Los grandes proyectos energéticos europeos se diseñan en despachos, pero acaban afectando a poblaciones alejadas de los centros de poder, que en muchas ocasiones acaban sin tener ni voz ni voto en la ejecución de los mismos. Este fin de semana, una caravana recorre varios pueblos de Catalunya y Aragón para ver sobre el terreno como se desarrollan proyectos como el Midcat, el gasoducto que debe travesar los Pirineos a través de Catalunya para llevar gas hacia Europa. Se trata del Volt II, una iniciativa organizada por la Xarxa de la Sobirania Energètica (XSE) y el Observatori del Deute en la Globalització (ODG), entre otras muchas plataformas. La ruta empezó este sábado y se alargará hasta el lunes.
Pero el Volt II es mucho más que una labor de observación de macroproyectos a cargo de activistas energéticos catalanes. El recorrido es la herramienta para vincularse con grupos y luchas locales con el objetivo de tejer alianzas futuras y dar respuestas colectivas a los grandes proyectos energéticos, según explica Mònica Guiteras, del ODG. La idea es no quedarse de brazos cruzados frente a planes supranacionales como la Unión Energética, los proyectos de interés común o el Plan Juncker y actuar tanto a nivel local como europeo.
Además, una decena de activistas internacionales han acudido a la cita, y el pasado viernes explicaron el Barcelona sus experiencias. Es el caso del mexicano Octavio Rosas, catedrático de la Universidad Nacional y Autónoma de México, que detalló las lamentables consecuencias ambientales y económicas de los 18 tratados de libre comercio que ha firmado el país. También está en el autobús del Volt II la activista inglesa Emma Hugues, detenida en Bakú en junio por sus críticas con el papel de la compañía petrolera británica BP en Azerbayán y a la interconexión gasística de este país con Italia.
El Volt II quiere ser un catalizador para debatir sobre democracia y participación, y cómo los modelos energéticos impulsados desde Bruselas por los países europeos afectan a la soberanía de sus pueblos. Precisamente los activistas echan su mirada crítica sobre los dos macroproyectos energéticos que la Unión tiene entre manos a día de hoy, que se han acelerado tras el conflicto reciente entre Ucrania y Rusia. Uno de ellos, el gasoducto Midcat, afecta directamente a Catalunya, ya que es el tramo que debe llevar a Francia y a toda Europa el gas proveniente de países como Algeria. El otro es el ya citado proyecto de interconexión gasística entre Azerbayán e Italia sin pasar por Rusia.
Además de intentar lograr que Europa sea menos dependiente del gas ruso, estas dos grandes infraestructuras comparten otra característica, y es que han supuesto una alianza europea con países de dudosa reputación democrática y regímenes autoritarios. Transparencia Internacional declaró corrupto del año en 2012 al presidente de Azerbayán, Ilhan Aliyev. Abdelaziz Buteflika, presidente de Argelia desde 1999, está inmerso en numerosos casos de corrupción. Además, tanto el Midcat como el gasoducto adriático son susceptibles de recibir financiación europea.
“Tenemos muchas preguntas a cerca de todos los proyectos. En cada pueblo esperamos que se sumen vecinos y entidades que defienden un modelo energético alternativo así como plataformas que trabajan a diario para garantizar los derechos básicos”, explica Guiteras. Muestra de ello es la participación en el Volt II de la Aliança Contra la Pobresa Energètica, que extenderá por los pueblos de la ruta su lucha para que se aplique sí o sí la ILP aprobada en julio.
Tras Castellar del Vallès y el Midcat, el Volt II ha visitado Sallent para ver la montaña de sal de Iberpotash, que hace dos semanas recibió el enésimo varapalo judicial con la desestimación por parte del Tribunal Supremo de los recursos presentados por el grupo israelí ICL y la Generalitat, anulando así la autorización ambiental utilizada por Iberpotash. Después la caravana ha acudido a Balsareny, donde Gas Natural proyecta un almacén geológico de gas, lo que implicaría la construcción de 8 cavidades de 30 metros de diámetro y 200 de altura situadas 700 metros bajo tierra.
Este domingo, el Volt II continuará en el pueblo aragonés de Graus, donde los activistas contrarios al proyecto de interconexión eléctrica con Francia denuncian que Red Eléctrica de España quiere recuperar un proyecto que el Supremo tumbó en 2005. La última parada del Volt II será el pueblo oscense de Sabiñánigo, afectado por un proyecto de línea de muy alta tensión.