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Uno de cada diez trabajadores, en riesgo “alto” de acoso laboral: “Denunciar es muy difícil”

Pau Rodríguez

13 de septiembre de 2023 21:44 h

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Han pasado casi tres años desde que Xènia N. denunció a su jefe por acoso laboral y sexual. Desde entonces, no ha vuelto a trabajar. En este tiempo, ha tenido que ver cómo ascendían al acosador en la empresa, el Instituto Municipal de Parques y Jardines de Barcelona, que depende del Ayuntamiento. “Denunciar es muy difícil”, constata hoy esta mujer, víctima todavía de la ansiedad que le generó un episodio que no consigue dar por cerrado.

Como ella, hasta un 11% de los trabajadores españoles están en riesgo “alto” de sufrir acoso laboral. Este es el principal resultado de un estudio publicado por el Observatorio Social de la Fundación La Caixa y que se basa en una encuesta a 5.000 personas. Bajo el título Detección del acoso psicológico en el trabajo y su impacto negativo en el bienestar psicológico, señala también que el 30% vive en riesgo “medio” de sufrir estos malos tratos. 

La encuesta, realizada por el Grupo de Investigación de Comportamientos Sociales y Salud Carménides, de la Universidad de Sevilla, supone también una nueva aportación a la definición del acoso laboral, una lacra que históricamente no ha tenido una descripción clara, lo que añade más dificultad si cabe a quienes quieren denunciarla. “Cuando lees literatura científica, no hay tampoco una forma de consenso para establecer un riesgo de acoso”, añade José María León Pérez, investigador principal del estudio. 

Hay referencias al acoso laboral en el Estatuto del Trabajador o incluso en el Código Penal, donde se establece que es delito realizar “de forma reiterada actos hostiles o humillantes” que supongan un “acoso” para la víctima. Pero no se describe cuáles son. La mayoría de jueces que constatan esta problemática se basan en jurisprudencia, es decir, en sentencias previas. “Se suelen tener en cuenta conductas realizadas por un superior con voluntad de transgredir la integridad psíquica del trabajador para que se venga abajo y deje la empresa o su puesto. Desde faltas de respeto a desconsideraciones en público, vaciados de carga de trabajo, eliminación de responsabilidades”, enumera Sergio Maldonado, abogado laboralista y miembro del Colectivo Ronda.

Cinco veces más probabilidades de sufrir ansiedad

Para su estudio, León Pérez resume que ha cruzado dos tipos de datos. Unos de carácter más objetivo, como una serie de conductas negativas a las que los encuestados deben responder si están expuestos. Y otras de carácter más subjetivo, que tiene que ver con si presentan signos de malestar o ansiedad. Vinculado a esto último, la investigación también arroja que quienes padecen acoso en el trabajo tienen cinco veces más probabilidades de sufrir ansiedad.

Los domingos me empezaba a encontrar mal y me dolía la cabeza, en el día a día era incapaz de hacer la más mínima tarea cotidiana como hacer la lista de la compra...

“El acoso te hace entrar en una espiral que te afecta al resto de tu vida”, relata una joven doctoranda que sufrió acoso y trato abusivo en la Universitat de Barcelona (UB) por parte de una prestigiosa arqueóloga, uno de los numerosos casos destapados este curso por elDiario.es en el ámbito académico. Esta mujer, que prefiere no desvelar su nombre, explica con todo detalle los niveles de ansiedad que alcanzó. “Los domingos me empezaba a encontrar mal y me dolía la cabeza, en el día a día era incapaz de hacer la más mínima tarea cotidiana como hacer la lista de la compra…”, desgrana. 

Xènia, por su parte, también recibió un diagnóstico de trastorno de ansiedad relacionado con estrés laboral que la mantuvo de baja por ello hasta hace unos meses. Auxiliar de jardinería en Parques y Jardines de Barcelona, ella y una compañera sufrieron acoso por parte de su encargado. En su caso, empezó presenciando gritos y humillaciones en público hacia la otra trabajadora, hasta que se dio cuenta de que él también tenía este trato con ella. A lo que se sumaban, dice, “comentarios sexistas asquerosos”. Tras presentar quejas primero a la empresa y después al Ayuntamiento, Parques y Jardines cerró un expediente sancionador contra su jefe por acoso laboral y sexual. Pero la sanción, de suspensión de empleo y sueldo, se acabó rebajando a un curso de formación, lamenta Xènia. 

Todo ello quedó probado en diciembre de 2020 en una sentencia del Juzgado de lo Social de Barcelona, al que se vieron obligados a recurrir ante la inacción de la empresa, relata Xènia N. El magistrado acreditó el relato, aunque solo consideró vulnerado el derecho de las dos trabajadoras demandantes por haber sufrido “acoso por razón de sexo”. 

Protocolos limitados y que no generan confianza

El acoso laboral ha sido durante años menospreciado no solo por empresas, sino por los propios trabajadores e incluso las víctimas, que no lo identificaban como tal. Pero algunas cosas están cambiando. “Desde la pandemia tenemos muchas más consultas por acoso”, constata el abogado Maldonado, que sitúa las investigaciones periodísticas como la de elDiario.es como un factor que ayuda a concienciar a la población. En cuanto a las empresas, Mónica Pérez, de Acción Sindical de CCOO, expone: “Se habla mucho del tema y muchas nos contactan para elaborar protocolos, pero lo cierto es que tienen una perspectiva muy limitada”. 

Por ley, todas las empresas de cierto tamaño deben tener protocolos de prevención de riesgos laborales que contemplen las situaciones de acoso, pero Pérez lamenta que estos se suelen enfocar más a la denuncia y resolución de casos que a su anticipación. “A menudo pretenden reproducir un tribunal, con sus expedientes y sus acusaciones, pero sin ninguna garantía”, advierte Pérez, que añade que la única forma de resolver casos de acoso en el seno de una empresa debería ser bajo la supervisión o la instrucción de especialistas externos. 

Pero no siempre es el caso, y esta es otra de las razones que frenan a muchas víctimas a la hora de denunciar su caso. Además, probar el acoso psicológico, a veces “sutil y sibilino”, dice Maldonado, es complicado. “De ahí que exista miedo. Porque si inicias el procedimiento y pierdes, el mantenimiento de la relación laboral es todavía más penoso”, afirma.

Existe miedo. Porque si inicias el procedimiento y pierdes, el mantenimiento de la relación laboral es todavía más penoso

En el caso de Xènia, logró acreditarlo, pero el conflicto continuó. Afiliada a la CGT, el sindicato que la apoyó en su proceso, denuncia que todavía hoy la empresa lleva a cabo represalias contra las delegadas sindicales. Y que le ponen trabas para ser despedida pese a que la mutua la declaró hace unos meses “no apta” para desempeños de jardinería. Por su parte, en el caso de la doctoranda, la UB no actuó hasta que se empezaron a acumular las denuncias. Y finalmente le impuso a la arqueóloga un curso de reeducación

“Es complicado tener confianza en el proceso, porque no se conocen historias de gente que lo haya hecho antes”, declara esta académica, que hoy ya no trabaja en la UB, pero que todavía se encuentra con la arqueóloga denunciada en algunos congresos. “Cuando empiezas el proceso, no hay marcha atrás y no sabes cómo acabará. Además, ya no puedes volver al mismo trabajo, porque cuando coges una baja por ansiedad, regresar suele ser una tortura”, describe. 

Los expertos piden avanzar en prevención

Mónica Pérez, de CCOO, y José María León Pérez, el investigador de la Universidad de Sevilla, defienden que la legislación y sobre todo su aplicación en España deberían dar un salto de escala hacia la prevención del acoso laboral. “Debemos identificar qué conductas y qué elementos de la organización del trabajo pueden derivar en situaciones de acoso y actuar de forma temprana”, propone la sindicalista. Y pone como ejemplo cargas de trabajo excesivas, falta de control sobre las propias tareas, no tener claras las funciones del puesto, liderazgos autoritarios o decisiones que se aplican con criterios arbitrarios. 

Debemos identificar qué conductas y qué elementos de la organización del trabajo pueden derivar en situaciones de acoso y actuar de forma temprana

“La prevención de riesgos psicosociales todavía es la cenicienta en una cultura de la seguridad en el trabajo que está marcada en España por el gran número de accidentes mortales que todavía se producen”, argumenta León Pérez. En comparación con otros países, este investigador ubica la legislación española en la media europea. “Pero una media que ya de por si es baja”, aclara. Sitúa a España “bastante por detrás” de países como Bélgica o los escandinavos que, añade, además de enfocar la lucha contra el acoso a la prevención y la resolución de casos, también lo hace hacia el cambio de las condiciones de trabajo cuando sucede uno de estos episodios.

Con todo, uno de los avances que sí se han dado recientemente en esta materia es la adhesión de España al Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre acoso, acoso laboral y mobbing. El documento no supone acometer nuevas acciones, pero sí contribuye a aclarar qué es el acoso. “Comportamientos y prácticas inaceptables”, que se manifiestan “una sola vez o de forma repetida”, y que causen “daño físico, psicológico, sexual o económico” a la víctima. 

Esto supone un progreso en el reconocimiento del acoso porque, por ejemplo, hasta ahora se entendía que debía ser sostenido en el tiempo. Pero el nuevo convenio de la OIT ya contempla que pueda ser puntual. León Pérez lo celebra puesto que han existido casos de acoso tan graves como el de la trabajadora de Iveco que se suicidó al ser difundido un vídeo sexual sobre ella. Fue un caso puntual, no repetido, pero con consecuencias devastadoras.