensando una breve historia de modernidad de una ciudad que, mirando hacia Europa, intentaba poner color a la etapa de posguerra y el tardofranquismo más rancio. Esta pequeña calle situada entre la Avenida Diagonal, donde residían las oligarquías, y la Travessera de Gracia, de familias acomodadas, pasó en cuestión de diez años de ser un tramo de solares edificables en un eje comercial con las apuestas más modernas de la ciudad. En este caso, la innovación, la apuesta por el diseño y la modernidad fueron el aglutinador. En un contexto de crecimiento económico, el hecho de que las agencias publicitarias pioneras escogieran Tuset y las calles adyacentes para instalar sus sedes, atrajo a él un público concreto y sectores de conexión directa con la actividad publicitaria, como los también pioneros diseñadores gráficos, a la vez que se convertía en el escenario para la grabación de spots o para sesiones fotográficas. “Fue el fotógrafo Oriol Maspons quien se inventó el nombre de Tuset Street y quien diseñó una camiseta con todas las tiendas de la calle [...], el boom fue efímero y pasajero; en poco tiempo volvió a convertirse en una calle más con bares y tiendas ”, escribe Oriol Regàs en Los años divinos. Barcelona (Destino, 2010).
A pesar de la historia de Tuset fue breve o efímera, se puede valorar la trascendencia, tanto por el eco de las publicaciones que en su momento hicieron referencia como para que motivó la realización de la película Tuset Street (1968), dirigida finalmente por Jorge Grau, con guión de Luis Marquina, protagonizada por Sara Montiel y Patrick Bauchau. La película no obtuvo los frutos deseados. A lo largo de los años setenta los anhelos de modernidad de Tuset Street se fueron disolviendo pero queda un valioso testimonio gráfico y escrito. Los años de esplendor coincidieron con la existencia de una publicación también “efímera”, el semanario Tele/estel (1966-1970), ligado al diario de la tarde Tele/eXpres. En esta revista Àngel Casas publicaba una sección en papel rosa con el nombre de la calle, donde se hacía eco de los acontecimientos que tenían lugar. Esta es la primera experiencia de prensa en catalán de posguerra, que, junto con La Cova del Drac -donde Josep Maria Espinàs programaba para la noche recitales de canción protesta, cantautores y pop en catalán, con vinculaciones con la discográfica Concèntric-, justifica la “defensa” que existió una modernidad genuina, con rasgos particulares dados por el contexto peculiar del país, que podríamos extrapolar a la arquitectura, el diseño y la edición, entre otros campos.
Modernidad genuinamente catalanista
Los responsables de la agencia publicitaria Tiempo, ubicada en el edificio Monitor del número 8-10, paseando una mañana por la calle Tuset se detuvieron ante un escaparate del Pasaje Arcadia. Había expuesto un retrato femenino que llamó su atención. Leopoldo Rodés y Juan Carlos Iriarte decidieron encargar a su autor, el joven fotógrafo Leopoldo Pomés, que realizara unos trabajos para su agencia. Y así nació una de las trayectorias publicitarias más fértiles. Pomés se convirtió en un socio más de Tiempo. Ideaba campañas y luego las producía en su estudio de Gracia, en colaboración con su entonces esposa Karin Leinz. Otro publicitario importante de la época, Victor Sagi, instaló su oficina en el número 32, por lo que comenzó a hablarse de Tuset como el “Madison Avenue” de la Ciudad Condal.
El periodista y promotor Jesús Ulled también eligió Tuset para desarrollar su actividad. Había creado, junto con Sagi, una agencia de Relaciones Públicas situada también en el edificio Monitor. Entre sus clientes destacaba una sucursal de una boutique de moda en París. En 1967, Ulled organizó para Renoma un desfile de moda a pie de calle. “Original desfile de modelos en plena calle Tuset”, titulaba la portada de La Vanguardia, el 22 de julio de 1967. Publicidad y moda imprimían modernidad y carácter a la calle. Se crearon agencias de modelos como Top Model, intermodelos, Salvador o Magda. Una de las campañas más famosas reunió a la modelo Montse Riba con el piloto de fórmula 1 Jackie Stewart para promocionar una línea de ropa de hombre de Val d'Isère.
La oferta de ocio nocturno creció cuando la zona se convirtió en un reclamo. En el interior del Pasaje Arcadia se instaló el Stork Club donde paraban fotógrafos, escritores y gente del cine como Colita, Xavier Miserachs, Oriol Regàs o Joaquim Jordà. Uno de sus clientes fijos, el poeta Jaime Gil de Biedma, decía que se reunía “gente encantadora y amable, aunque un poco deprimente”. Fue en una de esas reuniones cuando surgió la idea de abrir un local nocturno llamado Boccaccio. Entre la calle Granada y Travesera, emergían los lugares de moda. Ischia, Anahuac, The Pub... “Fueron, durante el día, las terrazas con gente joven que aportaba una estética diferente, lo que dio el tono y la imagen de Tuset”, reflexiona Jesús Ulled, que añade, “cuando se abrió Bocacccio en 1967, lo vimos como una prolongación de este ambiente”.
El promotor cultural Ermengol Passola, fallecido en 2009, fue el primer impulsor de la Cova del Drac. Un oasis que programaba íntegramente en catalán, rehuyendo la tradición populista y de barrio, que guiñaba el ojo a la modernidad. Fue Josep Maria Espinàs quien bautizó el local. Durante años por la Cova del Drac desfilaron todas las variedades del entretenimiento: muchos cantantes de la Canción, como Guillem de Efak, que estrenó su escenario, Pi de la Serra o Rafael Subirachs, pero también mucho teatro. Els Joglars actuaron varias veces, y Maria Aurèlia Capmany y Jaume Vidal Alcover estrenaron, entre 1969 y 1970, varias piezas para cabaret. Cuando Tete Montoliu no hacía giras se instalaba en el local. La reivindicación catalanista iba reñida con las autoridades competentes y terminaron cerrando el local. Finalmente la Cova volvió a abrir.
Tuset Street pasa por la peluquería
Motivos no faltan para recuperar el legado histórico y los nombres propios del Tuset efervescente. “Yo quería hacer una publicación para volver a presentar la sección de Tele/estel que firmaba Ángel Casas. A partir de ahí me llegó la propuesta de la peluquería / espacio de arte Anna Ferrer que hay en Travessera-Tuset (el número 71 de Travessera de Gracia) de montar una exposición. Encontré que era el lugar ideal para que el contexto era perfecto para hablar de la calle. Por eso lo que debía ser una publicación ha ido ampliando con un discurso expositivo. Han aparecido unos pósters que hicieron para promocionar la calle en 1968 seis grafistas de Barcelona y que ahora será la segunda vez que se podrán ver juntos. Son seis dibujos muy pop con el lema Tuset Street”, explica el artista e historiador Guillermo Celada.
La exposición se podrá ver hasta el 31 de marzo y será visible tanto desde fuera del establecimiento como desde dentro, aunque los que lo hagan desde el interior tendrán la oportunidad de oír el sonido original de un fragmento de 5 minutos de la película Barcelona Show de Carles Barba de 1967, en el que se habla de la calle Tuset y de lo que suponía para la Barcelona del momento. La exposición se completa con una pieza de nueva creación: “Es una placa de mármol como las que hay por Barcelona para indicar los nombres de las calles pero en lugar de poner 'Calle Tuset' está escrito 'Tuset Street', que es como en realidad nunca se dijo la calle. La expongo allí con la intención de que finalmente pueda terminar instalada en la calle y sirva para patrimonializar aquel fenómeno sociológico”.
En el libro-objeto -que se puede adquirir por 35 euros en la peluquería- encontramos la reproducción en la misma medida de todos los artículos 'Tuset Street' de Ángel Casas y también un fanzine con un texto de Celada a modo de introducción, un escrito de la profesora de María Ángeles Fortea, que recientemente ha hecho una tesis sobre gráfica pop en Cataluña, y una entrevista a Ángel Casas. “Es una publicación entendida como un libro de artista. Sólo hemos hecho 100 y están todos numerados. La carpeta lleva el logo de Tuset Street en la portada y existe la relación de artículos en la contraportada. Dentro, en la parte derecha y en la bolsa están los 27 artículos y el fanzine. Es una posibilidad de hacer una inmersión en la incipiente cultura pop del momento. ”Para los amantes de la numerología, hay que anotar que la sección tuvo 27 artículos y que se publicaban en la página 27 de Tele/estel.
Nada dura para siempre, aquel mundo de despreocupada afectación y ocio militante comenzó a tambalearse, junto con la Gauche Divine y Tuset Street, en 1970, cuando muchos de sus clientes se cerraron en Montserrat para protestar por los juicios de Burgos. Indignada, una manifestación antifranquista terminó en la misma calle, reventando escaparates y cabinas telefónicas, en protesta contra los cerrados. Como explica J.M. Colomer Calsina, se lanzaron hojas donde se leía: “La misma burguesía que asesina en Burgos se refugia en la paz de Tuset”. Para los vecinos de la calle Tuset quedan muy lejos los tiempos de la Gauche Divine. Cuando ese momento de gloria y glamour terminó, la calle se desertización hasta que ya hace años que se volvió a llenar de discotecas y bares nocturnos. Medio escondidos quedan los rastros de lo que fue uno de los reductos barceloneses más de moda. La calle Tuset, que era tanto, y quería ser tanto, como el Carnaby Street londinense.
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