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El proyecto Castor y la contaminación del Ebro protagonizan el tercer 'tour de lo tóxico'

La provincia de Tarragona concentra centrales nucleares, industrias petroquímicas y los efectos del fracasado proyecto Castor. “El sur de Catalunya sufre una concentración de industrias contaminantes y peligrosas. Es una zona de sacrificio”, resume el ingeniero técnico Alfons Pérez. Por este motivo la Xarxa de la Sobirania Energètica (XSE) y el Observatori del Deute en la Globalització (ODG), entre otras muchas plataformas, han centrado en Tarragona la tercera edición de la caravana Volt. Se celebrará entre los próximos 29 y 31 de octubre.

Inspirado en los toxic tours americanos que denuncian las infraestructuras energéticas de las multinacionales, el Volt de este año quiere señalar las externalidades que afectan a la salud de las personas, al medio ambiente y a la soberanía energética de las personas. Por ejemplo, los seísmos que provocó el almacén subterráneo de gas Castor, propiedad del grupo ACS de Florentino Pérez, en municipios de la costa de Castellón y Tarragona.

El Castor ha terminado en los tribunales, que investigan si hubo prevaricación en los permisos y delito contra el medio ambiente en las inyecciones de gas. La factura del fiasco del Castor asciende a los 1.350 millones, que pagarán los consumidores. Los primeros informes geológicos obviaron la existencia de fallas activas en el subsuelo y del riesgo de sismicidad inducida. El proyecto está paralizado después de causar medio millar de pequeños seísmos.

Además del Castor, el Volt III visitará el polígono petroquímico de Tarragona con la Plataforma Cel Net, que denuncia los repetidos incidentes de contaminación lumínica, sonora y ambiental de Repsol y la inacción de la administración para combatirlos.

La última parada del Volt de este año será la planta que el grupo Ercross tiene en Flix. Tal y como publicó en exclusiva eldiario.es, Ercros ocultó a las autoridades la cantidad real de mercurio que acumula en su planta. La fábrica mantuvo una doble contabilidad de este metal pesado altamente contaminante utilizado en la producción de cloro.

“Las empresas tienen mecanismos para perpetuar su poder pese a las consecuencias medioambientales de su actividad: captación de los podres y recursos públicos, callar las voces críticas con puestos de trabajo o capacidad de influir en los marcos legales, especialmente del ámbito energético y eléctrico”, explica Pérez.

Además de la observación de macroproyectos sobre el terreno, el recorrido del Volt III quiere ser una herramienta para vincularse con grupos y luchas locales con el objetivo de tejer alianzas futuras y dar respuestas colectivas a los grandes proyectos energéticos. Por eso este año si visitará la cooperativa energética de biomasa de Vandellòs.